Washington Memorial en DC
 
Hace un año exactamente tomé la foto de arriba en Washington, DC. Unas horas más tarde me estaba montando en un avión para volver a Bogotá después de 4 meses. Y ahí terminó una de las etapas más importantes de mi vida: la de la universidad y la de estar lejos de casa por un largo tiempo.

El siguiente post lo escribí hace más de 1 año, pero hasta ahora lo publico. Hace parte de la serie de entradas sobre recuerdos de Estados Unidos que pueden encontrar a continuación:


Recuerdos de Estados Unidos – Nueva York (I)

Recuerdos de Estados Unidos – Nueva York (II)
Recuerdos de Estados Unidos – Baltimore

Quizás nunca lo hayan considerado, pero ¿alguna vez se han preguntado cuáles son las ciudades más importantes del mundo? Hay varias, y depende del área de la que estemos hablando. Por ejemplo, Bruselas es importante a nivel continental por ser sede de la Unión Europea y del Parlamento Europeo. Berlín, históricamente hablando, fue el punto en el que se dividió ideológicamente el mundo durante más de cinco décadas. E igualmente pasa con Silicon Valley en San Francisco si hablamos de innovación tecnológica. Igual Nueva York con Wall Street como símbolo de la economía mundial.

Realmente son muy pocas las ciudades que tienen el privilegio de ser símbolos a nivel mundial de algo importante, porque lo que pasa con la mayoría es que seguramente sean  importantes solo a nivel regional. Caso contrario es lo que pasa con Washington DC. El Distrito de Columbia, de ahí el origen del DC, no solo alberga la casa del presidente de Estados Unidos desde hace más de 200 años. Y eso ya dice mucho, al tratarse de la primera potencia a nivel occidental e incluso mundial desde hace más de 100 años.
 
Y puede haber quienes no estén de acuerdo o a quienes simplemente les moleste esta afirmación, pero lo cierto es que desde Washington se pone la agenda mundial y se toman las decisiones más importantes del mundo a nivel geopolítico. O por lo menos cualquier gobierno lo piensa dos veces en EE.UU. antes de tomar cualquier decisión que vaya a trascender por fuera de sus fronteras.
 
Llevo cuatro meses aquí, y antes de eso jamás se me pasó por la cabeza poner un pie en Washington. Incluso lo que más me llamaba la atención de Estados Unidos estaba en otros lugares, y si hace seis meses me hubieran dado a escoger, hubiera estado entre Europa y Latinoamérica. Pero ya estando acá, uno se da cuenta de todo el poder que puede haber reunido en una sola ciudad.
Edificio del Banco Mundial en Washington, DC. A su redonda están el FMI, la OEA, el BID y la Casa Blanca.

Como dije más arriba, no solo estamos hablando de una casa presidencial, sino de dónde se encuentran los headquarters de algunas de las organizaciones internacionales más importantes a nivel regional y mundial. Washington es sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de la Organización de Estados Americanos (OEA), del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI), y dejémoslo ahí porque no estamos contando el número de embajadas que puede llegar a haber en una sola ciudad en un solo barrio, ni el poder que realmente tienen el Congreso de EE.UU. o el FBI. Estamos hablando también de toda la historia que se esconde detrás de Washington, comenzando por su propio nombre, George Washington, primer presidente de los Estados Unidos y líder de una de las revoluciones que marcó el comienzo de toda una era que traería la independencia en el mundo occidental.

Llegando a Washington


Llegué a Washington un mes después de que me llamaran a mi casa a preguntarme si me gustaría hacer una pasantía en la OEA. Por supuesto acepté, y aún cuando faltaba menos de una semana para viajar, no sabía dónde iba a vivir, ni conocía a nadie. Mi plan era llegar a un hostal que encontré por Internet, y estando allá empezar a buscar algo más estable. Sin embargo, preguntando con amigos y familiares, llegamos al típico familiar o amigo lejano que me podía ayudar. Se trataba de dos familias que vivían en el área metropolitana de Washington, más exactamente en el estado de Maryland, que junto a Virginia rodea la capital de Estados Unidos.


Estas dos familias me ayudaron en todo lo que estuvo a su alcance, desde ir a recoger mi equipaje a media noche a otro aeropuerto diferente al que yo llegué por error de la aerolínea, hasta dejarme quedar en su casa mientras buscaba una habitación. Esto junto a todo lo demás: aprender a usar el metro, conocer la ciudad, comprar las cosas que iba a necesitar durante los siguientes 4 meses, conseguirme una línea de teléfono…creo que yo solo no hubiera sobrevivido.


Como lo mencioné alguna vez, durante esta época viví en una ciudad llamada Rockville, en Maryland. Escogí vivir allí porque hasta allá llegaba el metro Washington, aún cuando estamos hablando de otro Estado. Vivía en una habitación en una casa en la que vivían varias personas, pero nadie se hablaba con nadie. La verdad es que solo los latinoamericanos somos sociables y efectivamente ninguno de mis compañeros de casa lo era.


De mi casa a las oficinas de la OEA me tomaba 45 minutos, y diariamente me gastaba $10 dólares en ir y volver, casi 4 veces de lo que gastaba yendo a la universidad acá en Bogotá. Afortunadamente mi casa quedaba a unas pocas cuadras de la estación, pues conocía gente que a esos tres cuartos de hora le debían sumar lo que se gastaban en tiempo y en dinero en ir en autobús de la estación hasta donde vivían. Y a eso sumémosle que hay transporte que deja de pasar a las 8 de la noche. Había personas que a las 7 de la noche ya se tenían que ir a casa. Si esto que les digo cuesta el metro, no se querrán imaginar cuánto valía montar en taxi

 Los dos edificios que hoy tiene la OEA quedan a unas pocas cuadras de la Casa Blanca y del Washington Memorial, la imagen con la que comencé este post. Tuve la fortuna de ver durante 4 meses esa imagen todos los días sin dejar de asombrarme cada mañana. También me asombraba durante los primeros días ver gente en la calle con un iPhone sin la desconfianza de que los fueran a robar, o con un iPad o un Kindle leyendo en el bus o en el metro. Eran cosas que veía todos los días en mi camino de la estación de Rockville a la de Farragut North. Imágenes que nunca podré imitar yo mismo acá en Bogotá.

En esos 4 meses también tuve la fortuna de ver más de una vez la caravana del presidente Obama. El video de aquí abajo lo grabé con mi celular al frente del Banco Mundial. Cierran las calles, todas las personas deben estar sobre la acera y nadie puede poner un solo pie en la avenida. El operativo lo empiezan a organizar al menos 5 minutos antes de que los carros pasen

 DC United, el equipo de la ciuda

Washington también tiene un equipo de fútbol. No es el deporte más popular, como el hockey, el baseball, el fútbol americano o el basketball, pero tiene hinchas. El DC United, que jugó como invitado en la Copa Sudamericana 2007, llegó a la semifinal de la MLS en 2012. No le alcanzó para el título, pero bueno. Tuve la oportunidad de ver a uno de los equipos más importantes de la liga de fútbol soccer de ese país. Algo que me llamó mucho la atención es todo el marketing que hay alrededor del equipo aún cuando el estadio nunca se llena y los precios de la boletaría son altos: uno ve autobuses, paredes y diarios con publicidad en la que invitan a la gente a ir al estadio. Así terminé un día el JFK Stadium, una de las sedes del mundial de USA 94

 
También tuve la oportunidad de conocer Dupont Circle, que junto a TImes Square en Nueva York, la Puerta de Brandenburgo en Berlín y el barrio Cedritos en Bogotá, es el mejor lugar en el que es he estado, pero más por su significado, que por lo que haya allá. Es una de las partes de la ciudad donde quedan los bares y discotecas. Lo especial es que parte la cultura norteamericana  tiene algo que nosotros no: los happy-hours. Que, sí, acá existen, pero son una muy mala imitación. En Estados Unidos existe la cultura de que después del trabajo nos vamos a tomar una cerveza y nos vamos a desestrezar. No nos vamos a emborrachar. Solo vamos a pasar un rato agradable con los compañeros del trabajo. Y si quieren el mejor Happy-Hour de Washington, DC, tienen que ir a Vapianos.
 
Bueno, para no alargar más este post, quisiera dejarlo hasta acá. Me hizo falta hablar del Capitolio, de los museos, del monumento a Lincoln y el de la guerra de Corea, pero bueno. No sé si en una próxima oportunidad. Esta vez solo quería recordar un largo episodio que tuvo mi vida y que terminó hace un año precisamente.
 
Si algún día van, busquen una pizzería que queda al frente del edificio GSB de la OEA, el que tiene un Juan Valdez en el primer piso.
 
Los dejo con una selección de mis más de 900 fotos.
 
 
*Este artículo estaba incompleto cuando lo retomé. Algunos fragmentos fueron escritos hace un año y otros los agregué antes de publicarlo.