La historia antes y después de los pagos móviles: todavía se está escribiendo esa historia, pero vamos por partes. Lo primero fueron los intercambios de productos cuando no existía moneda alguna. Alguien hacía un trabajo, y en compensación digamos que le podían pagar en comida, piedras preciosas o tierras. Luego se dieron cuenta de que esto no era tan práctico y las transacciones se empezaron a respaldar en oro, y ahí el dinero como lo conocemos dio sus primeros pasos, pues después se convirtió en monedas de metal y billetes de papel que tenían un equivalente en oro. En medio de eso, comenzó a circular tanto dinero, que aparecieron los bancos, por un lado para guardar en un lugar seguro los ahorros de las personas, y por otro lado para prestar o dar créditos. Cualquier cosa, según los mismos bancos, es mejor que guardar debajo del colchón o ahorrar en una alcancía.

En fin, de eso ya hablé antes, y solo contaba esta historia para llegar al nacimiento de las tarjetas de crédito y débito, que entre otras razones nacen para reducir costos del sistema bancario, pues es más práctico sacar dinero desde un cajero electrónico en un centro comercial o tener en el bolsillo acceso a un crédito con el que pagar una comida, que tener que pagar a un empleado en el banco atendiendo personas para que hagan exactamente lo mismo: sacar dinero en caja o pedir un préstamo llenando formularios.


Ahí fue donde los fabricantes de tarjetas, básicamente MasterCard, Visa y AMEX, vieron una oportunidad de negocio. Ellos se encargan de gestionar todos los pagos y ganan una pequeña comisión, pues son los que se encargan de la seguridad detrás de cada pago mientras el dinero sale de una cuenta para otra. Y hasta ahí la historia como la conocemos hoy. El dinero plástico reemplazando al de papel, y en algunos países, sobre todo en Europa, Estados Unidos y Brasil, cada vez menos billetes circulando. 

En su momento se preguntaron: ¿cómo podemos a hacer para quedarnos con un pedazo de la torta? La cuestión es que aquí no estamos hablando de porciones, sino de migajas de entre el 1 y el 3% de cada transacción. Si prestan atención, uno nunca lo siente porque es un gasto que se divide entre todas las partes envueltas: comprador, vendedor y bancos, lo que el banco cobra como «cuota de manejo».

Ahora habría que sumarle un cuarto que vendrían a ser empresas de tecnología como Apple, Google o Samsung. En el caso de Apple, estos se quedarían con una comisión cobrada a los bancos por cada operación. Todo esto significa que nadie pierde, el consumidor final gastará más dinero con tal de pagar con el celular, el comercio venderá más y al banco le va a seguir entrando dinero. Y con millones de dólares moviéndose de esta forma a cada segundo, Apple la hizo muy bien al haber llegado justo después de negociar con bancos y almacenes de cadena de Estados Unidos que aceptaran esta forma de pago.


Google ya lo había intentando


Aunque el lanzamiento de Apple fue en 2014, ya desde 2011 Google venía intentando levantar un producto parecido pero que nació muerto. Así como había muy pocos celulares que soportaran Google Wallet cuando fue lanzado, al mismo tiempo había pocos terminales de NFC en las tiendas físicas de Estados Unidos. Todo lo contrario a lo que hizo Apple de poner de acuerdo a todos los actores involucrados.


Yo le apostaría a que Google Wallet nunca llegó a ser tomado tan en serio como otros productos o servicios más icónicos de la compañía tales como Google Search, Android, YouTube o Google Chrome. Era como remar contra la corriente desde adentro, pues al día de hoy sigue siendo una incógnita que por fuera de Estados Unidos la marca Google Wallet ni siquiera exista, a pesar de que desde allí se gestionan todos los pagos por compra de aplicaciones de la Google Play Store. Incluso si uno compraba un celular Nexus y lo llevaba a otro país, la aplicación de Google Wallet se desinstalaba por sí sola sin que se pudiera hacer nada, y practicamente no se podía descargar desde ningún celular.

Y esto es hasta entendible. Uno se podría preguntar: ¿para que mantener una aplicación que no va a servir absolutamente de nada por fuera de Estados Unidos? Pues ese fue otro de los muchos errores cometidos por Google. Al menos podrían haber dado a conocer el servicio con una aplicación para cualquier celular, independiente de si tenía o no tecnología NFC. Si, por ejemplo, escribiendo http://wallet.google.com en el navegador uno tiene acceso a todo el historial de compras de aplicaciones, ¿por qué no una aplicación para encontrar toda junta toda esta información o acceder a los números de tarjeta? Si bien eso sería algo muy básico para una aplicación, sería lo mínimo que podría hacer: de ahí en adelante podrían venir más cosas como enviar o recibir pagos al estilo PayPal, regalar dinero a amigos o familiares para usar en Google Play o hasta el uso de terminales de pago como lo hace Square en Estados Unidos. Google, ¿era eso mucho pedir?

De hecho Google intentó hacer algo de esto con Google Checkout, un botón de pagos que se instalaba en sitios de eCommerce como lo hacen hoy PayU o PSE. El problema, y razón por la que este servicio ya no existe, era que Google perdía dinero con cada transacción. Y si todavía existía era solo porque lo querían dar a conocer. Cuando cerró y dedicaron todos sus esfuerzos a Google Wallet, es probable que el mismo problema hubiera seguido existiendo. Más adelante, como parte de su estrategia de fortalecer Wallet, incluso presentaron una opción de Gmail para enviar dinero a otras cuentas desde y hacia Google Wallet. ¿Qué pasó con eso? Al ver el panorama, parece como si todo se tratase de esfuerzos descordinados dentro de un mismo proyecto.


Y todo esto estamos hablando de 2011 para acá. Google tuvo 3 años para corregir todos los errores que estaba cometiendo y los siguió cometiendo. Google Wallet solo dejaba enviar pagos a otros usuarios desde Gmail dentro de Estados Unidos, no encontraron una forma de hacer rentable cada transacción, no buscaron el apoyo de fabricantes de celulares ni grandes cadenas de almacenes, y obviamente era un producto más de entre los miles que tiene Google. Mientras todo eso pasaba, Apple aprovechó para hacer todo lo contrario y sacar un producto que desde el día uno convenció a todo el mundo, y ahora tiene a todo el mundo usándolo. Algo parecido habían hecho cuando a mediados de la década pasada se aliaron con Motorola para que el el Rokr E1 tuviera acceso a iTunes, momento en el que Apple entendió cómo no hacer un celular. La diferencia es que esta vez los errores que hacía Google con su plataforma de pagos los podía ver todo el mundo. No necesitaban de ninguna alianza. Y ahí fue la oportunidad perdida de Google. Para ellos era solo un producto más que si no funcionaba no pasaba nada. Para Apple, un producto tan importante como los pocos que se da el lujo de lanzar.

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