Sofistas
pueden
encontrarse
en
todo
el
mundo
y,
lamentablemente,
algunos
rayan
en
el
límite
del
cinismo.
En
Europa
los
hay,
y
muchos
de
ellos
son
los
responsables
de
la
presente
crisis
económica
que
amenaza
con
destruir
naciones
enteras
como
la
antiquísima
Grecia.
Pero
para
no
ir
muy
lejos,
es
preciso
hablar
de
los
que
tenemos
en
Colombia.
Aquellos
que
insisten
en
que
estamos
próximos
a
presenciar
el
fin
del
conflicto,
que
las
Farc
están
al
borde
de
la
extinción
y
que
los
neoparamilitares
no
son
más
que
bandas
de
crimen
organizado
son
los
sofistas
colombianos
más
recios.
Que
les
digan
eso
a
las
víctimas
de
los
atentados
de
la
guerrilla
en
Tumaco, Nariño,
y
Villa
Rica, Cauca,
perpetrados
durante
los
primeros
días
de
este
mes;
que
se
lo
digan
a
los
paramilitares
que
se
desmovilizaron
un
par
de
años
atrás
y
ahora
engrosan
las
filas
de
lo
que
la
opinión
pública
conoce
como
‘Bacrim’.
Seguramente
los
primeros
romperán
en
llanto
y
los
segundos
soltarán
una
carcajada,
lo
que
desvirtuará
tan
absurda
tesis
que
sostienen
quienes
están
maquillando
nuestra
realidad.
Por Juan David Mosos (@JuanDavidMosos)
Blog: Hangar Político
Lo cierto es que todavía estamos lejos de encontrar el sendero de la paz. Aunque es preciso aceptar que la intensidad del conflicto no es igual de vertiginosa y sangrienta como lo era una década atrás, hay factores clave que no dejarán que en el futuro cercano presenciemos el desenlace de la guerra. El primero, y motor de los demás, es que el conflicto sigue siendo considerado como un negocio del que se benefician múltiples actores que no están dispuestos a flaquear en su intención de obtener cada vez más poder. Muestra de ello son las alianzas que han acordado el Eln y las Farc en algunas zonas del país con el fin de enfrentar conjuntamente al Ejército, la cada vez más estrecha relación entre narcotraficantes y grupos insurgentes que viven de una perversa simbiosis y los contratos de sangre que acuerdan varios líderes políticos con las guerrillas con el objetivo de aumentar su caudal electoral para delinquir desde la cúspide del poder, cuya expresión máxima se vio en el espurio Congreso de 2006 y se volvió a presentar, en menor medida, en las elecciones regionales del pasado 30 de octubre.
De
esto
se
desprenden
otras
ramas
que
lo
complican
todo.
Quienes
intentan
obtener
réditos
políticos
negociando
la
libertad
de
los
secuestrados
con las
Farc
no
hacen
más
que
envilecer
la
agonía
que
viven
los
que
están
en
la
selva.
Pocos
lo
notan,
pero
son
tratados
como
mercancía.
Así
ha
sido
desde
tiempo
atrás.
Las
Farc
han
trasegado
por
diferentes
mandos
superiores
y
ninguno
ha
estado
interesado
en
la
paz.
Alias
‘Timochenko’
puede
ser
dado
de
baja
en
unos
días,
y
su
sucesor
no
determinará
cambio
sustancial
alguno.
Eso
no
lo
ha
entendido
el
gobierno,
quien
se
empeña
en
medir
su
éxito
en
los
golpes
militares
que
logra
propinar,
mientras
que
en
la
guerrilla
prima
la
máxima
“a
rey
muerto,
rey
puesto”.
La
constante
intención
de
conseguir
utilidades
políticas
y
la
errónea
interpretación
de
las
acciones
de
la
guerra
llevan
a
ver
más
lejos
el
fin.
A
eso
hay
que
agregarle
que
la
extrema
militarización
del
conflicto
ha
causado
que
se
descuiden
otros
frentes
de
vital
trascendencia.
Los
programas
de
reinserción
en
la
sociedad
a
los
que
tuvieron
acceso
los
paramilitares
desmovilizados
son
de
limitada
eficacia,
ya
que
tienen
dificultad
para
lograr
que,
más
allá
de
deponer
las
armas,
los
combatientes
desarmen
su
interior
y
le
apuesten
a
la
convivencia.
Ya
muchos
están
delinquiendo
de
nuevo
por
distintos
motivos.
¡Sofistas
todos
los
que
digan
que
ya
el
conflicto
está
en
agonía!
Pocas
cosas
son
tan
falsas
como
esa
afirmación.
Cuando
la
guerra
deje
de
ser
un
negocio,
cuando
no
sea
más
un
instrumento
de
obtención
de
poder
político,
cuando
más
allá
de
las
victorias
militares
se
piense
en
que
la
prioridad
es
la
verdad,
la
reconciliación,
la
reparación
y
la
convivencia
podremos
pensar
con
mayor
certeza
en
su
fin.
Mientras
tanto,
no.
Para
ello
no
es
necesario,
como
algunos
lo
sugieren,
refundar
la
patria,
sino
pensar
en
que
la
paz
es
un
objetivo
común
y
no
algo
para
ser
exprimido
buscando
el
beneficio
personal.
Imagen propiedad de 57319826@N06
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