The Social Network, la película de Facebook lanzada en 2010, le hizo daño a la cabeza de muchas personas. No precisamente porque el filme muestre cosas reales o ficticias, sino porque a muchos les dio la idea equivocada de lo que es ser un emprendedor y lo que es una Startup. Es claro que los productores de la película no tienen ninguna responsabilidad sobre cómo alguien interprete su obra, similar a la frase: «yo soy responsable de lo que dije, no de lo que tú entendiste».

En 2010 había muy poca información sobre el naciente ecosistema de las Startups. Android y el iPhone no tenían más de 3 años de vida, nadie sabía lo que eran Uber, Snapchat o LinkedIn, y todos usábamos Twitter desde un computador de escritorio. Pero algo estaba pasando. La tecnología estaba cambiando nuestras vidas. 

The Social Network fue la primera gran historia en ser contada en la pantalla grande sobre cómo la tecnología estaba cambiando nuestras vidas. Para equilibrar la historia sobre lo que la película deja de mostrar, podríamos hablar del libro The Facebook Effect (David Kirkpatrick). En ambos casos, se trataba de la historia jamás contada sobre cómo Mark Zuckerberg abandona la universidad para mudarse a Silicon Valley y construir un imperio con 500 millones de usuarios (hoy 2 billones): una red social de color azul para estudiantes universitarios. Hoy Facebook es una de las empresas de tecnología más valiosas del mundo junto con Apple, Google y Amazon.



El discurso de los medios de comunicación de tecnología en años siguientes giró en torno de la figura del emprendedor, capaz de abandonarlo todo para alcanzar un sueño. El nuevo sueño del capitalismo, esta vez emulado en Silicon Valley, se convertiría en tener una aplicación con usuarios reales creciendo a dos dígitos o pagando por un producto. En los años venideros, otras empresas como Dropbox, Evernote, Uber y Spotify, demostrarían que tocar el cielo con las manos era posible. ¿Lo era?

Derribando la falsa narrativa de las Startups


En su libro Lost and Founder, escrito por Rand Fishkin, fundador de MOZ, se descontruyen muchos de los mitos del mundo color de rosa de las Startups y del mundo de la tecnología. Para quienes no lo conocen, Fishkin es una de las personas más influyentes en la industria del SEO, educando con gran contenido a quienes quisieran aprender de SEO en blog de MOZ por más de una década y el famoso Whiteboard Friday. MOZ nace así como un blog y una empresa que ofrecía consultoría sobre temas de visibilidad en Google a pequeños negocios en Seattle y se convierte en un promisor Software tan útil como Google Analytics. Finalmente Fishkin, a pesar de ser CEO y fundador da un paso al costado,

Como explica Fishkin en un post en el que habla sobre el libro, su objetivo era «desmantelar» algunas de las ideas incuestionables en Silicon Valley como «no esperar a pulir el producto y lanzar primero un producto mínimo viable (MVP)»; «construir un negocio alrededor de un producto y no de un servicio» e «ir por lo grande, no vender temprano». Esto último a propósito de una venta no llevada a cabo de MOZ a Hubspot de la que Fishkin se arrepiente hasta el día de hoy. El gran momento del libro ocurre cuando se reúne la junta directiva para discutir sobre cómo despedir a 59 empleados:

So a bunch of fucking millionaires are sitting here deciding whether people who make a tenth of what they do really need two or three extra weeks of severance pay after losing their jobs.

Estas serían solo algunas de las pinceladas de la obra de Fishkin, pero el gran mensaje que me queda a mí es lo jodido que está el mundo para que hoy se inviertan no millones, sino billones en empresas que no venden un lápiz y no sabemos si algún día lo lleguen a vender. Aquí en el blog hablamos del caso de Snapchat. Es dinero siendo quemado literalmente y funciona de la siguiente manera.

¿Cómo funciona realmente una Startup?


Supongamos que un inversionista, llamado tambien como fondo de capital de riesgo, tiene $ 100 dólares. Estos $ 100 dólares son para invertir en el número de Startups que se le antoje al inversionista, que no hace más que manejar el dinero de personas que esperan invertir $ 1 y recibir $ 4 algún día. Por lo general esto no se da de la noche a la mañana, sino en períodos de 5 a 10 años. De esta forma, Facebook nace en 2004, pero sale a la bolsa en 2012. Snapchat nace en 2010 y sale a la bolsa en 2017. Uber nace en 2009 pero al día de hoy sigue siendo una empresa privada sin salir a la bolsa. Aun así, los primeros en haber puesto dinero en estas empresas hoy son millonarios.

Lo que va a pasar con todas estas empresas de tecnología es que reciben uno de estos $ 100 dólares que el fondo tenía para invertir, y le van a dar unos años no solo para recuperar ese dólar, sino ojalá para duplicarlo o triplicarlo. En el mejor de los casos, empresas con mucho potencial van a recibir $ 5 o $ 10 dólares, pero la expectativa va a ser tan alta como la inversión que se haga. No olviden que estamos hablando de solo $ 100 dólares a modo de ejemplo. En la vida real hablaríamos de billones de dólares involucrados y expectativas de crecimiento absurdas.

De esta forma, un fondo de inversión tiene sus apuestas no en una, sino en decenas de empresas que esperan crecer de forma exponencial en un período de 1 a 2 años. Crecer de forma exponencial puede significar fácilmente pasar de 0 usuarios a contar con miles o millones pagando. Empresas latinoamericanas que lo han logrado en años recientes podríamos hablar de Rappi, Platzi, Nubank, iFood o VivaReal. Todas pasaron de ser completas desconocidas para todo el mundo, a contar con una base de usuarios sólida que paga por usar uno de sus productos.

Todas estas empresas seguramente recibieron en algún momento dinero de aceleradoras como Y-Combinator, Andreessen Horowitz, Sequoia Capital o Google Ventures, entre otras. Y el dinero invertido no es justamente para tener unas oficinas fancy, con mesas de ping-pong y comida gratis. El dinero es para que los primeros empleados de estas startups tengan los recursos mínimos para alcanzar su primer millón de usuarios y de ahí en adelante no parar de crecer.

Un choque contra la realidad


Lo cierto es que después de The Social Network, la idea con la que nos quedamos sobre cómo funcionaba Silicon Valley fue siendo distorcionada, hasta el punto de llevar a pensar que trabajar en una Startup era divertido. La mayoría de las personas piensa que trabajar en Google debe ser la mejor experiencia del mundo. No sé si lo sea (o no). Lo que sí sé es que Google y cualquier empresa de su tamaño tienen metas super agresivas que deben ser alcanzadas por el bienestar de sus inversionistas (ni siquiera el de sus empleados), y eso es gran parte del mensaje que Fishkin intenta dejar en su libro.

En 2014, HBO lanzó la serie Silicon Valley, que retrata de forma irónica lo que es trabajar en una Startup. La serie cuenta la historia de Pied Piper, una tecnología para comprimir archivos, y todas las subidas y bajadas por las que los primeros empleados de la empresa pasan para ser una empresa rentable: su relación con inversionistas, competencia, contratación de empleados, venta de acciones, problemas legales, etc. Tuvieron que pasar 4 años tras el lanzamiento de The Social Network para que nos pudiéramos reír en la cara del nuevo sueño capitalista.



Lo cierto es que trabajar en empresas de tecnología en crecimiento como las que hemos mencionado en este post puede ser una gran oportunidad. En muchas de ellas trabajan algunas de las personas más inteligentes que se pueda llegar a encontrar en el mercado. Y si la empresa logra salir adelante, con un gran producto que resuelva algún problema y al final devuelve el dinero que sus primeros inversionistas pusieron sobre la mesa, debe ser una experiencia realmente increíble. 

O por otro lado puede ser traumático si de lo que se trata es de conseguir usuarios/clientes de un producto que nadie en su sano juicio querría comprar.


Más arriba hablábamos de cómo estos fondos invertían de $ 1 a $ 4 dólares esperando un retorno sobre la inversión algún día. Lo cierto es que más del 90% de las empresas se va a quemar. Serán empresas que cierren al cabo de un par de años. Pasó con Path hace solo unos días. Klout cerró hace solo unos meses. Existe de hecho una base de datos con la lista de las mayores startups que salieron del mercado: autopsy.io.

En el mejor de los casos, algunas empresas serán adquiridas, su tecnología y empleados absorvidos por una empresa más grande y el producto original dejará de existir eventualmente. Es lo que hacen las grandes empresas cuando no tienen cómo contratar un perfil de empleado muy específico: compran la empresa entera y desechan su producto.

Sobre esta salida hay un excelente libro llamado Chaos Monkeys, escrito por Antonio García-Martínez, uno de los mejores libros que leí en 2018. Martínez pasa del mundo de los bancos de inversión en Goldman Sachs en Nueva York a fundar una Startup en Silicon Valley que entra a Y-Combinator llamada AdGrok, que tiempo después es vendida a Twitter. Finalmente Martínez entra a trabajar como Product Manager a Facebook, de donde es despedido por más temas más políticos, que cualquier cosa. 

El libro hace un retrato de la avaricia e incompetencia que hay en estos niveles de la sociedad, donde el dinero y las altas jerarquías de grandes compañías ocultan por completo la incapacidad de alguien por tomar una buena decisión:

You learn that what matters in a big company is to avoid falling victim to firing or layoffs, and to appear important and critical to the company’s mission. You have mastered the art of “managing up”: namely, controlling the feelings and perceptions of the management layer above you. You take feedback well, and make sure to be seen speedily acting on that feedback.

Si no pueden leer el libro, les dejo tres reseñas que encontré mientras escribía este post:

 ¿A dónde iremos a parar?


Al comienzo de este post hablaba de lo jodido que está hoy el mundo para que se inviertan billones de dólares en soluciones que en más del 90% de los casos va a resultar en dinero tirado a la basura. Nadie va a ser el próximo Mark Zuckerberg, el próximo Steve Jobs o el próximo Bill Gates. Nadie simplemente abandona la universidad y crea un negocio de un billón de dólares de la noche a la mañana. Eso fue lo que pensamos cuando vimos The Social Network en 2010, pero quienes ya estuvieron adentro de este sombrío mundo que solíamos ver color de rosa nos dan un frío testimonio de lo que es realmente.

Al final, no es algo tan diferente al mundo de avaricia que nos llevó a una crisis económica hace 10 años. En 2008 y hoy también era solo gente con mucho dinero haciendo lo que fuera necesario para maximizar una inversión. Si solo hace falta contar una historia color de rosa de un emprendedor exitoso para que todos crean la falsa realidad que están viendo, el primer paso para evitar una catastrofe es derribar las historias exageradas que nos cuentan los medios especializados.

 
Imagen: hjl