A raíz del post de la semana pasada y un par de noticias de las últimas semanas sobre fabricantes asiáticos de celulares, más exactamente Xiaomi (China), OnePlus (China) y Yu Yureka (India), me atrevería a decir que las cosas se van a poner complicadas para las marcas que han dominado el mercado hasta hoy. Estoy hablando de Samsung, LG, Sony y hasta HTC, que también es china es de Taiwán. Solo voy a dejar a Apple por fuera porque tiene una base de usuarios gigante que no se va a ir con otras marcas. Ya hablaré de esto más adelante. 

Varias noticias han llamado la atención en los últimos días. Una, el lanzamiento de Mi Note por parte de Xiaomi, un teléfono que se perfila para competir en características con el iPhone 6, pero que sería el Android más rápido del mercado y que cuesta entre $360 y 525 USD (el iPhone cuesta $950 USD). Por otro lado, hacia finales de 2014, apareció de la nada Yureka, una compañía India que aunque no tiene equipos con especificaciones tan altas como los celulares que acabamos de mencionar, sí que tiene un teléfono que hace unos años podría haber sido un gama alta y que hoy cuesta solo $138 USD, de los cuales llegaron a vender 10.000 unidades en 3 segundos (a modo de referencia, Xiaomi vendió una vez 100.000 en 90 segundos). Mientras tanto, Sony estaría contemplando vender su unidad de móviles, al tiempo que los beneficios de Samsung cayeron en picado en el segundo semestre de 2014.


Tras ver esto, uno se pregunta por qué es lo que pasa para que el panorama se voltee de un momento para otro. Ya pasó con Nokia y Blackberry en su momento: fueron líderes a nivel mundial, y no supieron acomodarse a las circunstancias nuevas del mercado para entonces: Nokia, por su parte, demorándose en que primero Symbian y después Windows estuvieran a la altura de Android y iOS, mientras que Blackberry nunca se rindió con el teclado físico. 

El caso de Motorola, que también fue líder durante varias décadas, pero que entendió un poco mejor los cambios, que Nokia y Blackberry. Adoptaron Android en su momento, y sacaron Smartphones como los que estaba pidiendo el mercado, y eso les sirvió para sobrevivir. No eran los que más vendían, pero ahí estaban, hasta que llegaron Google y Lenovo a salvarlo. Como dato curioso, antes de que todo eso pasara, Apple utilizó de conejillo de indias a Motorola para que el Rokr E1, por allá a mediados de los 2000, tuviera acceso a iTunes. Ahí Apple aprendió cómo NO FABRICAR un celular.

Lo que está pasando ahora es algo parecido: hay unos fabricantes a los que les fue bien desde que Android se convirtió en el sistema operativo más usado en celulares, pero ese buen momento se les iba a acabar tarde o temprano. Con todas las marcas, conocidas o desconocidas, utilizando el sistema operativo de Google, ya no había nada que diferenciara a algunas compañías de las otras. Las diferencias estaban en precios y capas de personalización. Así pues, si Samsung o Sony hoy venden a precios altísimos, otras compañías como Motorola lo entendieron mejor y acabaron fabricando teléfonos decentes, como el Moto G o el Moto E, a precios accesibles.

Eso ha sido, por un lado, lo que han estado haciendo los fabricantes chinos: sacar al mercado teléfonos a precios competitivos pero con características que se llevan lejos a las grandes marcas. Mientras Apple vende a más de $900 y Samsung a $700, Xiaomi lo hace a $400 y OnePlus a $300. Lo único es que todos tienen practicamente las mismas especificaciones. Mientras tanto, los usuarios se han comenzado a dar cuenta de que no vale la pena endeudarse a 2 años pagando un celular, por lo que la opción más atractiva es simplemente comprar el que tenga la mejor relación precio-calidad.

Pero lo otro que han estado haciendo los fabricantes asiáticos es algo que solo se le ocurrió a Apple en su momento, y quizás en menor medida a Google con los Nexus: crear comunidades que estén dispuestas a ir hasta el final con la marca. Fíjense que por lo general quien ha tenido un iPhone desde la primera generación es alguien que ya no se va a cambiar, y eso mismo lo han estado cultivando las marcas con las que comencé este artículo. 

Xiaomi, que solo vende desde su página, tiene una comunidad tan grande en China, que Google ya le echó ojo, pues es un mercado que no tiene bajo su control. En cuanto a OnePlus, cuando lanzaron el OPO, propusieron un reto a los que se quisieran ganar las primeras 100 unidades que salieron al mercado: debían destrozar su teléfono. De ahí, y de la mano de CyanogenMod, nació una comunidad que ha crecido a punta de PR y voz a voz, hasta llegar a vender cerca de 1 millón de unidades de un teléfono que «no se puede comprar». Y Yu Yureka utilizó una estrategia similar pero en el mercado Indio: anunciaron con bombos y platillos el nacimiento de la empresa, y un día dijeron que había solo 10.000 unidades para comprar en Amazon.


En otras palabras, se trata de empresas que hacen sentir especial a quien tenga uno de sus terminales, y eso fue lo que hizo Apple en su momento. Hoy cualquiera tiene un iPhone, pero solo los que han estado desde el comienzo con la marca saben quiénes son. Eso es algo que ni Samsung, ni LG, ni Sony, ni HTC se preocuparon por hacer. Su único objetivo era vender sí o sí, ganar a márgenes muy altos, y sin pensar a largo plazo. Lo contrario es lo que hacen los fabricantes chinos: además de que les sale muy barato fabricar por tener ensambladoras ahí mismo, tienen un margen ridículamente bajos. En últimas, están creando comunidades a las que el día de mañana les podrán vender audífonos, baterías portátiles, protectores y otros accesorios o aplicaciones pagas por donde quizás lleguen a tener unos márgenes de ganancia un poco más altos a los que ganan con cada celular.

Y eso es lo que creo que están haciendo los fabricantes chinos e indios, donde entre los 2 tienen casi a la mitad de la población mundial.
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