No es la primera vez que recibo una queja por parte de YouTube, y que me advierten que si vuelvo a compartir contenido que no sea de mi propiedad seré expulsado de la comunidad. El día de ayer recibí en mi bandeja de correo una advertencia por parte del equipo de YouTube en la que aseguraban que el video titulado como «José Ordóñez – Hincha del Bucaramanga», que contaba a la fecha de hoy con más de 600.000 visitas, no me pertenecía y que los titulares de los derechos, JOJ Medios LLC, compañía de la que no encontré mayor información, había pedido que el video fuera retirado, y de paso venía la amenaza en cuestión:
Este es el segundo ataque de derechos de autor realizado en contra de tu cuenta. Un reclamo más en contra de tu cuenta producirá su cancelación
A estas alturas no sé si algún día se piensen tomar en serio esas amenazas y me cierren el canal de verdad o me van a seguir enviando notificaciones sin llegar a tomar ninguna medida drástica, porque lamento contradecir al equipo de Google y de YouTube pero esta es como la sexta vez que cometo esta infracción y hasta ahora al parecer les ha temblado la mano para cerrarme la cuenta.
Empiezo a creer que a YouTube no le conviene cerrar un canal que maneja más de seis millones y medio de visitas desde su creación en 2006 y que según el ranking de Panoramio por Colombia es segundo solo por detrás del de Shakira, pues una de las únicas maneras de ganar dinero por Internet es con publicidad insertada en los videos, y mientras Google no reciba quejas de que los videos que yo he subido no son de mi propiedad ellos podrán seguir haciendo dinero, porque en este momento, reconociendo que el 80% del contenido que he subido no es creado por mí, no soy capaz de lucrarme de algo que no sea de mi propiedad.
Ésta última reclamación que me hicieron es inaudita por varias razones. Primero, el video lo subí hace más de 6 años y hasta ahora aparece el dueño, una empresa que en el papel no tiene nada que ver con el humorista colombiano José Ordóñez. Segundo, yo les estaba haciendo un favor porque, a cambio de nada, yo estaba mostrando el trabajo de alguien. De otra forma, y como seguramente ocurre ahora, las demás copias de ese video estarán en una bodega llena de polvo y nunca más nadie la volverá a ver. Y, tercero, porque no necesitan amenazarme para que yo retire un video. Yo no voy a poner en riesgo mi canal de videos en YouTube por negarme a retirar algo que, siempre he reconocido, no es de mi propiedad. Si recibiera la petición de que por favor borre el video en cuestión, lo voy a hacer. Así no ponemos en riesgo mis demás videos, que muchos clicks les pueden representan a ellos.
Cuando se encuentren en la misma posición que les estoy describiendo, se encontrarán al ingresar a YouTube con una pantalla como la de aquí arriba, y en seguida, para poder a volver a utilizar el servicio, los obligarán a ver un video educativo protagonizado por los Happy Tree Friends que podrán ver si continúan leyendo y deberán además responder unas preguntas para ver si nos quedó clara la lección.
Como ya lo había mencionado, ésta no es la primera vez que recibo un reclamo de este tipo. Alguna vez una marca que no tenía nada que ver con Don Tetto, se declaró dueña de una grabación que yo hice en video en algún concierto que dieron en Bogotá a pesar de que desde hace años subí a la misma plataforma dos canciones de un demo de la misma banda que ya no se consigue. El punto es: si ni la agrupación ni su representante legal me han pedido retirar los temas, ¿cómo es que viene otra empresa de la nada a hacer el trabajo sucio? Hay quienes los llaman trolls.
En otra ocasión, la cadena Telemundo se declaró dueña de un fragmento que yo subí a YouTube del último episodio de Los Victorinos, serie colombiana de los años 90. Y yo entiendo que Telemundo hizo un remake de la serie, pero jamás entendí en qué podía afectar mi video a su negocio, más cuando estábamos hablando de dos producciones distintas, de dos épocas diferentes incluso. Al final opté por subirlo a Vimeo y al día de hoy sigue en línea.
Y recuerdo la primera vez que pasé por esta situación. Subí en tres partes un capítulo de South Park en el que hablaban sobre la Iglesia de la Cienciología. Al día de hoy no estoy seguro si pidieron retirar ese video por ser ofensivo en contra de una religión o porque en realidad pertenecía a Comedy Central. No me extrañaría que haya sido la primera, como ya en otra oportunidad me sucedió en un episodio de censura en este blog.
Después de más de seis años de ser usuario activo en YouTube, de subir, compartir y ver videos, no entiendo aún el modelo de reclamar y amenazar a alguien. Estoy seguro de que cualquier inconveniente, por más grave que sea, se puede solucionar a las buenas. Tampoco entiendo cómo es que YouTube en vez de borrar videos no les cambia el dueño y que ese dueño vea si lo borra o no. Si por ejemplo Don Tetto o su representante legal me reclamaran en algún momento por las canciones que yo he subido, listo, no me amenacen y dejen que eso que ellos reclaman pase a ser de ellos, porque es increíble cómo un usuario, muchas veces con tecnología obsoleta, pueda grabar en un VHS y luego subir un programa de televisión a Internet que mucha gente quiere ver. ¿Qué tal si ese vacío de contenidos lo llenaran los creadores de los videos? Y después preguntan por qué existe Cuevana.
A propósito, mi canal en YouTube es este para que se suscriban.
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