El año 2006 fue la primera vez en que me di cuenta de que además de Internet Explorer había más navegadores web. Aunque Netscape había desaparecido hacía unos años y Google Chrome aún no existía, llegó para esa época un nuevo programa de computador con el que también se podía navegar por Internet llamado Mozilla Firefox. Era increíble porque desde los 90 hasta entonces Internet Explorer siempre tuvo un dominio absoluto de la web, pues era el navegador por defecto de Windows.
Así pues, los usuarios nos dimos cuenta de que había una opción mejor. El hecho de que se tratara de un producto basado en Software Libre y que era notablemente más ligero que su más inmediato competidor, fue suficiente para que el monopolio de Microsoft en Internet empezase a derumbarse.
Con esto entraron nuevos actores. Apple se tomó confianza y Safari, su navegador, se volvió el favorito de quienes tenían un iPhone o un MAC. Opera, por su parte, era el preferido de quienes aún en esa época no tenían un smartphone. Era un navegador muy ligero para celulares y que funcionaba prácticamente en cualquier dispositivo cuando en esa época no hablábamos de sistemas operativos móviles ni smartphones. Mientras tanto, Google Chrome llegaba en silencio para irse consolidando hasta hoy como el actor más fuerte de todos, simplemente porque tenían la información de los usuarios del buscador más popular del mundo.
Y junto a todos estos tenemos a Firefox, un navegador que en su momento tuvo las banderas de competirle a un gigante como Microsoft.
Esto era lo que más me gustaba, que un producto de la comunidad y basado en Software Libre hubiera llegado tan lejos.
Por eso vi con optimismo cuando la compañía anunció estar trabajando en un sistema operativo para móviles, que aunque nunca lo vi como una competencia para Android y iOS siempre estaré de acuerdo con que no haya monopolios, sino que por el contrario tengamos más competencia.
Sin embargo, no ha pasado un año desde que conocimos estos anuncios y desde que los primeros teléfonos, de la mano de Alcatel y ZTE, atterrizaran en Latinoamérica, y ya perdí la admiración que alguna vez llegué a tener por Firefox.
Todo comenzó cuando hacia mitad de año mi mamá quería cambiar su celular por uno nuevo, y cometí el error de recomendarle un Alcatel con Firefox. Yo sabía que por $200.000 pesos colombianos uno no podía esperar mucho. No esperaba algo robusto como Android, pero sí al menos un producto decente si tenía el sello de Firefox.
No exagero si digo que es uno de los peores celulares que he tenido en mis manos, y eso que mi mamá solo lo utiliza para hacer llamadas. Es un equipo que se congela sin razón alguna, y que para alguien que tiene un Smartphone por primera vez es hasta complicado para contestar las llamadas.
Y a lo anterior, a Firefox como marca, le sumo un navegador que se dejó tomar ventaja de Chrome, su más inmediato competidor tan pronto como Internet Explorer cayó. Mientras el navegador de Google cada vez se veía más ligero, Firefox se quedó estancado y se le notaba más lento. Así al menos lo noto yo que lo vengo usando en Ubuntu desde hace casi año y medio, y desde que lo utilicé por años desde 2006.
Además tenían (y aún tienen) un sistema de actualizaciones que al cabo de solo unos días ya nos notificaba de que había disponible una nueva actualización. Esto implicaba que muchos de los plugins que uno tuviera instalados iban a dejar de funcionar para la nueva versión mientras el desarrollador la ajustara. Y esto se convirtió en un problema, ya que mientras entre 2005 hasta mediados de 2011 solo hubo de Firefox 1.0 a 4.0, en poco más de 2 años ya vamos en la versión 24 solo entre 2011 y 2013.
Por todo esto, y porque MOZ anunció que probablemente abandonaría el desarrollo de su Toolbar para Firefox, hace unos días decidí cambiar mi navegador predeterminado a Chromium, el navegador sobre el que está construido Google Chrome, pero que es prácticamente igual. No obstante, a pesar de mis diferencias con Google, no se me haría extraño que termine utilizando su navegador algún día.
Por ahora solo puedo decir que Firefox me decepcionó, no solo por su navegador, sino por prestar su nombre para un celular tan malo.
Daniel Afanador
Twitter: @daniel_afanador