Libro la doctrina del shock de Naomi Klein
Si nos vamos 40 años atrás en la historia contemporánea y miramos uno por uno los episodios trágicos por los que ha pasado la humanidad, nos vamos a encontrar con que la democracia recibió un duro revés el 11 de septiembre de 1973con el golpe de Estado que derrocó al Gobierno legítimo de Salvador Allende en Chile, imponiéndose así una más entre varias dictaduras militares en el sur de nuestro continente, esta vez de la mano de Augusto Pinochet. Más adelante se sumarían Argentina y Uruguay, entre otras que ya existían desde antes como las de Brasil y Bolivia en el cono sur. A estas había que sumarles fenómenos similares alrededor del mundo como en Indonesia, que cobró la vida de más de 500.000 personas; o México, donde por 60 años gobernó un solo partido.
 
Lo que tienen en común todos estos gobiernos es que fueron unas marionetas de Washington y de la Escuela de Chicago de Milton Friedman, uno de los economistas más importantes de nuestra era, defensor del neoliberalismo y del libre mercado, teorías económicas que se impusieron alrededor del mundo en el marco de la guerra fría. Durante esta época, años posteriores a la segunda guerra mundial, hasta la caída del muro de Berlín, el mundo se convirtió en un escenario blanco y negro en el que no podía haber grises ni matices, por lo que era muy fácil vender la idea de que si en el bloque soviético, con China y la URSS a la cabeza, no había libertad y la economía era planificada; en el mundo libre se tenía que imponer el libre mercado y el capitalismo, así fuera a la fuerza. Tan simple como que la economía y la democracia tenían que ir en un mismo empaque.
 
Años más tarde, dictaduras de todo el mundo apoyadas por la Escuela de Chicago y el Gobierno Norteamericano habían cobrado miles de vidas, a cambio de imponer un modelo económico que solo les convenía a las corporaciones más poderosas de todo el mundo. Las empresas estatales, tanto las que funcionaban bien como las que no, pasaron a manos de privados; y si antes funcionaban con el dinero de los contribuyentes con acceso a todo el mundo, posteriormente se convirtieron en negocios privados a los que solo tenían acceso quienes tuvieran el dinero de pagarle a un particular: agua, electricidad, educación, aseo y empresas energéticas dejaron de ser del Estado. Esto al mismo tiempo acabó con millones de empleos en todo el mundo. Todo a cambio de demostrar una teoría que al día de hoy ha fracasado rotundamente.
 
¿Cómo fue todo esto posible, y cómo la sociedad alrededor de todo el mundo lo permitió? La respuesta, asegura Naomi Klein en The Shock Doctrine (2007), está en unos manuales de la CIA de los años 50, según los cuales cuando un individuo está estado de Shock es más fácil de manipular. Era una táctica aplicada inicialmente a prisioneros de guerra, y que posteriormente fue experimentada con todo tipo de seres humanos, inicialmente para borrar recuerdos.

 

 
Ese mismo concepto, de la mano de la Escuela de Chicago y de Gobiernos corruptos de todo el mundo, utilizó el miedo generalizado en la población para que fuera más fácil imponer algunos cambios en los modelos económicos en los 5 continentes. Naomi Klein rescata una frase de Friedman con la que justificaba sus teorías:
 
«Una crisis genera un cambio real»: Milton Friedman

Y es que cuando un gobierno es represivo, genocida y ataca indiscriminadamente a la población civil, es normal que un individuo se preocupe más por su supervivencia, que por las medidas que pueda estar adoptando un Gobierno en ese momento. Eso fue lo que pasó en esos años. Tiempo después, aunque ya sin el pretexto de la guerra fría, la violencia y las privatizaciones continuaron. China siguió siendo políticamente comunista pero pasó a tener una economía de mercado, y las voces que se opusieron fueron exterminadas en un episodio recordado en la Plaza de Tian’anmen (1989). 
 
Al mismo tiempo, en la transición de la URSS hacia la Rusia capitalista, también hubo violencia cuando en 1993 llegó la apertura económica, acompañada de una crisis constitucional. Yeltsin, entonces presidente de la Federación Rusa, en contra de los poderes que le otorgaba la Carta Magna de su país, decidió disolver el Parlamento, que se había convertido en la piedra en el zapato de las más recientes reformas económicas. Este, defendiendo la democracia, y apoyado por el pueblo que representaba, se encerró en el edificio. Al final muchos solo salieron muertos cuando las Fuerzas Armadas restablecieron el orden.
 
La cosa en Colombia fue distinta. Aquí estábamos tan mal a causa de la violencia y del narcotráfico, que no era necesario un dictador ni un Golpe de Estado para hacernos sentir inseguros. En medio de la guerra contra el cartel de Medellín, con la aparición del paramilitarismo y de la creciente amenaza de la guerrilla, el Gobierno de César Gaviria introdujo la apertura económica, quebró miles de industrias nacionales y se lavó las manos con un célebre: Bienvenidos al Futuro.
 
Desde entonces para acá, la Doctrina del Shock se ha seguido utilizando: la guerra del golfo en Iraq (2003); Katrina en Estados Unidos (2005); y el Tsunami en el sudeste asiático (2004). En todas estas oportunidades el miedo dejó que sociedades de todo el mundo cedieran ante lo que sus gobiernos decidían en medio del desastre. Como pasó en Colombia, que no se necesitaban necesariamente dictaduras de mano fuerte para asustar a la población, pasa igual cuando hay desastres naturales. La gente bajo estas circunstancias al final termina aferrándose a sus líderes, creyendo que tienen el poder de arreglarlo todo. 

En 2004, tras el tsunami en Sri-Lanka, la doctrina del Shock sirvió para que poblaciones  enteras que llevaban cientos de años viviendo al lado de playas turísticas fueran desplazadas y reemplazadas por grandes cadenas de hoteles que necesitaban el espacio. En Estados Unidos en 2005 sirvió para que servicios de salud y de servicios públicos que en otras condiciones hubieran servido para reconstruir una ciudad destruida, fuera construida por contratistas que reemplazaron y acabaron con el sector público.
 
Terminé de leer La Doctrina del Shock de Naomi Klein hace unos días y estas fueron solo unas de las cosas que me quedaron. Les recomiendo, si no pueden conseguir el libro, que se vean el documental, que no dura más de hora y media, y que sirve para entender algunas de las cosas que han sucedido a nuestro alrededor en los últimos 40 años. Les dejo los links aquí abajo. 
 
Y ya para concluir algo, parece que la «democracia», la que viene en un mismo paquete junto a la inverisón y el libre mercado, no es tan perfecta, ¿verdad? Me quedo con una de las conclusiones de Klein: el Shock es solo un estado temporal que se desgasta, y la mejor manera de mantenerse orientado y resistir, es saber qué está pasando y por qué. La información es la resistencia al Shock.
 
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