En mayo pasado recibí de Amazon Brasil un cupón de descuento de R$100 ($30 USD aprox.) para la compra de un Kindle de R$299 ($94 USD). Como el cupón expiraba en menos de 30 días, tuve que pensar rápido si iba a usarlo o no. No estaba en mis planes hacer esta compra, y para el momento era suficiente para mí leer libros desde la aplicación de Kindle en Android, que ya usaba en el celular y la tableta de manera casual.

Siendo sincero, no usaba mucho esa aplicación. Sí bien había comprado y leído varios libros desde 2013, el celular lo uso para otras cosas. La tableta la uso un 95% de las veces para ver series en Netflix y un 4% para vídeos en YouTube. En muy raras oportunidades la utilizo para leer libros. Cuando lo llegué a hacer fue porque se trataba de libros que no había podido conseguir en formato físico, y aun así hubo ocasiones en que compré libros por $1 USD en Amazon de Estados Unidos antes de comprarlos para Kindle. En otras palabras, la aplicación de Kindle para Android era apenas mi último recurso.

Así pues, antes de que expirara el cupón, acabé comprando un producto que nunca me había pasado por la cabeza comprar (lo que es el poder de la publicidad). En su descripción, el producto se llamaba Kindle con pantalla sensible y WiFi (Amazon USAAmazon Brasil), y en efecto pagué R$199 con envío incluido (con el cupón pasó de R$299 a R$199). El envío demoró entre 3 y 5 días para ser entregado en Sao Paulo, y puede demorar hasta 7 para el norte y nordeste del país. Esto es importante mencionar porque ayuda a entender que Amazon en Brasil (y futuramente en el resto de Latinaomérica) está a años luz de funcionar a como lo hace en Estados Unidos, Europa y Japón.

Empecemos por tener en cuenta que Amazon en Brasil apenas ofrece Kindles, libros y ebooks. Esa es una estrategia utilizada siempre que abren un nuevo mercado, por lo que es de esperar que pasen años antes de que exista en Brasil Amazon Prime (entregas de 1 día), entre otras razones porque el centro de distribución de Amazon está en Sao Paulo, y las condiciones logísticas de Brasil son muy complicadas. Hay lugares en los que las calles no tienen número y en vez del cartero llevar el producto a la puerta de la casa, la persona debe irlo a buscar personalmente en la agencia de correos más cercana. Aunque esto no explica el hecho de que un envío se pueda demorar hasta 7 días, sí ayuda a entender la complejidad de los envíos en un país que es más grande que Europa.

Algo que merece llamar la atención aquí es que, a diferencia de Linio o Mercado Libre, que también venden todo tipo de productos por Internet, Amazon siempre se dio a conocer en primer lugar como el sitio web en el que las personas podían comprar libros. En cambio cuando uno piensa en Linio o Mercado Libre, no hay un producto con el que uno los pueda asociar. Mercado Libre vende productos tanto nuevos, como usados, mientras que Linio vende productos nuevos (de todo tipo). Si bien todos son un Market Place, solo Amazon se diferenció desde el comienzo por vender un único producto que los demás no vendían (y aplastar así a los pequeños libreros).
Esto explica en parte el éxito del Kindle. Podríamos fácilmente leer libros en un celular, una tableta, o incluso hay lectores de otras marcas (como Nook), pero Amazon logró desde los años 90 que las personas pensaran en Amazon como un sinónimo de tienda de libros. Una vez eliminada la competencia, sin más opciones dónde comprar libros, incluso con precios por debajo de los de las librerías físicas o con envíos gratis, y con la tarjeta de crédito de sus clientes capturada (quizás para siempre), era solo cuestión de tiempo para comenzar a ofrecer otros productos. En Brasil, Amazon todavía está en la etapa en la que las personas ni siquiera saben qué es Amazon.
De un tiempo para acá comencé a ver más personas en el bus leyendo un Kindle en blanco y negro, o preguntando entre amigos y conocidos si recomendaban comprar un Kindle. Eso despierta curiosidad y es solo que haya un pequeño empujón para que acabemos cayendo ante el poder de la publicidad (como me pasó a mí).

Ahora bien, respondiendo a esa pregunta hecha entre conocidos, la principal razón por la que me atrevería a recomendar un Kindle es porque es posible adquirir libros que solo llegarían a nuestros países importados con precios por las nubes. Yo compré Throwing Rocks at the Google Bus: How Growth Became the Enemy of Prosperity, que no era vendido en formato físico en ninguna librería de Brasil.

Pero suponiendo que tengamos a nuestro alcance cualquier libro, ¿cuál sería entonces la ventaja de comprar un Kindle? Yo diría que la practicidad, pues el tamaño es el de un cuaderno de entre 6 y 7 pulgadas (mayor que un celular y menor que una tablet), liviano y tan fácil de leer, como que se le puede cambiar el tamaño de la letra para personas de todas las edades. Además la pantalla no es brillante como sí lo es la pantalla de una tablet. Esto hace que sea posible leer sin problema bajo la luz del sol. Dicho esto, la experiencia de leer en un Kindle no es muy diferente a la de leer un libro físico.

Hay quienes dicen que les gusta leer en papel, pero muchas de las personas que dicen esto tienen la experiencia con libros en formato PDF, lo cual es horrible. Lo mejor que encontré en su momento fue Mantano Cloud (versión gratuita – versión paga), que permitía tener una biblioteca de libros con el atractivo visual de la portada de cada uno, y recordaba hasta dónde uno había leído. Y eso ya estaba lejos de leer documentos en Adobe Acrobat que, repito, es horrible si estamos hablando de libros.


Esto último solo para decir que con un Kindle pasa todo lo contrario. La experiencia no es horrible y han intentado que se parezca lo máximo a cómo es leer un libro de papel, haciendo incluso más fácil pasar de página, imitando los colores de las hojas y permitiendo adicionalmente tomar anotaciones (y hasta buscar el significado de palabras en inglés).

A esto le agregaría un detalle: la sincronización. Supongamos que estamos en el 50% del libro. Olvidamos el Kindle en casa, pero el celular está con nosotros. Si avanzamos hasta el 60%, los dos dispositivos se van a sincronizar la próxima vez en que estén conectados a Internet. Podremos, según esto, continuar en cualquier dispositivo en el punto más avanzado en que hayamos quedado la última vez.

Por cierto, un tema importante es el del espacio. En un Kindle caben hasta mil libros. Yo todavía compro libros de papel y sea como sea les voy a encontrar un lugar en el lugar donde vivo. No obstante, hay un par de libros que no puedo llevar conmigo adonde sea que vaya. Dejé muchos libros en Bogotá cuando vine a Sao Paulo, y si algún día me voy, creo que dejaré una decena de libros que no podrán acompañarme a mi próximo destino. Seguramente ese no sea un problema por el que pasen todas las personas, y quizás la mayoría de las personas ni siquiera compren tantos libros. A lo que voy es a que de una manera simple podremos llevar nuestros libros más queridos a cualquier lugar, ya sean 5 o 100. ¿Cuánto sería eso en kilos?

Respondiendo a la pregunta del título de este post, puedo afirmar por experiencia propia que sí vale la pena comprar un Kindle. A final de cuentas es el dispositivo electrónico que más ha sabido capturar la esencia de un libro, mas no por eso dejaré de comprar libros de papel. No tengo preferencia por el papel o por la tinta electrónica. Hay cosas de Amazon, como fabricante del Kindle, en las que estoy en contra (escribí todo un post sobre eso aquí). Y mientras las cosas sigan siendo así, y mientras el libro que quiero comprar lo vendan en mi librería más cercana, seguiré apoyando la industria del libro. Para todo lo demás, tengo un Kindle conmigo que puedo llevar a cualquier lugar con cuantos libros se me ocurra cargar. Sé que a final de cuentas nunca llegaré al límite.