Hace ya casi 4 años que dejé de ver televisión y no me hace falta. Quizás suene a exageración, pero hoy por hoy solo me siento en frente de un televisor para ver partidos de fútbol de la Selección Colombia y de Millonarios, mi equipo favorito. Ni siquiera veo juegos de otros equipos internacionales porque, a pesar de que colecciono camisetas, no soy un gran aficionado al fútbol.

Todo comenzó cuando empecé a descargar series por Internet. Un día me bajé toda la primera temporada de El Cartel de los Sapos en 12 DVDs y caí en cuenta de algo: podía ver mis programas favoritos de televisión sin cortes comerciales. Después de eso me bajé todo Seinfeld, Friends y como 10 temporadas de Los Simpsons. Todo esto antes de que Netflix llegara a Colombia.




Viéndome de 4 a 6 episodios por noche sin un solo corte comercial, ¿para que prender el televisor?

Quizás digan que no todo son series. Que hay noticias también, ¿cierto? Además, yo en esa época tenía que estar informado. Estudiaba comunicación social y periodismo.

La verdad es que perdí la fe en el periodismo en televisión cada vez que una noticia tipo ‘muerte de Diomedes Días’ o ‘rescate de Íngrid Betancourt’ copaba la hora completa de lo que podía durar el noticiero. Y aquí va una propuesta: ¿qué tal si en vez de dar una hora completa sobre una sola noticia, nos dicen qué es lo realmente importante y vemos qué más pasó en el día?

Ahí me di cuenta de que por lo menos en la prensa digital no se pueden dar el lujo de hablar sobre un único tema en toda la edición. Si lo hacen, puedo ir a buscar información en otro lado y pierden un lector. Así es como las audiencias de televisión y de Internet son tan diferentes. Las primeras quieren todo masticado con muchas imágenes y poco análisis, mientras que las segundas buscan algo de profundidad. Yo hacía parte de estas últimas.

Por otra parte, esos canales con los que crecí como MTV o Nickelodeon reemplazaron todos sus programas más tradicionales con series, realities y nuevos dibujos animados que nunca pude llegar a entender. Mientras MTV dejó de ser un canal musical y pasó a ser uno de series, Nickelodeon pasó a presentar sus mejores programas en la madrugada.

Cuando esto pasó, no solo ya podíamos descargar todas las series que quisiéramos. Teníamos también a Cuevana, y YouTube estaba ahí desde 2005. Eso eran horas y horas de entretenimiento que cambiaron a toda mi generación.

Gracias a lo anterior, las marcas de televisores ya no se podían dar el lujo de vender un producto que no fuera Smart-TV. Y de esto se han dado cuenta Google y Apple, que pueden convertir un televisor normal en Smart-TV con productos como el Chromecast y el Apple TV.




Y si hablamos de estos últimos productos, les confieso que sí veo televisión, pero solo abro Netflix y YouTube, así sea desde una tableta o un celular. Por eso me parecen exageradas esas Smart-TV que vienen con Facebook y Twitter. ¿Es de verdad necesario?, ¿alguien abre los inbox que llegan por Facebook en un televisor gigante?, ¿cuántas pulgadas necesito para escribir un tweet de 140 caracteres?

Según esto, yo para qué quiero un televisor de 105 pulgadasun televisor curvo o un televisor capaz de reproducir en 4K si ninguna de las características que vienen incluidas son necesarias. Además, siendo realistas, ninguna serie de televisión se va a ver 100% nítida en un televisor del tamaño de una pared.


Con los televisores está pasando como con los celulares: no me importa que sea el celular más delgado del mundo, que tenga un botón trasero, que reconozca una huella digital o el iris del ojo, lo realmente importante es que la batería tenga un tiempo de vida decente. En otras palabras, que cumpla con sus funciones más básicas. En televisión esas funciones básicas son los contenidos.


Esta semana LG presentó un televisor con WebOS, el sistema operativo que alguna vez pasó por las manos de Palm y de HP. Si nos fijamos en las especificaciones del televisor, nos vamos a dar cuenta de que todo gira alrededor de los contenidos, que ya sabemos dónde están: en Netflix, en Hulu, en Amazon, en Crackle, en YouTube y en TED, por decir algunos. Y no es más. Todo lo demás es lujo

Mi punto es, y aquí termino, que la industria del entretenimiento, tanto quienes producen los contenidos, como los que venden en masa los televisores, están en una total desconexión con lo que quieren las audiencias. Por eso es que no veo televisión.

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