No hace poco publiqué un post en el que critiqué algunos de los últimos movimientos de Twitter en su momento. La motivación de aquel post estuvo en que Evan Williams, el CEO de la organización, sugirió darle un giro al tema de quién es o no influyente en la red social de los 140 caracteres. Williams aseguraba qué podría funcionar mejor el tema de un índice que se midiera de acuerdo con los mentions, los Retweets y los Favorites. De esta manera, el número de seguidores dejaría de existir. Afortunadamente, el tema no pasó de más que una declaración para medir cómo nos lo tomaríamos antes de llevarlo a cabo en realidad.
Así mismo, Twitter ha venido quitando opciones que nos hacían la vida más fácil. El tema de eliminar algunas de las recetas de IFTTT o no poder buscar usuarios desde Instagram son movimientos que de a poco han ido deteriorando la experiencia de los usuarios que siempre habíamos visto estas funciones como útiles. Sumado a lo anterior, durante los últimos meses, Twitter en vez de darse cuenta de sus errores y de tener una autocrítica, parece seguirse saliendo del camino por el que se había mantenido como, quizás, la red social más interesante de todas.
Traigo este tema para discutir nuevamente por dos noticias que estuvieron muy presentes en los medios especializados durante los últimos días. La primera tiene que ver con que Falcon Pro, un cliente independiente para gestionar nuestras cuentas de Twitter desde Android, habría alcanzado el nada despreciable número de 100.000 descargas. La segunda es la mala noticia de que el proyecto TweetDeck sería dado de baja como aplicación para iOS, Android y Adobe AIR.
Las 100.000 descargas de Falcon Pro
Pero, bueno, vamos por partes. ¿Qué es Falcon Pro y cuál fue el problema? Falcon Pro nació como un proyecto independiente para Android. Se trata de un cliente hecho especialmente para aquellas personas que querían probar algo distinto a TweetDeck, HootSuite, TweetCaster y la misma aplicación nativa de Twitter. La diferencia es que esta tenía un costo de $1 USD y fue todo un éxito, a pesar de no tener por detrás a un gran desarrollador de aplicaciones con un músculo financiero, que le permitiera ganar visibilidad. Por el contrario, todo fue idea de Joachim Vergés, un tipo común y corriente que un día decidió crear una aplicación mejor a las que ya había y venderla.
Al poco tiempo, la aplicación llegó a las 100.000 descargas. Lo que parecía ser un éxito rotundo se convirtió en un problema: Twitter solo da permiso para que 100.000 usuarios hagan uso de una aplicación de un tercero. La cuestión era que solo 40.000 habían pagado, mientras que 60.000 la habían pirateado. He ahí cuando la piratería es un problema: cuando el perjudicado es un desarrollador independiente que vende su trabajo a lo mismo que cuesta un pasaje de autobús.
Así pues, mientras había gente dispuesta a pagar por un buen producto, Twitter había tomado la firme decisión de que la aplicación no le serviría a nadie más. Los desarrolladores optaron por subir el precio hasta $134 USD, solo para llamar la atención del problema y que la gente dejara de adquirir Falcon Pro, que de paso no iba a funcionar.
El cierre de TweetDeck
Por la misma línea de clientes independientes, TweetDeck nació hace unos años para ofrecer facilidades que Twitter desde la web no ofrece, como manejar más de una cuenta, ver por columnas el Timeline, las menciones, los mensajes directos o las listas. Al poco tiempo, Twitter adquirió TweetDeck, al considerarlo como una amenaza.
No obstante, lo que uno esperaría de una transacción de un grande de la Internet es que sirva para mejorar el servicio. En cambio, la aplicación empeoró, se volvió pesada, dejó de ofrecer soporte en Linux y, al menos en Android, comenzó a presentar problemas con las actualizaciones. Problemas que uno hubiera entendido antes de que Twitter pagara $40.000.000 USD. Al final decidieron hace unos días acabar al que en su momento consideró como un rival. Ahora solo se enfocarán en la versión web, que ni siquiera es buena.
¿Hacia dónde vamos?
¿Y a qué va todo esto? Twitter durante el último año ha buscado por todos los medios la forma de arruinar la buena relación entre la plataforma y el usuario final que siempre había existido: quieren que usemos la aplicación oficial, aún cuando hay mejores. TweetDeck, que en su momento fue revolucionario, está a punto de desaparecer. Falcon Pro tiene el problema de que por políticas de Twitter no lo pueden usar más de 100.000 usuarios. Y aún con estos dos éxitos a cada lado, siguen sin ser capaces de desarrollar una aplicación que cumpla con todas las expectativas.
A lo anterior sumémosle algo curioso: Twitter queriendo competir con Instagram, pretendiendo que subamos fotos con filtros, al tiempo que borra las más antiguas (a mí me pasa todo el tiempo). Y lo otro: ¿una plataforma para subir videos de 6 segundos? Sí, suena bien, pero ¿qué tal si primero corregimos el rumbo, le damos una buena experiencia a los más de 500.000 usuarios finales en vez de trabajar en otros productos? Twitter, lo estás haciendo mal, segunda vez que te lo digo.
Daniel Afanador
Twitter: @Daniel_Afanador
Imagen propiedad de Scott Beale