Graffiti de Breaking Bad
Si eres como la mayoría de mi generación, estoy seguro de que estarás o te habrás enganchado a alguna serie de televisión en los últimos meses. Si es así, es probable que entre tus canales favoritos de televisión estén Sony, Warner, FOX, AXN o TBS, o mejor aún, que ni veas televisión, pero tengas una cuenta en Netflix o te guste bajar todo por Torrents porque, pregunto, por qué esperar una semana por un nuevo episodio y de 6 a 8 meses por una nueva temporada cuando podemos vernos toda una serie completa en menos de 1 mes y sin cortes comerciales, ¿no? Yo soy de estos últimos, no tengo ni televisión, pero entre Torrents y series por Streaming me puedo llegar a ver 5 series diferentes al tiempo, y eso sin contar películas.
 
Algo curioso me pasó cuando vi Prisson Break la primera vez. Me daban desde las 10 de la noche hasta las 5 de la mañana viendo un episodio tras otro, con la promesa de ver el último. Al día siguiente volvía a pasar lo mismo y así, hasta que se acabó la cuarta y última temporada. Eso normalmente no me pasa con otras series. Veo 1 o 2 capítulos de la serie que esté viendo y ya, acabó. Pero ese no fue precisamente el caso de Breaking Bad. Creo que me alcancé a ver más de una temporada completa en una semana, hasta que llegué al momento en que las 2 últimas estaban en producción. Ahí fue un año más para esperar el final de la serie. Cuando acabó, muchos dijimos: 

 

«Breaking Bad, lo mejor que ha visto mi generación» 



Hoy de hecho no conozco a nadie que no sepa qué es Breaking Bad. Quizás la serie producida por AMC en Estados Unidos sea el equivalente a lo que fue Lost en los 2000, o The X Files en los 90, aunque hay que reconocer que hay otras series que se pelean esa posición, como Game of Thrones, The Walking Dead (no me las he visto, por cierto) y hasta HIMY, aunque esta última sea de humor.
 
Digo todo esto porque Walter White y Jesse Pinkman como fabricantes de metanfetaminas en Albuquerque, Nuevo México, y toda su red de distribución que se extendía desde México hasta Europa Oriental, y con la cual hicieron varios millones de dólares en efectivo ($$$) y más de un enemigo, con la ayuda de Los Pollos Hermanos, toda esta historia hace ya parte de nuestras vidas. Al sentirla como nuestra, es normal ver reacciones exageradas de cuando se meten con ella. Algo así sucedió cuando los fans de Jericho decidieron enviar nueve toneladas de maní a la CBS para protestar por el temprano final de la serie, o como cuando los seguidores de Veronica Mars financiaron desde Kickstarter una película de la serie.
 
Una reacción parecida, aunque no con tremedas proporciones, es la que está desatando la llegada de Metástasis. Aunque hay fans de Breaking Bad que reciben la adaptación de Breaking Bad con emoción y desde ya afirman que se la van a ver, hay otros que se sienten ofendidos por lo que les parece una mala imitación que nunca llegará a ser lo mismo que Breaking Bad, por cierto, ganadora de 16 premios Emmy. Además de lo anterior, hay unos cuantos comentarios incendiarios sobre que se vuelve a reafirmar lo de que las series colombianas de televisión solo muestran la cultura narco. Pero, a ver, vamos por partes.
 
 

 

 

Lo primero es que Metástasis no es una imitación. Es una adaptación, cuyo episodio piloto fue supervisado y elogiado por el mismo Vince Gilligan. Eso mismo hizo Tolkien cuando en su momento se tradujeron sus libros a otros idiomas. En otras palabras, no se trata de un sujeto X tomando el original adaptándolo como a él le parezca, sino que está todo muy bien calculado para que todos los elementos presentes en la obra original encajen con lo que es la cultura a la que está dirigido. Eso explica la presencia de un bus escolar como el primer laboratorio de Walter en Metástasis y no una casa rodante como se vio en Breaking Bad, que el personaje de Jesse se llame José Manuel Rosas, que se hable en millones de pesos en vez de millones de dólares, que los autos tengan placas amarillas y que el acento de los personajes sea algo cercano a lo que llaman de «español neutro«, si es que eso existe.
 
En fin, todos estos elementos que estoy mencionando son solo algunos de los que uno puede llegar a ver en el trailer de la serie. Son esos los elementos los que llaman la atención de quienes se refieren a esta producción casi como un sacrilegio. No obstante, debemos tener en cuenta que todos ellos no son más que símbolos que hacen parte de nuestra cultura como latinoamericanos. ¿De qué otra forma podrían hacer los productores originales de la serie para llegarle a un público potencial de 600 millones de habitantes, o incluso al mercado hispano en Estados Unidos, la tercera población de Latinoamericanos en el mundo solo por detrás de México y Brasil? Nos iban a salir raíces si esperábamos que pasaran la serie en inglés con subtítulos en español en horario familiar entre semana. Llevaron doblada Avenida Brasil la mejor telenovela brasilera de los últimos años a Colombia y fracasó, o recuerdo que pasaban Smallville y Héroes con doblaje y en horarios nada atractivos (entre semana por la tarde), y ya sabemos lo que pasó…
 
A las adaptaciones de Grey’s Anatomy (A corazón abierto), Nip Tuck (Mentiras Perfectas) y hasta Desperate Howsewives (Amas de casa desesperadas) no les fue mal en Colombia. Iban en horario familiar y al menos alcanzaron a terminar su primera temporada (lo mismo que dura cualquier otra telenovela en Colombia). Por supuesto no continuaron porque no estamos preparados para ver durante 5 o más temporadas una misma producción como en Estados Unidos. Somos otro tipo de público y con una es suficiente. Pero, con todo, quedaba demostrado que las adaptaciones locales pueden tener suceso. Eso además explica que en 2013 hayan sido series y no telenovelas las más vistas en Colombia: La Selección y Tres Caínes (material de exportación, por cierto).
 
Por eso era más inteligente hacer una adaptación local. Con la ayuda de FOX, y la experiencia de haber producido Tiempo Final y Kadabra, no era muy difícil hacer una propuesta que encajara con nuestras raíces y conservara la esencia de lo que es Breaking Bad, que aunque tiene que ver con drogas, no es más de lo mismo a lo que estamos acostumbrados. Es algo muy diferente a El Cartel, El Capo o Escobar, básicamente porque no está basada en hechos reales, y tocaba elementos como una droga de la que muchos no han oído hablar o el dilema de tener un cáncer terminal y querer dejarle algo a la familia. En otras palabras, cumple también con la función de hacer mercadeo social.
 
Por todo esto es que me parece valiosa una adaptación de Breaking Bad, porque bien trabajada va a ser el primer acercamiento de muchos que como nosotros en algún momento empezamos a ver series nortemamericanas. Mi caso fue así precisamente. La primera serie que me vi completa fue El cartel de los sapos, una serie colombiana, y eso me llevó a ver cuanta serie me recomendaran, entre la cuales hay una que otra producción local como Los Caballeros las Prefieren Brutas, que alcanzó a tener 2 temporadas en Sony Entertainment para Latinoamérica. Y menciono esto último, así como Tiempo Final y Kadabra más arriba, porque en Colombia tenemos excelentes actores, guionistas y directores, gracias a los cuales hemos exportado telenovelas, series y películas desde hace años.
 
Si seguimos trabajando y apoyando estas producciones, en vez de criticarlas porque no se ven exactamente igual a las originales, porque no nos gustó el nombre que le dieron a un personaje o porque nos parece que promueven la cultura narco, va a ser muy difícil que esas series que tanto nos gustan lleguen a ser vistas en esta parte del mundo y que más gente se acerque por primera vez a las series de televisión que muchos de nosotros vemos desde hace años.
 
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Imagen propiedad de Kuhr Sril