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A diferencia de nuestros amigos españoles, paraguayos, bolivianos y peruanos, en Colombia no conservamos rastro alguno de lo que fueron nuestros pasados lingüsticos. Por ahí quedan regadas más de 75 lenguas en todo el país, pero se ha hecho todo lo posible por anular cualquier rasgo de diversidad cultural que podamos tener. Así lo dejó claro la Constitución de 1886, donde quedó establecido el castellano como lengua oficial en todo el territorio Nacional. La de 1991 solo consiguió que las lenguas indígenas fueran oficiales en sus territorios. Y es tan absurda la forma como se ha buscado enterrar esas raíces lingüísticas, que el inglés es idioma oficial en el archipiélago de San Andrés y Providencia. Uno se da cuenta de esto y se pregunta dónde está nuestro pasado lingüístico, el de antes de que llegara el español.

Hace poco tuve la oportunidad de leer El Sueño del Celta de Mario Vargas Llosa. La historia cuenta cómo un irlandés, después de ver los desastres de la colonización en las selvas del Congo en África y en la frontera entre Perú y Colombia en la Amazonía, empieza a reflexionar sobre sus raíces celtas en Irlanda, tras ver el exterminio que estaban causando a los nativos con la esclavitud. Roger Casement, el explorador irlandés que el Premio Nobel dibuja en su obra, empieza a explorar sus raíces hasta el punto de darse cuenta de que su identidad cultural celta estaba desapareciendo, al igual que el idioma de sus antepasados: el gaélico.

El gaélico es una lengua celta que se habla en Escocia desde el siglo V y hoy es parte de su tradición oral a pesar de la llegada del inglés años más tarde. Es un fenómeno similar al de algunas regiones en España, donde todavía se habla catalán, gallego o vasco junto al mismo español que hablamos en Latinoamérica


Y si venimos a Sudamérica, nos vamos a llevar una gran sorpresa: en Paraguay cerca del 90% de la población conserva el guaraní, la lengua de sus antepasados. Hoy por hoy es uno de los dos idiomas oficiales. Y algo similar pasa en Los Andes. En Bolivia cerca del 30% de la población es bilingüe; mientras que en Perú es aproximadamente el 13%. Al respecto, alguna vez un amigo de Perú me explicó que esto se debía a que los peruanos ante los españoles buscaron ante todo conservar sus tradiciones. Por eso el comentario de que las peruanas no son tan bonitas: porque evitaron a toda costa mezclarse con los españoles. Por supuesto no lo consiguieron del todo, pero uno puede ver en el pueblo peruano que son muchos más orgullosos de su raza de lo que somos acá. En cambio, en Colombia, no he visto un país más regionalista: nos odiamos de región a región; y nos burlamos de los que tienen rasgos indígenas.

Eso explica por qué en Colombia está a punto de desaparecer cualquier pasado lingüístico que hayamos tenido. Solo hasta ayer me vine a enterar de que en Bogotá, desde muchos siglos antes de que llegaran los españoles y de que la ciudad fuera fundada, se hablaba muisca, también conocido como chibcha. La lengua de nuestros antepasados está a punto de morir desde que en 1770 fuera prohibida por decreto real. Ya no queda ningún nativo que la conserve y los esfuerzos que se hacen para mantenerla con vida son prácticamente inútiles, más cuando la globalización nos invita a aprender de culturas de otros países, mientras que de las nuestras nos vamos olvidando. Ahí es cuando uno se pregunta: ¿dónde quedaron nuestras raíces?