Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a un evento organizado por Microsoft Colombia, la Superintendencia de Industria y Comercio y el Gobierno Nacional, en el que se presentó la campaña ‘Yo le juego limpio a Colombia‘, con la que se pretende incentivar el uso de Software legal en el país.

La campaña, como es común cuando se habla la piratería desde ciertos sectores, pretende simplificar el problema de una manera tal, que termina distorsionándolo por completo ante quienes hasta ahora se están formando una idea y no conocen el tema. En esta oportunidad me llamaron la atención 2 cosas. Por una parte, la asociación de piratería y malware, según la cual cada vez que no pagamos por una licencia deberíamos dar por hecho que nuestro computador y toda nuestra información están comprometidos. Y por otra parte, la propuestas simplistas de que la única alternativa es comprar original.


Como no quiero que los dos anteriores puntos se malinterpreten, voy a explicar con más detalle, a qué me refiero con cada uno, pues es probable que quede volando la idea de que no estoy dispuesto a pagar un solo peso por ningún tipo de producto legal. Así que vamos por partes.


Educar, más que criminalizar

En primer lugar, más que criminalizar todo el Software gratuito que hay en la red como una potencial amenaza, me parece importante educar a la gente sobre desde dónde deberían y desde dónde nunca deberían descargar cualquier tipo de archivo, así como qué sitios visitar y cuáles cerrar. 

Por un lado, tenemos a una persona mayor que navegando por Internet se encontró con un popup intrusivo al que le dio click accidentalmente y que sin darse cuenta le bajó un programa que le empezó a espiar toda su actividad. Pero por otro lado, tenemos al joven de 17 años que se bajó 9 temporadas de una serie desde un sitio de confianza, sin pagar nada, y que sabe con plena seguridad todo lo que está haciendo.

¿Cuál es la diferencia? La inocencia con la que cada uno actúa. 

En ambos casos, con inocencia o no, ninguno tiene premeditado hacerse daño ni hacerle daño a alguien más, que es como se suele vender en este tipo de campañas contra la piratería.

A lo que voy es a que si uno sabe en un 100% lo que está haciendo, los riesgos de que ocurra algo grave son muy bajos, y esto es más importante que cualquier campaña contra la piratería: educar a la gente sobre cómo deberían navegar en Internet, dónde dar click y qué sitios navegar.

No obstante, esta educación no se debería detener aquí. La educación también debe tener en cuenta el componente de que si estamos consumiendo algo que produjo un artista se lo debemos reconocer, pero reconocer no significa salir corriendo a comprar su casette o disco de vinilo. Lo justo sería que si nos gusta mucho una banda y nos descargamos toda su discografía, hagamos por lo menos el esfuerzo de comprar uno de sus discos o ir a uno de sus conciertos.

Esto deslegitimaría por completo el argumento de que los que bajamos Software, música, películas o series por Internet queremos todo gratis. No, no queremos todo gratis. Lo que pasa es que hoy es posible conseguir todo este tipo de productos sin meterse la mano en el bolsillo. Yo por ejemplo no he pagado un solo centavo por el sistema operativo de mi computador ni de mi celular, y son productos originales. O estoy escuchando música desde Spotify sin pagar un centavo, simplemente porque cada 5 o 10 canciones me veo interrumpido por un anuncio de publicidad, y no tengo problema con ello.

¿Alguna de estas cosas ha puesto en riesgo mi información con algún tipo de Malware? ¡Claro que no! Y es así porque sé lo que estoy haciendo.

No nos exijan si no nos van a dar una mano

Volviendo al tema del Software legal, me llama la atención la propuesta de que la única alternativa es comprar original, lo cual es totalmente legítimo. Lo que me molesta es cuando le exigen a una Pyme de 5 empleados con menos de 1 año de vida y que apenas factura para pagar salarios e impuestos que todas las licencias de Software sean originales y los desarrolladores no muevan un dedo por ayudar.

Hace poco en el lugar donde trabajo tuvimos la oportunidad de comprar original Adobe Creative Cloud, ya que necesitábamos utilizar Adobe Muse para uno de nuestros proyectos. El problema es que aún cuando estamos en un país emergente y el producto lo necesitaba una pequeña empresa que no tiene presupuestado gastar $500 dólares de un momento a otro. Adobe comete el error de que si uno quiere uno de sus programas, es necesario comprar más de 10 programas así no los vayamos a utilizar.

Ahí es cuando uno ve que la industria exige mucho y se queda quieta ante las reales necesidades del mercado: ¿no nos podían vender únicamente el programa que necesitábamos a un precio razonable? No estamos ni en Europa ni en Estados Unidos para pagar por productos que no íbamos a utilizar. Y esta es la misma situación de miles de empresas pequeñas en toda Latinoamérica.

Bajo estas circunstancias es que llama la atención que una aplicación para dispositivos móviles cueste de $1 a $5 dólares, porque es lo mismo que uno se gasta comprando una cerveza o montando en transporte público, y no duele pagarlo.

En síntesis, creo que las campañas que se limitan a decir que hay que comprar original, dando argumentos de hace 20 años, y que no ponen mucho de su parte deberían ser reemplazadas por campañas de educación en las que incluso se incentive el consumo de productos y contenidos gratuitos.

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