
Facebook perdió su encanto. Dejó de cumplir su misión de hacer al mundo un lugar más abierto y conectado. Pasó a ser en 2016 un arma de doble filo que le permitió a la extrema derecha explotar la democracia occidental, que nos había tomado al menos 2 siglos y 2 guerras mundiales por mantener en pie.
Para limpiar su imagen, Facebook se pasó a llamar META, y su nueva misión, de dar a la gente el poder de construir comunidades y unir al mundo, consistía ahora en vender la idea de un Metaverso para escapar de la realidad en la que vivimos. Como si no fuera suficiente el tiempo que pasamos en las propiedades de Facebook (Instagram y WhatsApp), Facebook/META pasó a creer en la idea de que deberíamos estar inmersos de cuerpo y alma en un mundo virtual llamado de Metaverso, como si de una Matrix se tratara.
Para septiembre de 2022, el Metaverso se parece más a un videojuego de Nintendo Wii del año 2007. Los personajes ni siquiera tienen piernas. Basta ver el selfie que publicó M. Zuckerberg con una Torre Eiffel y unas montañas de fondo que no convencían a nadie. Ese selfie costó alrededor de $10 billones de dólares, que era lo que la compañía había invertido hasta ese momento en un producto de realidad virtual muy pobre si lo comparamos con otras tecnologías como el X-Box, la PlayStation o cualquier videojuego de celular.

Mientras tanto, el producto madre de Facebook, es decir la aplicación con el ícono de color azul, está muriendo poco a poco. Instagram, por su parte, es cada vez menos una aplicación de fotos, y más una mezcla entre lo que alguna vez fueron Snapchat y Vine, lo que es TikTok y solo un pequeño lugar para fotos personales y fotos conceptuales con filtros como lo fue a sus inicios. Hoy las fotos estáticas son las que menos alcance generan si lo comparamos con otros formatos como el vídeo, los Reels o las historias.
Redes sociales, una nueva era
Las redes sociales, que nos vienen acompañando desde hace 2 décadas – si tomamos como referencia el año 2004, en que Facebook nació – están entrando a una nueva era. Y META, que debería estar liderando esta transición, se está quedando atrás, construyendo un metaverso, que no dan ganas de usar, mientras que los usuarios más vieja guardia en Facebook e Instagram empiezan a usar otras plataformas, principalmente TikTok, que es donde hoy por hoy se descubre la mayor parte del contenido audiovisual en vídeos cortos. El propio YouTube tuvo que adaptar su producto y lanzar Shorts, empezando así a empujar también los vídeos cortos, mientras que los YouTubers más antiguos, que producen vídeos de larga duración, van quedando en el limbo.
Ahora mismo, familias y amigos que durante mucho tiempo estuvieron conectados desde Facebook, se alejan cada día más y publican cada vez menos. Cada vez más se nos empuja de forma más agresiva el contenido de cuentas desconocidas a las que no seguimos, y se espera que para el próximo año se doble este tipo de contenido. Si nosotros mismos intentamos subir una foto, vamos a llegar a poquísimas personas y los usuarios más antiguos vamos perdiendo las ganas de producir contenido que solo queríamos que llegara a las personas que más queríamos. Estamos compitiendo por la atención con profesionales que tienen todo el tiempo y paciencia del mundo para producir contenido de altísima calidad y quizás nosotros, meros mortales, no queremos competir contra ellos.
Mi última publicación en Facebook fue hace más de 6 meses, cuando hubo épocas en que yo publicaba de 1 a 2 veces por semana, siempre a la expectativa de a quién en mi círculo de amigos había alcanzado mi contenido. Hace unos años, el algoritmo de Facebook le permitía a uno compartir un link hacia una canción en YouTube y conocer mucha música de esta forma, pero con el tiempo – por tratarse de links de la competencia que llevaban a los usuarios hacia otro servicio – estos links fueron perdiendo relevancia, hasta el punto de uno sentir que publicaba algo y que nadie lo iba a ver, ya no solo con links de YouTube, sino hacia cualquier cosa que llevara a los usuarios para afuera del servicio. Facebook estaba priorizando vídeos e imágenes subidos de forma nativa dentro de su plataforma. De un momento para otro, yo simplemente ya no podía compartir links porque sabía que no iba a llegar a nadie, ni siquiera a personas que sabía que leían este blog.
Esto después pasó en Instagram. En un intento por no dar su brazo a torcer frente a TikTok, las fotos y las historias en Instagram ahora compiten contra los Reels, un tipo de vídeo corto que llega a mucha más gente, pues es el formato al que más relevancia le da la plataforma en este momento. Si bien los likes no deberían ser lo más importante para nosotros como usuarios, estos suelen ser un indicador de a cuántas personas llegamos. Pocos likes significa que llegamos a poca gente, y muchos usuarios dejan de compartir por miedo a no generar un número mínimo de Likes. Es claro que se trata de un sistema usado por el algoritmo para priorizar las cuentas que generen el mejor contenido, pero hay muchos usuarios comunes que no son generadores profesionales de contenido ni influencers, sino que solo usan la aplicación para estar en contacto con otras personas, con artistas y con negocios.
Y mientras Instagram se intenta parecer cada vez más a TikTok, nos estamos perdiendo de mucho.
Un cambio de estrategia y un arma de doble filo
Cuando me di cuenta de que mis publicaciones en Facebook no llegaban a tanta gente como yo quisiera, me enfoqué en compartir mis opiniones en Twitter, donde las publicaciones son organizadas cronológicamente o aquí en este blog cuando se tratara de contenido más extenso. Mi estrategia en Instagram siguió consistiendo en subir las mejores fotos que tomaba con mi celular y esperar a que el algoritmo se las mostrara a mi base de seguidores. Empecé a usar más el formato Stories y solo una vez llegué a crear un Reels, que llegó a ser quizás mi publicación con mayor alcance hasta la fecha. A TikTok nunca entré porque no me quiero volver un adicto – yo ya sé cómo funcionan todas estas plataformas y tengo el mismo cuidado como a quien le dicen que el cigarrillo es nocivo para la salud y no quiere volverse un adicto. Hoy admiro a los que optaron por nunca abrir Facebook por allá en el año 2007.
Con todo, por más que yo me adapte y entienda cómo funcionan los algoritmos de todas estas plataformas, la mayoría de los usuarios no entiende los cambios que se dan todos los días y los intentos que cada una hace por sobrevivir a la economía de la atención. Mientras Facebook construye un Metaverso y acaba con lo poco que queda de Instagram, TikTok se fortalece y mejora su plataforma.
Con nuestra atención cada vez más efímera, si alguien logró leer hasta aquí, lo considero un completo milagro. Nadie tiene la paciencia de leer libros, mucho menos el post de un blog. Nuestra atención está direccionada completamente hacia las pantallas que nos rodean. Si no son redes sociales, probablemente estemos consumiendo series o películas.
Hace algunos años, Netflix tenía el monopolio para este tipo de entretenimiento. En su momento llegué a escribir aquí en el blog que «de Netflix no se volvía». Netflix tuvo una era de oro a mediados de la década pasada con series como House of Cards, Orange is the New Black, Bojack Horseman y Black Mirror. Netflix era usado como ejemplo de innovación por haber acabado con un modelo de negocio obsoleto, como lo era el de rentar películas en formato físico.
Pero el problema fue que Netflix al final siempre dependió de que gran parte de su catálogo no era propio. Si la mayoría del catálogo no era propio, ¿cuál podía ser el diferencial con otras plataformas que también disponibilizaban contenido de terceros y producían contenido propio de vez en cuando? Disney tenía como propias las franquicias de Star Wars, Marvel y Los Simpsons. Amazon producía sus propias series, como The Boys, The Man of the High Castle o Hunters. E iban surgiendo otras plataformas como Paramount, HBO o Apple, todas mucho más antiguas y con quizás más recursos creativos que Netflix.
Todo esto puso a Netflix en una situación incómoda, siendo 2022 la primera vez en que perdía mercado frente a la competencia, cerca de 200.000 usuarios solo en el primer semestre
En los últimos años, Netflix pasó a ser solo una función de los televisores inteligentes, pero reemplazable por cualquiera de las opciones de la competencia. Hace unos años, Netflix tenía su lugar asegurado en nuestras cuentas mensuales y pagos por tarjeta de crédito. Hoy uno entra y sale de un mes para otro de cada uno de estos servicios si aparece una oferta o hay un lanzamiento.
Una de las principales y más inovadoras características de Netflix, de consumir series y películas por demanda, se acabó convirtiendo en un arma de doble filo, hoy siendo usada por sus clientes en su contra cuando optan por dar click en el botón de cancelar suscripción. No me sorprendería que a raíz de esto Netflix sea el próximo Blockbuster o que la marca sea comprada por Disney. Al final, Netflix – al igual que Facebook – es víctima del monstruo que ayudó a crear: usuarios que consumían contenido a toda velocidad sin estar amarrados a un contrato de fidelidad. Estos mismos usuarios vienen y van de otras plataformas o adonde haya un mejor contenido que consumir.
Facebook y Netflix se confiaron cuando pensaron que iban a ser únicas e irremplazables para siempre.
Imagen: Steve Bowbrick
Me gustó esta entrada del blog. Por mi parte facebook se convirtió en una herramienta para ver memes de cuentas de algunos amigos que publican el mismo tipo de contenido siempre y de cuentas que el algoritmo me obliga a ver, a veces me sorprende entrar a perfiles de amigos y familiares de los que me interesaría ver contenido y ver qué han publicado fotos o Post recientes o continuamente pero el timeline nunca me los mostró.
Por el lado de las plataformas de video pareciera que Netflix va a terminar absorbida por alguna grande con un crecimiento grande como hbo o Disney solo para mantener y seguir emitiendo las series más emblemáticas que quedaron como stranger things, black mirror, etc.