Hace unas semanas no fuimos pocos los usuarios de Google que manifestamos nuestro descontento tras el reciente cierre de Reader, el servicio de lectura de feeds que para esa época utilizaban más de 5 millones de usuarios solo desde dispositivos móviles. Su decisión arbitraría solo apuntaba hacia un lado: los de Mountain View habían dejado de ser el ‘don’t be evil’ que alguna vez fueron, pasando a convertirse en el nuevo Microsoft, el gigante al que alguna vez quisieron desafiar; una empresa que con tal de mostrarles utilidades a sus accionistas es capaz de tomar decisiones arbitrarias sin pensar en sus usuarios, aquellos que entregan su información y su privacidad a cambio de un servicio «gratuito». Esos mismos que dan click en los anuncios y que finalmente son los que alimentan a la gran familia Google.

Ante esta posición de indeferencia de la compañía, en la que seguramente seguirán cerrando servicios de forma inoportuna, no he sido el único que ha anunciado que buscará la forma de abandonar, en lo posible, todos los servicios que ofrece Google. Quiero estar preparado para el momento en que decidan acabar con otro producto o para cuando empiecen a cobrar como ya sudeció con Google Apps, que empezó siendo gratuito con la creación de hasta 50 cuentas; pasaron a ser 10; y hoy cobran por abrir una sola. Es una realidad que no podemos negar, que en el largo plazo todo lo que hoy creemos que es gratuito empiece a tener un costo con dinero real y no solo con nuestra información.

Viendo así las cosas, he tomado una decisión en los últimos meses respecto a qué servicios seguir utilizando de Google y cuáles abandonar. Este blog, por ejemplo, alojado en Blogger, que pertenece a Google, lo he empezado a emigrar, ya que no se me haría raro o que cerraran la plataforma o empezaran a cobrar por mejorarla, que por lo visto nunca lo harán. Hay opciones mejores como WordPress o MovableType. Respecto al navegador, decidí volver a Mozilla Firefox y abandonar Google Chrome. Empecé a usar los mapas de Nokia en el celular; adopté DuckDuckGo como buscador; y desde un comienzo dije que no iba a usar los nuevos servicios con los que pretendían competirle a Evernote y a Spotify.


¿Y Android?

Android para mí es un caso aparte. Si bien es el sistema operativo de Google; se alimenta de nuestros datos registrados en Google; y no sería nada si no tuviera a la gran G detrás, yo sigo concibiendo a Android como lo fue en sus inicios cuando era una pequeña Startup en Palo Alto, California, con Andy Rubin a la cabeza. Eso en 2004. Para entonces, Android ya pensaba en entornos móviles aún cuando nadie más lo estaba haciendo. No fue hasta 2007 que apareció el primer iPhone; y ni Nokia ni BlackBerry aún teniendo el poder de la telefonía móvil que ostentaban en esa época, fueron capaces de tomar el liderazgo de lo que vendrían a ser los dispositivos móviles 10 años después: hoy estas dos compañías se pelean por un tercer puesto.

Por esto último, y por haberse apoyado en lo que ha venido haciendo Linux desde los años 90 es que sigo viendo a Android como lo que fue antes de que Google lo adquiriera en 2005. Caso similar es el de YouTube, que hoy siendo parte de Google, en sus inicios no lo fue.

¿Abandonar Google?

Ojalá pudiera dejar a Google a un lado del todo, pero es realmente imposible. No estamos hablando de una marca con un único producto, sino de una que tiene tantos, que se puede dar el lujo de cerrar o empezar a cobrar por algunos de ellos. Y la mayoría de sus usuarios es tan dependiente de esta dinámica, de usar servicios gratuitos, que prefieren seguir ahí usando los que seguirán siéndolo.

No dudo que muchos de los servicios de Google sean excelentes. Sigo usando varios de ellos. Tampoco dudo que la mayoría de personas trabajando en Google tengan buenas intenciones; pero el rumbo que están tomando últimamente de la mano de unos inversionistas, que no buscan más que maximizar unas utilidades, está consiguiendo su cometido: que una minoría se empiece a cansar y a abandonar sus servicios.


Daniel Afanador
Twitter: @Daniel_Afanador

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