Se ha vuelto una excusa para quienes están al frente de los grandes medios de comunicación que al justificar la falta de periodismo investigativo o el cierre de revistas especializadas en el tema se excusen con que «la gente ya no lee», reflejo de los cada vez más bajos niveles en ventas de periódicos, libros y revistas, razón por la cual algunos cientos de medios impresos de todo el mundo han debido cerrar durante los últimos años. Así sucedió en Colombia en 2010: revista Cambio, reconocida por haberle destapado varios escándalos al gobierno Uribe, fue cerrada esgrimiendo los mismos argumentos, aunque en ese momento haya quedado el sabor de que fue un intento de censura por parte del Gobierno Colombiano. En fin, para nadie es un secreto que los medios impresos están condenados a desaparecer. Seguramente no será algo de un día para otro y quizás ni lo alcancemos a ver. Sin embargo, lo que estamos presenciando hoy es una transformación en la industria del entretenimiento similar a la del cine y la televisión por estos días.

Hasta hace algunos años yo me podía leer más de diez libros al año, y eso sin contar que durante el tiempo en que estuve en la universidad siempre tenía algún paquete de fotocopias en la mano. Pasó el tiempo y cuando llegaba a mi último año de estudios ya no era capaz de leer un libro completo y en algunos casos prefería leer, resaltar y tomar notas desde el computador. Claramente los hábitos de consumo en cuanto a medios impresos han venido cambiando durante los últimos diez años. Y es que la razón por la que dejé de leer libros y revistas está en estos nuevos medios. Ahora en cambio  no exagero si digo que leo más de 60 blogs gracias al RSS, tecnología de la que alguna vez hablé. Sumémosle que además de la proliferación de dispositivos Apple y Android existen nuevas formas de leer, gracias a formatos como los de Google Currents y Flipboard, que llevan la experiencia de leer contenidos digitales a una experiencia parecida a la de las tradicionales revistas impresas, especialmente porque leemos sobre lo que nos interesa, no sobre lo que un editor quiere que nos interese.


Así mismo, estos nuevos cambios han traído una nueva competencia a la industria editorial, que con patadas de ahogado ha llegado a asegurar que <<el Kindle y Amazon no tienen futuro>>. ¿Miedo al cambio? Seguramente. A propósito, no sobra resaltar el esfuerzo que han hecho precisamente Amazon y Barnes & Noble en Estados Unidos presentando dispositivos como el Kindle o el Nook para la lectura en estos nuevos formatos. Sumémosle también lo que hoy hacen periódicos y revistas de todo el mundo para no quedarse atrás con la presentación de aplicaciones móviles, tanto pagas como gratuitas. Ése es el siguiente paso que deben tomar las casas editoriales: entender que el papel y la tinta son solo una parte de su gran negocio.

En últimas, esta evolución hacia los libros digitales lo que hace es reducir costos de producción y quitar costos de intermediarios. Calculen cuánto vale imprimir y transportar mil libros de un país a otro, sumándole los impuestos y aranceles que pueda haber dentro de la cadena de producción. Al mismo tiempo lo que estamos logrando es una universalización del conocimiento en la medida en que los libros y medios impresos sean cada vez más baratos e incluso gratuitos. En efecto, llama la atención que el Banco Mundial lo haya entendido así y esté haciendo un esfuerzo por colocar a disposición de todo el mundo las publicaciones e investigaciones que en muchos casos son financiadas con dineros públicos. Mientras haya organizaciones y grandes compañías que, al igual que nosotros como consumidores, entiendan y se comprometan con estos cambios los libros digitales tendrán futuro. ¿Y ustedes cómo ven el futuro de los libros digitales?

Les dejo el video de la campaña del Banco Mundial en cuestión:


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