Este artículo a continuación lo escribo tras haber leído una publicación de Enrique Dans, que también surgió como un comentario a otro post de Marco Arment, ex CTO de Tumblr, sobre la decadencia de los productos de Apple (no la marca, ¡cuidado!). El artículo publicado originalmente por Marco se regó como pólvora y fue comentado además en otros medios muy respetados (hasta CNN, Wall Street Journal y Huffington Post lo alcanzaron a comentar), hasta llegar a otros más pequeños como este. Si bien no me considero seguidor ni fan de Apple, debo reconocer, y varios de ustedes sabrán, utilizo hace ya varios años algunos de sus productos. Así mismo, aunque no esté dispuesto a comprarme ni un iPhone ni un computador MAC, sí que he seguido de cerca a esta marca desde hace muchos años cuando me compré un iPod y creo que tengo derecho a opinar.

El post original, titulado ‘Apple has lost the functional high ground‘, es una dura crítica a la calidad del Software de Apple hoy, y de cómo parecerían estar más interesados en el Marketing por encima de todo. El problema acaba siendo que hay una presión por lanzar productos cada año, a un ritmo al que los desarrolladores no pueden responder, y termina habiendo lanzamientos de productos de Software mediocres que no están a la altura del Hardware. 

Aun así, el usuario común sigue prefiriendo Apple porque la competencia, al menos en escritorio, es peor: un Windows lento y un Linux inutilizable, realidad que podría llegar a verse reflejada más adelante en otros productos. El problema está empezándose a ver en usuarios que prefieren dejar instalada una versión antigua en vez de probar una nueva, como afirma un comentario en respuesta a la publicación de Enrique Dans: 

«yo he llegado esperar hasta el final los sistemas operativos antes de actualizarlos, que es generalmente cuando están afinados y toca pasar a sistemas operativos nuevos que nos ponen en lugar de beta testers».

Algo así fue lo que pasó con la última actualización de iOS. Los usuarios que tenían las versiones más antiguas de iPhone se vieron obligados, primero, a ver qué hacían con todas sus fotos porque la actualización era demasiado pesada y, segundo, a aguantarse un sistema operativo lento que no estaba a la altura del Hardware exigido y empeoraba la experiencia del usuario en un teléfono que durante mucho tiempo fue muy bueno.

Todo esto tiene que ver con una práctica por la que se ha criticado mucho a Apple y de la que yo como consumidor de sus productos he sido víctima: la obsolescencia programada. Ya se ha hablado mucho de ese término, pero para resumirles a los que lo escuchan mencionar por primera vez, se trata básicamente de diseñar productos que van a dejar de funcionar dentro de determinado tiempo (les dejo un documental al respecto donde se llega a hablar de Apple precisamente).

Claro que es una práctica a la que han recurrido, diría yo, todos los grandes fabricantes. Se escudan en que, si los productos duraran para siempre, la gente no tendría motivos para volverles a comprar más adelante. Puede que, por un lado, sea verdad, pero por otro no debería extrañarles que esos mismos clientes terminen cansándose y yéndose con la competencia. Ahí queda en el aire una pregunta: si todos hacen lo mismo, ¿al final no terminan yendo y volviendo entre una marca y la otra los mismos usuarios? En otras palabras, nada va a cambiar (a menos que lleguen nuevas marcas).

Y nada va a cambiar mientras el usuario común siga participando en ese modelo de negocio. Ya dije que esto lo hacían todas las marcas, pero estamos hablando de Apple, una marca que uso hace muchos años, pues desde que salió el primer iPod han tenido el mejor reproductor de música que hay en el mercado, hasta el punto de que sucumbieron Zune de Microsoft, Sony Walkman (¿recuerdan también el Minidisc?) y cuanto reproductor de música fue lanzado con sistema operativo Android. Apple acabó creando un monopolio en ese segmento, que afortunadamente no hemos visto en computadores, celulares ni tablets.

Por causa de eso, cuando Apple no tiene competencia, se puede dar el lujo de que lanza un iPod que a los 2 años va a dejar de funcionar. De todos modos, las demás marcas son peores. Y ya me ha pasado. He tenido tres iPods, los dos primeros, clásicos, de los de ruedita. Al cabo de unos 2 años, se les dañó el disco duro. Yo me acababa consiguiendo los repuestos, pero llegaba el punto en el que no daban más por más arreglos que yo les hiciera. Así que terminé comprando un iPod Touch usado, eso sí.

Este último iPod es más de lo mismo: la batería no dura mucho, y hace poco intenté instalar una aplicación que, ¡oh sorpresa!, solo funciona en iOS 7. Todo termina apuntando a que Apple quiere que yo vaya por un cuarto iPod. Infelizmente para ellos, le mandaré a cambiar la batería o me compraré uno usado mucho más barato, como siempre he hecho.

Algunos incendiarios han dicho que Apple ha dejado de innovar desde que murió Steve Jobs y creen que ese es un gran problema (¿acaso no vieron que Apple Pay ha sido un éxito?). Yo creo que el problema no es ese, sino el de la calidad de sus productos, algo de lo que Steve Jobs no estaría orgulloso. La cuestión es que Apple siempre va a tener una legión de fanáticos enceguecidos dispuestos a hacer fila en una tienda antes de que lancen un producto, y a ese usuario no le importa que su nuevo iPhone deje de funcionar porque se va a comprar uno nuevo. Esos son los resultados de un excelente marketing, y mientras el marketing siga primando sobre la calidad de los productos, todo va a seguir igual.

Imagen propiedad de pip yarra