Bandera de España ondeándose
La respuesta es NO, y de una vez les ahorro tiempo para que no se lean todo este post. Y también les adelanto la respuesta a otra gran pregunta: ¿acaso tienen acento los bogotanos? SÍ, así de fácil, pero si quieren saber de qué va todo esto, los invito a que sigan leyendo.
 
Llevo prácticamente toda mi vida viviendo en Bogotá, la capital de un país donde se hablan más de 14 acentos del español, en un continente donde seguramente se deben hablar más de 1.000 variaciones de la lengua castellana. A eso sumémosle que alrededor del mundo el fenómeno se repite: el único continente donde no hablan español es en Oceanía, pues desde España hasta las Filipinas, pasando por Argelia, Guinea Ecuatorial y Andorra, vamos a encontrar personas que comparten con nosotros la misma lengua. Seguramente no en las mismas proporciones que en nuestro país, pero se habla. Y aún así, hay quienes aseguran tener el español más «neutro» de todos, sin considerar si quiera el real alcance geográfico de nuestra lengua.
 
Sin embargo, lo anterior no es algo que se escuche solo en tierras andinas. He conocido gente de Costa Rica y de Guatemala que habla prácticamente igual a nosotros en Bogotá, pero a ellos nunca les escuché referirse a su acento como «neutro»; a diferencia de hondureños y mexicanos que también he conocido, y que hacen nuestro mismo comentario. Claramente, lo que uno puede ver es que en cada país y en cada región van a ver su español como único, pues la referencia que uno tiene es como una línea recta que se ha ido trazando desde que escuchamos nuestras primeras palabras. Si algo está por fuera de esa recta, lo veremos como imperfecto.
 
Así las cosas, podríamos inferir que en cada rincón del planeta van a pensar que su propio español es perfecto y que el de los demás no lo es. No obstante, habría que pasar a la práctica y visitar todos los países donde hablan nuestra lengua y percatarnos nosotros mismos con nuestros oídos si la línea que hemos dibujado es recta realmente, y cuántas más hay. Solo así, cuando hayamos discutido con personas de muchas regiones, nos vamos dar cuenta de cómo hablamos nosotros. Ahí se empezará a derrumbar el mito del «español neutro».
 
A mí me pasó; y tuve dos etapas. En la primera cuando viajé a Ecuador en noviembre de 2011 y escuché por primera vez con mis propios oídos un español de un país diferente al mío. Ahí comprendí la complejidad del asunto. Realmente nunca le había puesto mucha atención al español más allá del que uno ve en CNN o Telemundo, o al de las traducciones mexicanas, que por tener que caerle bien a más de 30 países suena más neutro que cualquier otro. Más bien solo le ponía atención a cómo se hablaba en Medellín, Cali y la costa caribe, los puntos de referencia por los que seguramente más de uno está convencido de «habla bien», pero unos meses después en Estados Unidos, con amigos de más de 10 países y hasta con no hispanohablantes que hablaban tan bien como yo, entendí en carne propia la complejidad del asunto, cuando vi que alguien hablaba igual a todos mis amigos en Bogotá. Ahí fue que entendí cómo era mi acento.
 
Para los que aún no se convencen, pónganle atención. Nostros en Bogotá hablamos cantado, especialmente cuando hacemos preguntas o exclamaciones. Ahí es donde más se nota. El resto del tiempo también hablamos cantado aunque para nosotros es más difícil de notar, pero básicamente siempre hay unas partes de las frases en las que hablamos más duro, más golpeado, y otras más suave. Lo que nos diferencia y quizás es bueno frente a otras variaciones, es que usamos el sonido correspondiente para cada letra y no lo reemplazamos ni lo cambiamos: la J es J; la S se pronuncia ESSE; y la R es ERE o ERRE. Además procuramos decir las sílabas completas.
 
Tengamos en cuenta también las palabras propias de nuestro dialecto. Saludamos con ‘Kiuvo’, ‘Qué más’; decimos ‘Marica’, ‘Huevón’, ‘Oiga’; y si nos enfadamos decimos ‘Jueputa’ o ‘Gonorrea’, expresiones que junto a mil más usadas en la Capital de la República rara vez se usan en otras partes del continente y que seguramente solo con esfuerzo nos entiendan. El trato de ‘Usted a Usted’ entre familiares y amigos también es un fenómeno que solo se ve acá. A muchos incluso les suena agresivo. Y de hecho, si miran el libro de Dirty Spanish, que recoge las expresiones más populares del español vulgar, no hay mucha referencia sobre el español de Colombia, mucho menos del de Bogotá. En algunos fragmentos hablan del español de Los Andes. O sea que nos mezclan en un solo grupo con Ecuador, Bolivia, Perú y Venezuela. No está tan mal, ¿verdad?
 
Así las cosas, si tenemos expresiones que ni siquiera son tenidas en cuenta ni entendidas en la mayoría de los en países que comparten nuestra lengua en todo el mundo, ¿cómo vamos a afirmar que hablamos el mejor y más neutro español de todos? Eso es ignorar toda la cultura alrededor de nuestra lengua y de cientos de años de historia. Es ignorar que hay lugares, como en Perú, donde se habla un muy buen español porque se maltrata menos e inventan menos palabras, lo cual no lo hace neutro; o sería insinuar que hay una línea que separa lo que está bien de lo que está mal. En ese sentido, hablar neutro sería, sin acentos, variaciones ni palabras propias, sería hablar como un robot, muy lejos de como hablan en España, en México, en Perú o en Bogotá, donde «los rolos hablamos neutro».
 
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