Estamos hablando de un círculo vicioso en que estos gobiernos solicitan préstamos al Banco Mundial y al FMI. Estos piden a cambio hacer recortes en gastos públicos de salud, educación y reducción de impuestos para atraer la inversión extranjera. Me pregunto de qué forma ese modelo económico es mejor que uno en el que hay que hacer largas filas para comprar productos que están controlados por el Gobierno. De cualquier manera, en el largo plazo, la grande mayoría de la población bajo cualquiera de estos dos modelos la va a estar pasando muy mal.
En Vallas y Ventanas, Naomi Klein explica esta contradicción en los jóvenes que crecieron tras la caída del muro de Berlín en Europa oriental:
Klein dice otra cosa interesante al respecto: mientras en los países comunistas el poder está concentrado en el poder estatal (la mayoría de las veces un partido único), en las economías de libre mercado el poder ni siquiera es ejercido por el Estado, sino por corporaciones y multinacionales, las más beneficiadas de las medidas impuestas recomendadas por el FMI cada vez que el Banco Mundial o el Banco Central Europeo van a conceder un préstamo.
Funciona más o menos así: un país X firmó un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos o recibió un rescate financiero, pero a cambio este debe generar las condiciones para que llegue inversión extranjera y se genere «más empleo» peor pagado. Para que esto sea posible, debe haber algunos recortes en los derechos de los trabajadores (como quitar el pago extra de las horas nocturnas). El Gobierno tendrá que dejar de financiar las escuelas públicas y dejar que el capital privado se encargue de ellas. Y retirar impuestos a los productos importados. Solo algunos ejemplos, aunque es algo cíclico porque siempre habrá de dónde recortar gastos.
Con base en esos ejemplos, el resultado al cabo de unos años será que las personas no van a conseguir empleos en los que se garanticen sus derechos mínimos como trabajadores, solo los hijos de las personas de clase media-alta tendrán acceso a una educación decente, y el Estado no va a tener dinero porque retiró los impuestos de muchos de los productos que venían de afuera. En compensación, para cubrir el déficit se crearán nuevos impuestos que recaerán sobre el ciudadano común de clase media y no sobre las empresas más grandes de capital privado.
Ojo que aquí hay que prestar atención a algo. Los impuestos están hechos para redistribuir la riqueza de los más ricos entre los más pobres. Cada vez que a una multinacional gigante se le da la chance de pagar menos impuestos, son menos beneficios los que las clases bajas van a recibir. Ahora bien, ¿qué pasa con empresas pequeñas y medianas creadas con capital familiar? Son las que más beneficios tributarios deberían recibir y aún así es sobre las que recae la carga de cuando alguien mayor deja de pagar impuestos.
Así es como estamos viviendo ahora, y nos parece mil veces mejor que Venezuela solo porque no hacemos fila en los supermercados. Pero tenemos que hacer fila en una Empresa Prestadora de Salud (EPS) o un hospital privado porque el Estado no fue capaz de cubrir el derecho de la salud de sus ciudadanos y le acabó otorgando el privilegio de ofrecer esos servicios a las empresas privadas de salud. O hay un par de universidades públicas a las que cada vez llega menos dinero público, pero miles de instituciones de educación privadas y una sobreoferta de créditos educativos. Hasta el agua debería ser un derecho humano de acceso universal y hay quienes se escandalizan ante la posibilidad de que los más pobres puedan acceder a ella de forma gratuita (esta es una crítica que surge de gente opinando en tiempos de elecciones. Ver foros o comentarios de Facebook).
Este panorama genera un malestar en todo el mundo, por medio del cual las personas acaban abandonando sus territorios para buscar un mejor futuro donde sea que haya más oportunidades, quizás en países donde haya unas oportunidades que hace tiempo dejaron de existir en los lugares de donde ellos vienen. Personas de México yendo a Estados Unidos porque el Nafta cerró miles de fábricas en México. Inmigrantes africanos llegando a Francia y España porque su continente fue saqueado o turcos en cualquier calle de Berlín porque, claro, ¿quién tiene el mejor sistema de seguridad social y los mejores trabajos? Sí, Alemania. Ninguno de los que llegan a estos países abandonó su tierra por un exceso de oportunidades.
El tema de los refugiados sirios siendo recibidos en todo el mundo tiene que ver con esto. Es claro que ellos huyeron por un conflicto armado (que es peor que la falta de oportunidades), mas utilizo este ejemplo para explicar algo: los sirios son los únicos inmigrantes que, parece, han sido recibidos masivamente con las puertas abiertas. La suerte de los mexicanos siendo perseguidos por propuestas de candidatos republicanos y demócratas que los tildan como si fueran los responsables de que en Estados Unidos no todo el mundo tenga trabajo. Elecciones del Parlamento Europeo con mayorías que se oponen a la entrada de inmigrantes musulmanes en suelo europeo. Colombianos indocumentados siendo expulsados de Venezuela porque eran señalados de ser los responsables de los altos índices de inseguridad en ese país.
Si se fijan, parece que en nombre de la seguridad nacional todos los países quieren cerrar sus fronteras para los ciudadanos de otros países. Sin embargo, hay una tendencia neoliberal hacia el libre mercado como si se tratara del mejor modelo económico porque aparentemente existe la libertad de compra, y a precios cada vez menores, pues las empresas que ofrecen esos productos pagan cada vez menos impuestos en los países donde operan.
Pagan menos impuestos, lo que se traduce en menos distribución de la riqueza en servicios públicos para los más pobres y creación de nuevos impuestos sobre la clase media.
Nadie lo va a percibir porque existe el acceso al crédito. Tenemos la oportunidad de endeudarnos a 36 meses con tal de seguir teniendo un estilo de vida al que no vamos a renunciar.
Si al comienzo dije que el comunismo había fracasado con creces, el modelo económico neoliberal parece insostenible en el largo plazo también. Mientras la globalización debería unir a todas las culturas para enfrentar problemas en común, hasta ahora solo está funcionando para el libre tránsito de productos y no de personas.
Adhiero las palabras de Naomi Klein, que en las últimas tres décadas se ha dedicado a estudiar la globalización y el libre mercado desde dentro de las clases más afectadas:
«La alternativa al capitalismo no es el comunismo, sino el poder descentralizado». Si bajo estos dos modelos el poder está en manos de la corporación y el aparato estatal, respectivamente, quienes más merecen ser apoyados en este momento son la sociedad civil y los gobiernos que no se han entregado todavía a las exigencias del Banco Mundial y el FMI.