Billete de un dólar siendo sostenido por una mano
Quizás estés considerando comprar un carro, una casa o incluso algo menos complejo como aceptar una tarjeta de crédito. Al final, la tarjeta el banco «te la regala». Van a usar mil y un eufemismos para convencerte de que eres un excelente cliente, y que ni siquiera estas obligado a tener un gasto mínimo por mes para aceptarla. Algo parecido va a pasar con la casa o el carro. El banco te va a convencer de que endeudarte hasta 15 años es una excelente inversión y seguramente acabes cediendo a sus pretensiones.

Y puede que haya sido cierto en el pasado. El mundo era más estable en el período que vino después de la segunda guerra mundial. Las personas pasaban más tiempo dentro de una misma empresa, y esto era suficiente para  saber que dentro de 10 años continuaríamos teniendo un trabajo. A diferencia de antes, hoy nadie dura 5 años trabajando en una misma empresa porque desde arriba van a empezar a recortar gastos, ya sea eliminando funciones innecesarias, recurriendo al outsourcing o a tecnología de punta. Y al final, las máquinas nos van a reemplazar a todos.

Este escenario se contradice con el cuento de hadas escrito en los libros contables de los bancos, según los cuales más crédito circulando significa mayores retornos financieros para sus accionistas, siendo que hasta los bancos despiden gente. Es simple: un cajero electrónico y una aplicación de celular pueden reemplazar la mano de obra de 1.000x cajeros. No piden vacaciones ni cobran un salario. Y en el peor de los casos, el banco terceriza su área de soporte a un call center, otra empresa. Y así es como el banco como institución reduce al mínimo su estructura y aumenta su lucro.

Meme capitalista sobre el costo del trabajo
Pero esas personas que no trabajan más en un banco tienen que pagar las cuentas. Y día tras día continuarán expuestas a las ofertas de los bancos: «te ofrecemos una tarjeta de crédito o un crédito de libre inversión. Es fácil», dirán. Pero en ningún momento mencionarán el infierno que hay detrás de cada deuda. El infierno de alguien ahogado en deudas es el rostro de felicidad de un banquero, en cuyos ojos se refleja el símbolo del dólar.

Tus ahorros son la caja menor del banco


Voy a explicar algo relativamente sencillo sobre cómo funciona un banco. Todo el dinero nuestro guardado en un banco, además de estar «guardado», es usado para prestárselo a otras personas. Así pues, por cada $100 dólares nuestros en el banco, hay $100 dólares más circulando. El banco se los prestó a alguien. Ahora hay dos veces el dinero que había originalmente, y en un futuro habrá incluso más, pues el banco solo aceptará el dinero de vuelta con algunos intereses. Las cuentas quedan más o menos así:

  •     Dinero original: $100
  •     Dinero prestado: $100
  •     Dinero devuelto al banco: $100 + X (donde X son los intereses)
  •     Dinero total: $100 + $100 + X

Apareció más dinero del que había inicialmente, ¿pero como? El vídeo lo explica mejor:



Y en seguida el banco toma el dinero total. O sea el que le fue devuelto, los intereses y los ahorros de la demás gente y lo vuelve a prestar. Y es como si el banco estuviera creando dinero artificial todo el tiempo, pues mucho del dinero que hay circulando por ahí en realidad ni siquiera existe. El banco lo creó en forma de deuda que será pagada algún día, con dinero que aún no tenemos la seguridad de que nos vamos a ganar.

El problema de esto es que muchos de los productos que usamos día a día tienen que ser pagados de esta forma. Casi nadie compra una casa o un carro con dinero que tiene guardado en el banco. Por lo general las personas pagan una parte y lo demás el banco lo presta con la condición de que sea pagado dentro de varios años. E incluso con transacciones tan simples que se pueden pagar de un mes para otro, como una compra en Amazon o una mensualidad de Spotify recurren a la misma dinámica, pues solo se pueden pagar con tarjeta de crédito en la mayoría de los casos.

Como podemos ver, el crédito hace que nuestras vidas sean más fáciles (OK). Sin embargo, mucho de ese dinero no existe realmente y eso es un problema del que pocos están hablando, pues cuando hablamos de que la economía de un país creció estamos hablando que el consumo y la producción aumentaron. Cuando esto sucede, el volumen de dinero circulando aumenta y por consiguiente deuda nueva que fue creada para que muchas de esas transacciones fueran posibles. ¿Y si algunas de esas deudas nunca son pagadas?, ¿y si mucha gente pierde su trabajo? Ese es el detalle más importante que todo el mundo está pasando por alto.

Este problema viene de los años 70, cuando el presidente Nixon de los Estados Unidos anunció que un dólar ya no tenía que necesariamente estar respaldado por oro, lo cual había sido un acuerdo de 44 países en Bretton Woods tras el final de la segunda guerra mundial. Estos habían acordado, además, que el dólar sería la moneda de referencia internacional. Así, el número total de dinero que un país tiene en su Banco Central se podría intercambiar por dólares, que a su vez se podría intercambiar por oro. Y esto dejó de ser así hace en 1971.

Al dejar de ser así, quiere decir que todo el dinero que hay circulando ya no está respaldado en oro, solo en dólares. Esto abre las puertas para que se cree dinero con un control menor al que había cuando el total de oro guardado por los gobiernos en sus reservas limitaba su creación.



Los bancos tienen ahora vía libre para prestar más dinero del que tienen en caja menor, solo que lo hacen con un poco de cuidado para que no pase eso de que se dispare la inflación por imprimir muchos billetes (cc Venezuela). Esto tampoco pasa porque los bancos centrales establecen unos límites a las tasas de interés, evitando que el banco salga prestando dinero a todo el mundo. Con tasas de interés bajas, podrían prestar más dinero porque las personas tendrían que pagar menos intereses a si las tasas de interés fueran altas. En el mundo ideal de los bancos, las tasas de interés deberían ser bajas o inexistentes para que las personas consuman más. Y se molestan cuando las tasas suben porque las personas van a preferir ahorrar, que a gastar.

Y conectando los puntos, ¿por qué todo esto es un problema? Porque tenemos una economía artificial en la que las personas gastan el dinero que no tienen. Al final el banco les puede prestar y lo van a diferir a 48 cuotas. No importa cuánto haya que pagar en intereses. Lo importante es que puedes comprar literalmente cualquier cosa que se te pase por la cabeza. El banco va a tomar el dinero de otra persona y te lo va a prestar. En el peor de los casos, cuando esa persona vaya a buscar su dinero, tomarán el de otro y se lo darán.

Pero esto es un problema aun peor porque el banco como institución tiene que crecer cada trimestre. Tiene que traerles retornos financieros a sus accionistas o estos se irán con su dinero a otro lado. Como esto último no es aceptable a los ojos de ningún banquero, lo más sensato para ellos es embutirle dinero prestado a todo el mundo: en forma de crédito de vivienda, crédito de vehículo, crédito de libre inversión, tarjetas de crédito o el nombre que le quieran poner. Y en resumen, los bancos no van a dejar nunca de prestar dinero, y las personas a medida que pase el tiempo tendrán menor capacidad de devolverlo. ¿Alguien dijo pánico financiero? Los banqueros no saben lo que es eso y continuarán desafiando el sentido común.