Nadie se esperaba un silencioso regreso de Cuevana, menos cuando hace 1 año dábamos por muerto el servicio gratuito de ver películas y series por streaming, y más aún cuando sabemos de todos los líos judiciales contra los cuales se han tenido que enfrentar sus creadores en los últimos años, estando en la mira en su momento de la televisión argentina y de la cadena HBO. Esta última afirmaba que continuaría «ejerciendo acciones legales en toda la región hasta desarticular la red internacional de colaboradores de Cuevana.tv y de cualquier otra organización que se dedique a lucrar por medio de la violación de sus derechos de propiedad intelectual». 


Esto junto a la caída de Megaupload, donde se alojaba gran parte de los contenidos disponibles de Cuevana, fueron los causantes de que hasta hace poco prácticamente cualquier serie o película que quisiéramos ver estuviera caída de forma permanente, lo que hasta cierto punto puede haber sido una victoria parcial de la industria del entretenimiento en contra de la piratería por Internet. 

Afortunadamente fue solo una victoria parcial, y hoy las cosas han logrado revertirse. En primer lugar, con el regreso de Cuevana, pero en segundo lugar, y más importante, la aparición de Popcorn Time, una aplicación multiplataforma desde la que podemos ver prácticamente cualquier serie o película con subtítulos en varios idiomas, y además solucionando el problema por el que Cuevana casi desaparece. Todo, apoyado en la razón por la que The Pirate Bay no ha podido ser cerrado: los contenidos disponibles son Torrents compartidos por usuarios en una red P2P. 

Para los que no han oído hablar de Popcorn Time, se trata de una aplicación que reproduce contenidos de la misma forma en que uno descarga Torrents, es decir desde computadores de otras personas que están compartiendo ese archivo que nos queremos descargar, ya no desde un servidor central como pasaba con Megaupload, que tras ser clausurado por el FBI desaparecieron prácticamente todos los archivos alojados. Por eso es que si ahora quisieran perseguir a alguien por compartir la película de X-Men vía Torrent, tendrían que hacerlo con más de 9.000 personas en todo el mundo. Y estamos hablando solo de una película, pues hay también series, álbumes, discografías, libros, revistas y Software. Y peor todavía, si tenemos en cuenta que todos los intentos por cerrar The Pirate Bay, quizás la mejor biblioteca para acceder a estos archivos, han sido inútiles, pues 
aunque persigan prácticamente cualquier dominio bajo su registro, siempre podremos acceder a The Pirate Bay escribiendo en la barra de direcciones del navegador la siguiente dirección IP 194.71.107.80.
En otras palabras, es insostenible la idea de querer perseguir a alguien bajo las actuales circunstancias de la naturaleza de Internet. Lo máximo que pueden hacer quienes quieran apoyar esta lucha es asumir la actitud de sitios como Rapidshare o Google en contra de eliminar cualquier enlace sospechoso.

Así pues, estaban dadas las condiciones para un regreso en cualquier momento de Cuevana, que utilizó la tecnología detrás de Popcorn Time para traer un producto con el que se pueden lavar las manos de cualquier cosa que los puedan llegar a acusar: ellos no alojan ningún contenido pirata, sino los usuarios, y la plataforma no fue creada por Cuevana, ellos solo la adaptaron de una que ya existía y cuyo código de fuente cualquiera se podía bajar desde Github. De hecho, en su momento los creadores de Popcorn Time decidieron abandonar su desarrollo ante el debate levantado sobre qué tan legal era en realidad el servicio. Lo que pasó después fue que cualquier desarrollador podía tomar el código original y crear su propio Popcorn Time. Gracias a esto, medios especializados como TechCrunch alcanzaron a calificarlo como la pesadilla de Hollywood

«Es tan bueno para ver películas piratas que da miedo»: Revista Time


Y a todas estas, ¿qué hemos aprendido de piratería?


15 Años después de haber iniciado el juicio en contra de Napster, parece que la industria del entretenimiento no ha aprendido nada, y se empeña en seguir persiguiendo a los que considera culpables de que exista piratería en el mundo, sin llegar nunca a cuestionarse por qué parte de la responsabilidad es suya. Los creadores de Popcorn Time aseguraban que dejaban a un lado su proyecto

«no porque hayamos perdido la energía, dedicación, el foco o nuestros aliados. Sino porque necesitamos seguir con nuestras vidas. Nuestro experimento nos puso a las puertas de los interminables debates de piratería y copyright, amenazas legales y la maquinaria oscura que nos hace sentir amenazados por hacer lo que amamos. Y esa no es una batalla en la que queramos estar»

Yo me pregunto cuál sería el estado actual de la industria del entretenimiento si tomaran todos esos esfuerzos que utilizan para buscar culpables, asustarlos (como me pasó a mí) y judicializarlos, para en vez de eso enfocarse en ofrecer productos que llenen la demanda que han pretendido suplir servicios como Cuevana, The Pirate Bay, Napster y Popcorn Time. Ya lo decía Kim Dotcom sobre cómo acabar con la piratería en 4 pasos: (1) crear buenos contenidos, (2) que sean fáciles de comprar, (3) que tengan lanzamientos a nivel mundial en simultáneo y (4) que tengan precios justos.

De hecho, no tenemos que ir muy lejos para encontrar que este modelo es viable. Es lo que ha estado haciendo Netflix al producir sus propias series, lanzadas en todos los países donde esté disponible el servicio a un precio de $7USD mensuales, con los cuales tenemos derecho a acceder a miles de películas y series más. De este modelo de negocio llegaron Lilyhammer, House of Cards, BoJack Horseman, Arrested Development y Orange is the New Black, entre otras. Crackle, en menor escala, ha hecho lo suyo con Comedians in Cars Getting Cofee, y hasta FOX tendría un proyecto gigantesco por llevar las 25 temporadas de Los Simpsons a un sitio web/aplicación que sería conocido como Simpsons World. Tendremos que esperar a que llegue en octubre para saber realmente de qué se trata.

El punto al que quiero llegar es que lo único que ha logrado la industria del entretenimiento al perseguir servicios que aparentemente le perjudicaban era darles visibilidad, hacer que más gente los conociera y en últimas impulsaban su crecimiento en lo que terminaba siendo una campaña de relaciones públicas gratuita para todas estas empresas, fenómeno conocido como efecto Streisand. En el mejor de los casos conseguían cerrar estos servicios, pero a cambio de que surgieran varias réplicas más, lo que hacía insostenible la idea de querer perseguir a cada una de ellas, e incluso a cada usuario involucrado. Cerraron Napster, pero surgieron Ares, Kazaa y Limewire. O ¿saben cuántos sitios de Torrents hay además de The Pirate Bay?

Lo que por otro lado se puede sacar es que si la industria del entretenimiento tuviera algo de autocrítica y escuchara a esos que más saben de piratería: los que bajan series y películas todos los días simplemente porque aunque tuvieran el dinero no encontraron la forma de acceder a este contenido legalmente, pero que al mismo tiempo tienen el dinero para pagar por servicios como Netflix, Hulu o Amazon Prime o que son capaces de desarrollar tecnologías que ponen a temblar a toda una industria. ¿Se imaginan si en vez de perseguirlos les ofrecieran trabajo para ayudar a desarrollar nuevas tecnologías y servicios que pongan al alcance de todo el mundo los contenidos a los que muchas veces solo se puede acceder de forma «ilegal»? Es solo una idea de parte de alguien que hace parte de todo ese sector que siempre ha querido ser criminalizado sin siquiera darle la oportunidad de ser escuchado.

Daniel Afanador