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Hace un par de semanas, a más de 1 año de haber iniciado la pandemia, me di cuenta de que me gustaba estudiar idiomas como si de un hobby se tratara. Idiomas fue casi la carrera que estudié en la universidad, si no hubiera hecho comunicación social y periodismo. Me acuerdo de mí mismo a los 17 años (hoy 31), intentando entender el alfabeto ruso o tomando clases de alemán en un Software que se llamaba Rosetta Stone. Yo al final acabé no estudiando idiomas por motivos personales ni continué con ruso o alemán. Gran error.
 
Inglés lo aprendí desde pequeño en un colegio bilingüe donde estudié hasta el quinto año. Además de inglés, tenía matemáticas y biología en ese idioma, por lo que hasta los 11 años debí haber adquirido mucho vocabulario de forma natural. Ya la gramática del inglés la vine a estudiar más en el bachillerato. Además, la mayoría de música que escuché todo ese tiempo era en su mayoría en inglés. Juegos de computador, vídeos musicales y mucho del contenido en Internet estaba en inglés por allá en 2002 cuando tenía 12 años. Así fue como aprendí inglés sin haber salido del país. A los 16 hice un viaje de 1 mes a Alemania, y sin saber alemán sobreviví gracias al inglés.
 
Reconozco que haber podido estudiar en un colegio y viajar me hace un privilegiado, y entiendo que no todo el mundo lo puede hacer. Este post está basado en mi experiencia personal y cada uno se llevará lo que más le sirva. No se trata de hacer exactamente lo que otros hacen lo que nos va a ayudar, sino tomar lo que mejor se adapte a uno y probar varias cosas, hasta dar con algún resultado. Este post trae algunas cosas que a mí me funcionaron.

Aprender y olvidar un idioma: francés

Esta fue una de las primeras canciones que escuché cuando estudié francés. En su momento llegaba a entender casi todo. La canción hablaba sobre la convivencia entre diferentes culturas en un mundo post 11 de septiembre.
Después del colegio, a los 18 ańos, la universidad me ofrecía créditos para aprender algún idioma. Yo ya hablaba inglés, así que opté por estudiar francés como una tercera lengua. En eso se fueron casi 3 años entre la universidad y la Alianza Francesa. Leía libros, veía películas, buscaba podcasts. Siempre fui muy nerd con el tema de los idiomas y estaba muy animado. Llegué inclusive a tener un nivel avanzado porque estudiaba todas las semanas y estuve a punto de presentar el examen de proficiencia. Al final no lo hice porque no lo necesitaba como un requisito para graduarme o algo así. Cuando acabé el último nivel, dejé de tener clases. La universidad había terminado a mis 22 años. Para entonces, no tenía un lugar en el que seguir practicando. Entonces cometí el error de pensar que un idioma no se olvida.
 
Con 23 años, empecé a estudiar portugués, mi cuarto idioma. Al igual que en francés, lo hice de forma presencial en Ibraco en Bogotá, que es un instituto del Gobierno Brasilero y donde casi todo el mundo aprende. Esto lo hice de forma intensiva durante casi 1 año, 4 veces por semana. Ese tiempo fue suficiente no solo para presentar el examen de proficiencia, sino para venir a vivir a Brasil (tema del que escribí un post). Para entonces, me di cuenta de que lo que más acelera el proceso es hablar con personas. 10 horas de clase no reemplazan 30 minutos de charla con un nativo.
 
Mientras todo esto pasaba, el francés había sido marginado. Nunca más lo volví a practicar. El francés en su momento me ayudó a aprender cómo estudiar un idioma, especialmente el tema de la gramática y los sonidos que no existen en el español, lo cual se repetiría mientras aprendía portugués. Ambos tienen sonidos nasales que nosotros no usamos, y si uno aprende el uno, el otro va a ser más fácil.
 
Sugar Kane fue una banda de Curitiba que me ayudó mucho mientras aprendía portugués. Los conocí mucho antes cuando ni siquiera pensaba en estudiar el idioma. Hoy es una de mis bandas favoritas.
En 2014, con 24 y viviendo en Brasil, el portugués pasó a ser el idioma predominante de mi día a día. Español hablaba eventualmente con mi familia, con amigos que habían aprendido o en el trabajo. De hecho hablar fluidamente inglés, portugués y español es lo que me ha abierto todas las puertas aquí en Brasil y me ha conseguido todos los trabajos que he tenido hasta ahora. Los idiomas tienen un gran peso en lo que sea que yo haya conseguido hasta el día de hoy. Estar más de 7 años en otro país tiene sus méritos y en gran parte se lo debo a mi facilidad para estudiar idiomas.

¿Aprender un quinto idioma o practicar uno de los anteriores?

Esta foto la tomé en una estación del metro de Praga, República Checa, y me llamó la atención de ese país que ellos usan nuestro mismo alfabeto, pero no se parece en nada a los idiomas de Europa occidental. También descubrí que los checos inventaron la cerveza.
A mediados de 2019, con 29, volví a Alemania. También fui a República Checa y Hungría. Fui a 3 países en que no sabía una palabra de los idiomas que allí hablaban y empecé a pensar mucho en si aprender alemán (o no). Creía que lo podía usar, por ejemplo, para aplicar a una beca, que fue exactamente lo que hice con el portugués.
 
Algo que pensé en esa época era que antes de estudiar un quinto idioma, quizás valiera la pena darle una repasada al francés, que llevaba mucho tiempo sin practicar. Fue un error, y así fue como a comienzos de 2020 le empecé a pagar a un profesor particular por 1 hora de francés a la semana en Skype. Empecé a ver nuevamente series y películas en Netflix y en Twitter busqué cuentas a las que seguir para tener un mayor contacto con la lengua. Era mi primer esfuerzo en años por retomar ese contacto que se había perdido, pero no tenía muy claro lo que quería hacer con el francés ni por cuánto tiempo iba a estudiar.
 
Esas ganas me duraron poco. A mi profesor le tenía que pagar 20 Euros por semana y en 2020 el real en Brasil fue una de las monedas más desvalorizadas del mundo. Además la pandemia me causó algo que fue muy común entre toda la gente que empezó a trabajar desde la casa: al ver que teníamos más tiempo libre, nos empezamos a exigir más de lo necesario sobre cómo usar nuestro tiempo. Por esos días le empecé a dedicar mucho tiempo también a estudiar programación básica y yo ya tenía desde hacía mucho tiempo una meta de leer 25 libros al año. Todo esto más el trabajo y demás cosas del día a día hicieron que me acabara desgastando y perdiendo la motivación.
 
Dejé de tener clases con mi profesor, de ver series y el único libro que llegué a comprar para practicar (un libro de la historia de Francia) ni siquiera lo terminé. Pasé entonces, por primera vez, una mala experiencia al estudiar un idioma. Más que cogerle gusto a los idiomas nuevamente, me desmotivé por casi 1 año.

Aprender checo, un idioma que nadie habla

Lo primero que hice antes de bajar Duolingo para estudiar checo fue buscar una canción que me había gustado y leer la letra, así no entendiera una sola palabra.
A más de 1 año de pandemia logré poner un poco en orden mis pensamientos. No volví a intentar estudiar francés porque al final del día me di cuenta de que el nivel que tengo es lo suficientemente decente para tener un diálogo mínimo con una persona o leer libros y periódicos. Y no necesito más que eso en este momento. Eso me dio espacio para repensar el aprendizaje de idiomas.
 
Ahí fue cuando me di cuenta de lo que mencionaba al comienzo de este post, que me gusta estudiar idiomas más como un hobby, que como una obligación como cuando estaba en el colegio o la universidad. Algo que podría hacer en mi tiempo libre, similar a leer un libro, escuchar música o ver una serie. Si desde los 17 años yo ya estaba intentando aprender idiomas por mi cuenta, y eso me facilitó mucho la forma como absorví el inglés, el francés y el portugués, ¿por qué no volverlo parte esencial de mi día a día?
 
A todas estas conclusiones llegué hace un par de semanas. Simplemente dejé que mi cabeza abandonara el modelo tradicional de lo que yo creía que era la forma como se debía aprender un idioma (listening, reading, speaking y writing), y al verlo más como un hobby lo primero que hice fue buscar en Amazon algún libro que hablara sobre cómo los políglotas aprendían idiomas.
 
Encontré un libro escrito por un polaco que hablaba sobre su propia experiencia, y él mencionaba que la forma en que una persona aprende un idioma no tiene por qué ser exactamente la misma a la de otra persona. Así que por más tips o hacks que el autor diera y que a él le habían servido, puede ser que esto no aplique por igual para las demás personas que leyeran ese mismo libro. Y así empecé a reflexionar sobre lo que me había funcionado todos estos años con los diferentes idiomas que fui aprendiendo.
 
Una manía que tengo hace un tiempo para descubrir nueva música en Spotify es buscar playlists con la combinación de un género musical y un país. Tras haber ido a República Checa en 2019, se me ocurrió la genial idea de buscar en Spotify por «punk-rock checo» y me topé con muy buena música, como la del vídeo que puse arriba. Algo que me llamó la atención cuando visité ese país fue que usaban nuestro mismo alfabeto, con algunas variaciones como la Č, la Ň o la Š, entre otras. La J se pronuncia como nuestra I. Pero, además de esto, ninguna palabra se parecía en absolutamente nada al español. En alemán sé que, en cambio, hay palabras parecidas al inglés o que el francés tiene semejanzas con el español y el portugués. El checo era diferente a todo lo que había visto y eso me llamó la atención cuando miraba las letras de las canciones.
 
Así pues, en vez de aprender alemán, que quizás sea un idioma más «útil», un día bajé Duolingo en mi celular y empecé a estudiar checo. A este momento ya llevo más de 45 días seguidos estudiando al momento de estar escribiendo esto. Le dedico casi 1 hora al día y ya sé algunas frases y oraciones. Puedo leer palabras como si fuera un niño. Busco vídeos en YouTube para ampliar lo que veo en la aplicación o yo mismo investigo cosas de gramática.
 
Si, por ejemplo, en inglés solo existe un artículo para masculino y femenino, singular o plural «the», en español tenemos «el, la, los, las», en checo las variaciones son afectadas hasta por si el objeto es animado (un animal) o inanimado (una casa): «ten, ti, ty, ta, tu». Todo eso lo tengo en un cuaderno de notas que reviso siempre que estudio. No tomo notas en el computador y pago por la versión Premium de Duolingo. El estar pagando algo hace que me esfuerce más. Si usan este link para registrarse, estarán ayudando para que este blog siga al aire.
 
Antes de estudiar checo en Duolingo también pensé en alemán y euskera (el idioma que hablan en el País Vasco en España).
 
  • ¿Por qué checo o euskera?
  • ¿Quién habla esos idiomas?
Son muy buenas preguntas. Si ya ni siquiera hablo francés con nadie, no tengo nada que perder. Es solo un pasatiempo. Podría aprender alemán y es más probable que lo use en algún trabajo o para buscar una beca. Pero así como uno no espera obtener un retorno por jugar videojuegos, escribir o tocar un instrumento, al final son cosas que uno hace por placer, y eso es lo que a mí me pasó con los idiomas durante todos estos años.
 
La conclusión a la que yo llegué es que ver el aprendizaje de un idioma más como un hobby, que como algo que me tenga que generar algún retorno económico, me libera de la presión por tener que aprender como si un idioma fuera una mercancía, que solo tiene valor si se usa para algo «útil». En mi caso no es así. Aprendo algo nuevo porque me despierta curiosidad y me abre la mente hacia otras cosas que no conozco. A los 17 años esta forma de pensar ya estaba presente en mí y yo simplemente la ignoré. Hoy me arrepiento de eso.
 
Imagen: nafrenkel88