Me siento afortunado de haberme graduado de la universidad y menos de un mes después haber conseguido un trabajo, y más aún, que haya entrado a una empresa que hace algo que a mí me gusta, que ya se imaginarán más o menos por dónde va, si llevan un buen tiempo leyendo este blog. Antes de eso, duré 4 meses, un tiempo más que prudente, quieto en mi casa sin hacer nada, hasta el punto de un día ir a la esquina a comer algo con tal de hacer algo por fuera de la rutina, porque en el día de un desempleado no hay nada más que hacer después de que uno se baña. Por supuesto uno no tiene dinero porque antes del primer empleo uno ni siquiera ha ahorrado nada ¿Qué debería seguir?, ¿ir a ver televisión igual que el día anterior?, ¿dormir? Uno al poco tiempo se cansa de no mover un dedo, mientas espera que el teléfono suene con una oferta, más si uno viene acostumbrado a estudiar toda la vida. Luego vienen las prácticas y uno se acostumbra a la vida laboral, antes de darse un gran golpe contra una pared al pasar a la vida de desempleado. Y eso les pasa a millones de jóvenes en todo el mundo que dejan una facultad en una universidad y no saben qué ponerse a hacer.
Uno recién se gradúa, o se desliga de la universidad porque ya solo queda esperar el grado, y con muchos ánimos comienza la búsqueda de trabajo. Hay algunos afortunados que logran quedarse trabajando en el mismo lugar donde hicieron sus prácticas, que no fue mi caso. De todas formas, no se veía tan tan complicado. Yo había pasado por una buena facultad, la mejor una de las mejores del país en lo que a Comunicación Social se refiere; hice una pasantía en Estados Unidos, que le daba mucho peso a mi hoja de vida; busqué desde el segundo año de estudio espacios para poner en práctica lo que iba aprendiendo y poner algo en mi CV cuando me graduara; empecé a escribir en este blog desde mucho antes; y todo esto era mi motivación para empezar en la búsqueda de empleo.
Tras las primeras semanas, uno manda su hoja de vida a muchas empresas en las que a uno le hubiera gustado trabajar. Y así como había algunas compañías que cordialmente responden con que la tendrán en cuenta o que no hay una vacante por el momento, están las que no se toman ni siquiera la molestia de responder a los correos. De la misma forma lo intenté con elempleo.com, y así como hay ofertas dignas y decentes de trabajo, también hay mucho embaucador usando la herramienta. En alguna oportunidad terminé metido en una entrevista en la que no me querían decir ni cuánto pagaban ni cómo se llamaba el cargo, así que aproveché la primera oportunidad que me dieron para irme: justo cuando dije que yo no trabajaba los sábados, me dijeron que la entrevista no podía continuar y me echaron del lugar. Después me di cuenta de que así cogen a mucho incauto, que haya estudiado cualquier cosa, desesperado porque no consigue trabajo, para que termine vendiendo enciclopedias o cursos de inglés en la calle y ganando por comisión.
Mientras todo esto pasaba, advertí algo irónico. Me habían invitado hacía unos días a dar una conferencia en el Social Media Week, uno de los eventos más importantes que hay en el mundo en temas de Internet y redes sociales, lo mencionaba en las hojas de vida, y las empresas que buscaban un Community Manager ni siquiera daban una respuesta. A esas alturas yo ya no tenía idea de qué era lo que a un Departamento de Recursos Humanos le interesa ver en un candidato. Ahí entendí que muchas compañías exigen experiencia sin ofrecerla, cuando lo único que lo recién egresados necesitamos es una oportunidad para demostrar que somos buenos en el trabajo que queremos: por eso aplicamos para trabajar en sus empresas.
La semana pasada me ofendí al leer el caso de un joven en España que escribió un correo dirigido a una empresa en la que le gustaría trabajar y lo único que recibió fue una respuesta ofensiva y burlesca del que afortunadamente no fue su jefe. Algo parecido sentimos los que no tenemos trabajo en algún momento cada vez que nos cierran una puerta, porque muchas compañías hoy se aprovechan de las dinámicas del mercado para obtener mucho y ofrecer poco: ofrecer contratos de prestación de servicios y que el empleado se encargue de los demás gastos legales que normalmente asume el empleador; ofrecer contratos a término fijo pasantías para pagar salarios de alguien que ni siquiera se ha graduado; ofrecer un salario mínimo cuando para ganar eso ni siquiera hay que haber ido a la universidad; y peor aún, algo que he llegado a ver y raya de descarado, bacantes que no son remuneradas: «sólo por la experiencia». ¡Gracias!
Al final, como resalta Cooking Ideas (ARTÍCULO RECOMENDADO), esa búsqueda de empleo se termina convirtiendo en una broma que no va para ningún lado: sueldos miserables y condiciones imposibles. Eso mismo pensé yo cuando vi que estaban pagando no más de ¡2 Euros por artículo! para gente que escribiera en blogs. La cosa es que uno mismo tenía que asumir los gastos de la transferencia bancaria y exigían que los artículos fueran originales, con buena ortografía y una extensión ya de por sí exigente. Así las cosas yo no hubiera hecho más de 300 euros con este blog desde que lo creé.
Tras haber pasado por todo esto, llegué a la conclusión de que así siguiera aburrido en mi casa sin hacer absolutamente nada, yo no le iba a regalar mi trabajo a nadie. Para eso había estudiado y me había preparado. En algún momento, y como efectivamente pasó, alguien lo valoraría por encima de mi «experiencia». Y ahí vamos. Ya acabé con ese karma de no tener trabajo que me persiguió durante 4 meses.
Daniel Afanador
Twitter: @Daniel_Afanador
Imagen propiedad de Antonio Marín Segovia disponible en este enlace