Ícono de WhatsApp en un celular

Imagínense si un juez le pidiera a Microsoft que los archivos de todos sus usuarios usando Windows ya no pueden ser almacenados en un directorio del disco local C, sino que tienen que estar en el escritorio. Técnicamente, el juez le estaría pidiendo a Microsoft que empeore su producto. Si bien los directorios donde están almacenados los archivos no son la principal razón por la que alguien escoge Windows, sí es algo de gran impacto en cómo el sistema operativo se comporta como un todo. Si esto fuera posible, sería como si todo el mundo tuviera que usar Windows con el escritorio de una persona de la tercera edad.

Ahora bien, basándonos en el ejemplo de arriba, algo parecido ha venido pasando con WhatsApp en Brasil, donde la justicia ha hecho caer en cuatro ocasiones el servicio, y en una de ellas emitiendo una orden de captura contra un vicepresidente de Facebook porque «WhatsApp se había negado a colaborar con la justicia en investigaciones relacionadas con tráfico de drogas» (importante: Facebook y WhatsApp son empresas separadas).

Las dos situaciones aquí descritas se parecen porque, si de los jueces dependiera, WhatsApp dejaría de encriptar sus mensajes, lo que empeoraría el producto. Como funcionan hoy las cosas, si yo envío un mensaje a mi hermano, el mensaje solo existe dentro de mi celular y dentro del de mi hermano. Por fuera de esos dos dispositivos, los mensajes solo existen de forma encriptada por un corto período de tiempo, y la llave para desencriptarlos está únicamente dentro de cada celular involucrado.

WhatsApp no es como Facebook, que almacena en un servidor físico toda la información que hayamos publicado en nuestros muros desde que abrimos nuestra cuenta. Para el caso de WhatsApp, todo mensaje, foto, vídeo o audio no existe en ningún servidor por un largo período de tiempo, apenas el necesario para que salga y caiga de un celular a otro. Y aun así, en ese corto período de tiempo, el mensaje está encriptado.

Ese sería el momento exacto — cuando no ha llegado a su destino — en que los jueces estarían pidiendo para que «WhatsApp colabore con la justicia», para lo cual tendrían, primero, que almacenar cada mensaje enviado por todo usuario de WhatsApp, y segundo, eliminar la encriptación.

Esto es un problema por dos razones:

La primera, porque WhatsApp tendría que pasar a utilizar servidores que en este momento no tiene, lo cual aumentaría los costos operacionales del servicio, y en consecuencia los usuarios tendríamos que pagar para poderlo usar (sí, WhatsApp es gratis). Acto seguido, habría una migración de usuarios hacia otra plataforma (Telegram), como ha sucedido las veces en que el servicio se cayó en Brasil.

La segunda también es inconveniente, considerando que la encriptación es una de las características más importantes de WhatsApp. WhatsApp no va a dar su brazo a torcer en una discusión de la privacidad de sus usuarios, que escogieron este servicio y no otro para enviar sus mensajes porque era más seguro que cualquier otro. Mientras tanto, si un traficante de drogas sospecha que le van a interceptar sus mensajes, simplemente cambia de plataforma para comunicarse y ya. Como mencionamos hace unos días, los chicos malos siempre encontrarán el camino para hacer cosas malas.

Todo esto para decir lo que WhatsApp ha repetido una y otra vez: WhatsApp no puede entregar los mensajes solicitados por un juez porque simplemente no los tiene. En ningún servidor están los mensajes que están siendo solicitados y si lo estuvieran, apenas tendríamos acceso a mensajes encriptados que ningún ser humano podría leer. Lo que la justicia tendría que hacer en este caso sería, con una orden judicial, examinar los teléfonos que estén bajo sospecha. Solo que si llegasen a estar bloqueados, volveríamos a tener el mismo problema, pero involucrando a Apple o a Google y ya no a WhatsApp.

If a court in Brazil doesn’t like end-to-end encryption, I wonder if it’ll block other apps that supposedly have same level of security.

Además de todo lo anterior, hay aquí un componente geopolítico que vale la pena tener en cuenta que hace aun más complejo este asunto: WhatsApp Inc. existe legalmente en Mountain View, California. ¿Por qué un juez en Brasil le daría una orden a una empresa norteamericana? Bajo este escenario, WhatsApp ni siquiera está obligada a responder, lo que ha llevado a que el servicio sea suspendido en múltiples oportunidades por las operadoras de telefonía de ese país. Y aun así, WhatsApp ha estado dispuesto a ayudar hasta donde técnicamente le ha sido posible.

Hay quienes se ponen del lado de que WhatsApp debería respetar las leyes de los países donde opera. Esa idea es muy ingenua. WhatsApp no es como Uber, Facebook o Google, que efectivamente tienen oficinas en varios países del mundo. WhatsApp no. WhatsApp existe apenas en los celulares de las personas que lo utilizan. ¿Jurídicamente cómo podrían forzarlos a cumplir con la ley si no existe una representación legal en ningún lugar del mundo ni existen servidores que almacenen los mensajes?, ¿podrían hacer lo mismo con aplicaciones de desarrolladores independientes que tampoco tienen representación legal?

Este tema es muy delicado porque, si la justicia en el país que sea determina que un servicio debe ser bloqueado, estaríamos ante potenciales dictaduras, no muy diferente de lo que puede hacer el Gobierno Chino, Ruso o Norcoreano. La diferencia aquí sería quién toma las decisiones arbitrarias: no sería más el Ejecutivo, sino el Judicial.

En Brasil ha durado un par de horas cada bloqueo porque la opinión pública siempre se movilizó y defendió el Marco Civil de la Internet y la neutralidad en la red. Esto ha sido así porque WhatsApp es quizás la aplicación más popular en Brasil, pero ¿qué pasaría si aplicaran la misma medida con servicios menos populares que tampoco tienen representación legal en Brasil? Es lo que los taxistas en Colombia quieren que el Ministerio TIC haga con Uber, pero que afortunadamente no ha sido posible porque no tiene las facultades para hacerlo.

Si las tuviera, como si de un botón de encender y apagar se tratara, podríamos ver lo frágiles que somos toda vez que estamos conectados a una red de Internet: el Gobierno en cualquier instante podría decirnos a qué podemos o no acceder. En el peor de los casos, podríamos aprender a usar un VPN. Estamos advertidos desde ya.

Nota: el vídeo de arriba (en portugués) es una parodia de Porta dos Fundos de lo fácil que parece ser tumbar WhatsApp en Brasil.

Imagen: downloadsource.fr