Colombia acaba de poner en funcionamiento un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos hace solo unos meses y temo que las carreteras, puertos marítimos, aeropuertos y vías férreas no están a la altura de un país que busca competir a nivel global con economías emergentes y potencias de todo el planeta. Por el contrario, a pasos agigantados avanzan los TLC con la Unión Europea y Corea del Sur, al tiempo que tenemos de las peores infraestructuras de la región si queremos estar preparados para los retos que llegan con la globalización. Se los resumo así: si un turista quisiera viajar desde Alaska hasta Argentina en auto, el único inconveniente con el que se encontraría es que desde que la carretera panamericana fue planeada en los años 20, los gobiernos de Colombia y Panamá no han sido capaces de construir un tramo de 87 kilómetros por el tapón del Darién, la zona selvática que une a los dos países.

Uno entiende que la selva deba ser cuidada a como dé lugar como siempre los gobiernos que tienen a su cuidado alguna parte del Amazonas han intentado. Y es que sería salvaje construir una autopista en medio de la selva solo para terminar de unir el continente, pero es que esa no es la única salida y al día de hoy los avances en ingeniería han avanzado tanto, que alrededor del mundo ya se las han ingeniado para encontrar soluciones a problemas similares con las carreteras más altas o los puentes más largos del mundo. El Jiaozhou Bay en China, por ejemplo, mide más de 40 kilómetros y fue construido en solo 4 años. Me pregunto cuánto más tiempo habremos de esperar para que el país esté a la altura que exige la globalización. Algo tan sencillo como entregarle la construcción de esa obra a China, que tiene los recursos y la tecnología, para llevar a cabo un proyecto de esta magnitud o acudir a un préstamo del Banco Mundial, entre otras cosas impulsaría un crecimiento en el turismo y en la economía de la región.

Mientras tanto, ya estamos muy acostumbrados a la típica noticia de que un día llueva más de lo normal y por algún derrumbe o solo por algo tan sencillo como que un árbol se caiga, hasta ahí llegó una importante vía que une a dos regiones del país. Además, para nadie es un secreto que en Colombia, donde abunda la corrupción, los contratistas hacen obras defectuosas sólo para que en el futuro les den otro contrato para arreglarlas, como pasa en Bogotá con las losas de Transmilenio desde hace más de 10 años. Y qué decir de la forma de las carreteras «buenas», es decir a las que nunca les pasa nada. Pues si en un país preocupado por el tema son en línea recta o con pocas curvas, Colombia tiene vías en zigzag, por eso de que es una región montañosa en medio de la Cordillera de los Andes, pero es que hasta Ecuador y Venezuela, que comparten algunas de éstas características, tienen mejor infraestructura. Vean el siguiente video y comparen:


A mí como ciudadano me gustaría saber a dónde van a parar los cerca de 3 dólares que cuesta un peaje o qué pasa con los sobrecostos de la gasolina. Uno esperaría que con ese dinero tuviéramos también unas carreteras que fueran un modelo para la región, y también me pregunto por qué el Estado Colombiano no ha sido capaz en 90 años de encontrar una solución para unir de una vez por todas a todo el continente. Y eso que ésta era solo la parte más complicada, en el tema de vías, pues la infraestructura que ya existe no está muy bien parada. Ni siquiera hay un sistema ferroviario decente, los aeropuertos cada vez se quedan más pequeños y los puertos no parecen de un país que tiene dos océanos. Esperemos que los TLC sean un motivo para que Colombia despierte en plena globalización ante los nuevos retos que se avecinan.

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