
Cuando un computador se congela y deja de responder, hay que tomar medidas drásticas. Presionar Ctrl. + Alt + Supr., como sugiere el título de este post, es una de ellas. A veces como solución temporal funciona, pero otras veces hay que ir más allá e incluso formatear: borrar todo e instalar todos los programas de nuevo.
Algo así está cerca de sucedernos como sociedad. Con políticos de extrema derecha tomando el control por la vía democrática y sembrando odios contra los inmigrantes y minorías, contra todo lo que no sea considerado tradicional, estamos creando problemas más profundos de los que ya tenemos y ni siquiera hemos resuelto. Solo este año ya vimos 4 episodios en los que ganó el odio: Brexit en Reino Unido, plebiscito por la paz en Colombia, Impeachment de Dilma Rouseff en Brasil y elección de Trump como presidente de Estados Unidos. Entraremos en detalle más adelante.
«Tirando rocas al bus de Google» es el título (traducido) de un libro escrito por Douglas Rushkoff, en el que se usa esa expresión para describir otro de los grandes problemas de la sociedad contemporánea. La frase se refiere a las miles de personas que ante la impotencia de quedarse sin trabajo porque un robot automatizó e hizo más barata su mano de obra, no vieron otra sino tirar piedras a los buses que transportaban empleados de Google en California. Google es una de las muchas empresas que no han ahorrado esfuerzos por reemplazar seres humanos con inteligencia artificial.
Piensen en qué pasaría si un día sus papás se quedan sin trabajo. La empresa que los contrataba compró una tecnología que hace posible triplicar lo que ellos hacían, sin tener que pagar un salario, y además funciona 24 horas. Y lo mejor de todo, no necesita vacaciones. Hay quienes piensan que eso podría pasar con todas las profesiones, incluso con los abogados.
Una persona de 45 años que no nació rodeada de tecnología ahora tiene que competir contra jóvenes de 17 años que están aprendiendo de tecnología desde el día en que nacieron. Cuando le decimos a alguien que hay que adaptarse al cambio sin entender todo el contexto le estamos diciendo: jódase.
Algo relacionado pasa actualmente con el tema de las pensiones. El Gobierno se acaba de dar cuenta de que se está quedando sin dinero en el banco, y para gastar menos la solución más fácil es aumentar la edad de jubilación de 60 para 65 años. ¿Quién va a contratar a una persona de 60 años que estaba a punto de jubilarse y le acaban de cambiar las reglas? De nuevo, somos nosotros como sociedad diciendo: jódase.
Evidentemente, uno de los grandes problemas a los que nos estamos enfrentando es la precariedad del trabajo en el siglo XXI. Si no es una máquina la que lo va a hacer, es mano de obra esclava o subcontratada en el mejor de los casos (empresas que contratan a nombre de otras). Las personas mayores nunca verán su pensión porque es un gasto para el sistema y los más jóvenes están dentro de un mercado laboral saturado de profesionales mínimamente cualificados, en un mundo de pocas oportunidades. De hecho, BBC publicó una nota (en portugués) sobre por qué profesionales formados no podían conseguir trabajo. La respuesta tampoco es tan simplista a que estamos en crisis hace años. El problema es simplemente que la proporción de profesionales disponibles respecto al número de posiciones abiertas por área tienen diferencias abismales. Si mi empresa abre una posición de ventas, y se presenta alguien que estudió filosofía, educación física, periodismo y relaciones internacionales, pero solo uno tiene un histórico comprobado en ventas, ¿por qué le seguimos echando la culpa a la crisis?
La globalización y el libre mercado aceleraron muchos de estos cambios. Si alguna vez Nike, o cualquier marca de ropa, manufacturó y generó empleo formal en Estados Unidos, hubo un momento entre los años 70 y 90 en que se dieron cuenta de que manufacturando en países subdesarrollados con leyes laborales más flexibles iba a ser más barato. Esto hicieron (y aún hacen) muchas empresas que quieren reducir gastos a cambio de un lucro mayor. Hoy es posible desarrollar sitios web en la India estando en cualquier lugar del mundo. Es más barato.
Esto nos lleva a otro punto y es que no estamos hablando simplemente de que subcontratar mano de obra en otros países es más barato, sino que los contratos que creaban una relación de largo plazo entre empleador y empleado están comenzando a romperse. ¿Por qué voy a contratar a una persona «por término indefinido» si puede ser que para dentro de 2 años exista una tecnología capaz de sustituir a esa persona? Podría incluso haber una empresa con mano de obra esclava en China ofreciéndome lo que esa persona por una fracción del valor.
Y mientras todo esto pasó, la educación se adaptó al mismo modelo. Había que vender matrículas de la misma forma en que se vendían productos manufacturados en un centro comercial. Durante mucho tiempo, la educación superior era en su mayoría pública. El Estado pagaba con dinero de los impuestos la educación de las personas mejor preparadas, y en consecuencia muchas no podían ingresar al sistema. O en algunos casos, había cursos que las universidades públicas no ofrecían y las privadas sí. Estos dos escenarios fueron vistos por el mercado como una oportunidad para vender la educación como un bien de consumo.
Adicionalmente se benefició el sistema financiero, ofreciendo créditos educativos, y así fue como terminamos en un mundo en el que hay mano de obra de la más alta calidad, buscando trabajo en lo que sea (porque tienen que pagar la deuda que adquirieron con el banco gracias a la cual pudieron estudiar).