Hace 2 meses aproximadamente cancelé una tarjeta de crédito que me otorgó alguna vez una organización que prefiero no mencionar, aunque aclaro que era una de las 4 adscritas al Grupo Aval. La cancelé porque llegué a un punto en el que el banco en cuestión ya me provocaba asco con su forma de funcionar, igual a como lo hacen todos los demás bancos en Colombia: Bancolombia, Davivienda, AV Villas, Banco de Occidente y Colpatria, solo por mencionar algunos. Y ninguno se salva. Solo hay unos menos peor que otros.

Cuando digo que me da asco cómo funcionan los bancos en Colombia, lo que realmente quiero decir es que me asombra lo mal que tratan a sus propios clientes, a las patadas. Les propongo algo: vayan al banco donde tienen su cuenta de ahorros, y hagan el ejercicio de consignar $20.000 miserables pesos. Digo miserables porque frente a las ganancias del sector financiero en Colombia durante el año 2012, que ascendieron a más de 35 billones de pesos, el billete $20.000 pesos resulta siendo como ese papel que ponemos en medio de un libro para saber dónde nos quedamos la última vez.

Cuando lleguen al banco, se van a encontrar con que hay unas 25 personas haciendo fila para que los atienda un cajero. Sí, solo uno. Al lado de la ventanilla que se roba toda la atención hay otras 2 ventanillas a cada lado en las que no atiende nadie.

Claro, yo entiendo. En Colombia contratar un empleado resulta súmamente costoso: le tienen que pagar salud, pensión, cesantías, ARP…Al empleado le descuentan retención en la fuente, y a esto sumémosle los mismos impuestos que tiene que pagar la empresa que lo contrata para poder funcionar. Viéndolo de esta forma, es comprensible que en ese banco gigante solo haya un cajero atendiendo a 25 personas, de las cuales cada una pierde en promedio 35 minutos de su día haciendo una fila.

Pero un momento. ¿Acaso la última reforma tributaria no les redujo los impuestos a las empresas más grandes porque supuestamente iban a generar más empleo? Les bajaron los impuestos a unos grupos económicos que generan más de 35 billones de pesos al año, pero que no son capaces de contratar un cajero más para agilizar sus procesos, y hacerle la vida más fácil a sus usuarios.

¿Y quién es el que paga los platos rotos? El ciudadano del común que tiene una cuenta de ahorros, una tarjeta de crédito o el que pidió un préstamo para pagar su educación. Además de tener que aguantarse estas filas absurdas porque no quisieron contratar 2 empleados en vez de uno, se tienen que aguantar unos intereses cercanos al 25% en algunos casos. Un poco más y se vuelve un gota a gota. Por cada $100 pesos que el banco nos preste: le tendremos que pagar $25 pesos más al cabo de 1 año. Bueno, eso no es nada. Solo que pensémoslo en cifras de si queremos comprar un auto o financiar un tratamiento que no cubre la EPS.

El representante David Barguil hizo un ejercicio muy interesante: recopiló en un sitio web las cifras de cuánto cobra cada banco por cada uno de los servicios que ofrece. Por tarjeta de crédito el de los intereses más bajitos es del 25%. O solo por tener el plástico de la tarjeta, sin siquiera utilizarla, el banco que menos cobra se da el lujo de sacarle $20.000 pesos a cada usuario.

La vocera de Asobancaria ha dicho en reiteradas oportunidades que se trata de cifras justas toda vez que los bancos están prestando un servicio y una infraestructura. ¿Infraestructura por consignar a otra ciudad $20.000 y que solo lleguen $10.000? Si eso es como arrastrar una carpeta de un disco duro a otro en un computador. Cobran hasta por uno mismo guardar dinero en el banco en vez de dejarlo debajo del colchón. Pago no más de $5.000 pesos al mes, y recibo intereses que no deben sumar más de $500 pesos.

El banco que me otorgó la tarjeta con la que comencé este artículo me quedó debiendo 1 centavo de dólar. Eso, en cambio, tiene unos intereses del 0% de los que no he visto un solo beneficio.

O también está el caso de La Plata de Romero, la vez que Bancolombia le desapareció todos sus ahorros a uno de sus usuarios, y el banco se negó a responderle.

Redondo el negocio de los bancos en Colombia. Atrásese usted en un pago, y ya le están mandando un equipo jurídico como el del Señor Burns en Los Simpson a ver cómo dejan sin casa a toda su familia. Pero no es sino que ellos se equivoquen, y siempre van a encontrar la forma de lavarse las manos. ¿Cierto, Doctora Maria Mercedes Cuellar?

Y en esa dinámica, llaman una vez por semana así usted esté reportado en DataCrédito, le hayan embargado la casa y tenga endeudados hasta a sus nietos, para ofrecerle más tarjetas de crédito. Ofrecen créditos fáciles para comprar casa, auto y moto, así usted no tenga dónde caerse muerto. Siempre van a encontrar la manera más fácil de prestarle dinero al que no lo necesita.

Hacia dónde va todo esto

Y finalmente así se llenan los bolsillos de los banqueros. Uno de ellos, el Doctor Luis Carlos Sarmiento, tiene lleno de pauta el único noticiero independiente que hay en Colombia (y ya sabemos que a nadie le gusta patear la lonchera. Nunca vamos a ver entonces a Noticias Uno destaparle un escándalo al dueño del Grupo Aval, que de paso también compró hace no mucho el diario El Tiempo, que lo defendió desde una editorial cuando lo señalaron de haber sacado provecho de unos baldíos que no eran de su propiedad.


La radiografía del sistema financiero colombiano. Desde los 90 el Doctor Sarmiento haciendo reír a los colombianos

Y así funciona el juego de los poderes en Colombia, amigo mío. Esa tarjeta que tienes en tu bolsillo seguro la puedes pagar. Pero ese mismo banco que te la dio a ti se la está ofreciendo a todo el mundo, así no estén en capacidad de pagar. ¿Quieren acordarse por qué se originó la crisis económica de Estados Unidos en 2008? Correcto, porque los bancos se dedicaron a prestarle dinero para vivienda a gente que no tenía como respaldar sus deudas. Un escenario muy parecido al que estamos viendo en Colombia. Vamos hacia una nueva crisis, y no esperemos que ningún medio de comunicación nos lo advierta.
 Imagen propiedad de albeart