Estadio Maracaná de Rio de Janeiro en juego entre Flamengo y Fluminense

Pido disculpas por publicar hoy el post de la semana y no el viernes como es costumbre. Al igual que la última vez, tengo motivos para hacerlo, y es que cuando viajo un fin de semana se descuadra toda mi rutina y aun más si en las úlimas semanas ya he tenido que adaptar mis hábitos por nuevas responsabilidades que surgieron y que antes no tenía (mis amigos más cercanos sabrán de qué se trata). Aclarado esto, vamos al post de hoy:

Mi segunda visita a Río de Janeiro. La primera fue en noviembre pasado, y estando tan cerca tenía que regresar apenas pudiera. Pero no quería regresar porque sí en cualquier momento. Hacía muchos años una cosa que tenía pendiente por hacer era conocer el Estadio Maracaná para ver en vivo y en directo un juego entre Flamengo y Fluminense, algo que —al menos por el campeonato brasilero— solo pasa dos veces al año. Fue una cosa que me dejó impactado la primera vez que vi un documental en televisión por allá en 2008 sobre los clásicos más importantes del fútbol mundial.

Si bien Río de Janeiro tiene 4 grandes equipos (los otros 2 son Vasco da Gama y Botafogo), nunca pensé en un partido diferente al FLAFLU para visitar el estadio, conocido en la ciudad carioca cambién como «o clássico das multidões». Flamengo es, por un lado, el equipo con la hinchada más grande de Brasil y —por otro lado— Fluminense tiene una de las menores hinchadas de los llamados grandes de Río. Históricamente, Fluminense fue un equipo de élite, es decir de una minoría. Con todo esto, hay 2 elementos que hacen que este sea un juego especial: el escenario donde ya se disputaron dos finales de copas del mundo y los colores de cada equipo, que hacen que el espectáculo desde las tribunas sea único:  mientras Flamengo es negro y rojo y Fluminense es verde, vinotinto y blanco.

Después de ver ese documental hace varios años, debo reconocer que el primer equipo de fútbol brasilero al que comencé a seguir cuando vivía en Bogotá fue al Fluminense. Fue la época en la que perdieron 2 finales continentales contra un mismo equipo: Liga de Quito (LDUQ) se quedó con una Copa Libertadores (2008) y una Copa Sudamericana (2009), y en ambas su rival fue Fluminense, siendo una de esas derrotas en el propio Estadio Maracaná.

Yo hasta tenía una camiseta de Fluminense que todavía conservo (más abajo una foto). Sin embargo, todo eso pasó antes de que yo pensara siquiera en venir a Brasil algún día.

Una vez en Brasil, comencé a entender mejor la cultura del fútbol y cuál era la verdadera historia del Fluminense. En Sao Paulo nunca pude usar más esa camiseta, y supe un poco más de la historia de Fluminense: descendió tres veces (dos a segunda y una a tercera), pero nunca ascendió a primera por méritos propios. Sería como el equivalente al América de Cali en Colombia (que tampoco ha regresado a primera división). Esto los haría, en ambos casos, el hazmerreír de los hinchas de los demás equipos.

En Sao Paulo empecé a acompañar más a los equipos de la ciudad, aunque sin ser hincha como tal de ninguno. A veces digo que me gusta Juventus da Mooca (un equipo de segunda división del Campeonato Paulista, ni siquiera del campeonato brasilero), pero lo hago con el único objetivo de no casar ninguna pelea con hinchas de otros equipos, pues es un equipo que no tiene rivalidad con ningún otro, como sí pasa con Corinthians, Palmeiras, Sao Paulo y quizás Santos —que es de hecho de otra ciudad.

En Brasil una de las primeras preguntas cuando uno conoce a cualquier persona —incluso antes de preguntar el nombre— es el equipo favorito de uno. No me había dado cuenta de la importancia de esto en las personas que viven en una ciudad hasta que fui a Colombia la última vez. En enero pasado (2015), en Bogotá y en Cali me di cuenta de algo obvio, pero que solo pude percibir una vez habiendo estado aquí: las personas solo son hinchas de uno de los equipos de la ciudad donde nacieron, o de la ciudad grande más cercana. Claro que no falta el personaje extraño que nace, vive y trabaja en Bogotá y le gusta un equipo de Medellín. Esa sería la excepción a la regla.

En Brasil pasa lo mismo. Nadie en Sao Paulo es hincha de un equipo de Río, de Belo Horizonte, del sur o del nordeste. A menos que sea alguien nacido en una de esas regiones, la regla es ser hincha de uno de los equipos de la ciudad. Fue por eso que comencé a seguir a más de un equipo en su momento, eso sin apoyar como tal a ninguno, pues como a veces he tenido que explicar que «yo soy hincha de Millonarios de Bogotá únicamente«.

Entendido esto, la realidad en Río de Janeiro es esa. Las personas de esas ciudad son solo de Flamengo, Vasco, Botafogo y Fluminense. La primera vez que fui, quedé sorprendido por el número de camisetas de Flamengo que vi en la calle, unas 8 de cada 10. Acabé hasta comprándome una mucho después.

Así pues, ese primer viaje a Río, así como todo lo que fui aprendiendo de fútbol brasilero en los últimos años, fue lo que me hizo volver el fin de semana pasado. Fui solo a ver ese partido prácticamente, pues el invierno no acabó todavía, llovió y no fue un buen momento para ir a la playa.

Viaje a Río de Janeiro

 El viaje a Río por tierra son unas 6 horas en bus y menos de 1 hora en avión. La ida la hice en bus (saliendo viernes en la noche y llegando el sábado de madrugada); y el regreso, en avión (al mediodía del lunes ya estaba en casa). Debí haberlo hecho al revés para ganar la noche del viernes allá y todo el lunes para hacer algo más. Queda para la próxima.

El pasaje Sao Paulo-Río de Janeiro por tierra se puede comprar en la misma terminal de buses de Tieté por unos R$100 aprox. Hay una estación del metro de la línea azul para llegar allá. O también se puede comprar por Internet (esta empresa  la conocí ese día por publicidad que vi en la terminal). El pasaje en avión lo busqué por SkyScanner, que busca los precios más baratos entre varias aerolíneas. Después de eso, uno es redirigido al sitio de la aerolínea y termina la transacción por ahí. Ese pasaje costó unos R$330. Lo compré casi sobre la hora y salió mucho más caro a si se compra con tiempo. Por último, la estadía la encontré en Airbnb. Me quedé en Copacabana, a unos 10 minutos caminando de la playa y a 3 minutos de una estación de metro (aquí el Link).

(Si quieren saber el equivalente de los precios que he mencionado en otra moneda, pueden utilizar XE Currency).

Cuando llegué a la ciudad, aún no tenía los ingresos. Los pude haber comprado en Internet en la página del estadio con tarjeta, pero por problemas con mi banco no pude hacerlo. Tuve que prácticamente llegar a comprarlos en la sede del Fluminense, que queda en el barrio Laranjeiras, adonde se puede llegar en metro, cerca de la estación Flamengo. Ahí hice una fila de una hora y media aproximadamente, y por ser estudiante pagué R$40 en vez de R$80 para entrar a la tribuna mixta.

Todo eso fue el día sábado. El domingo era el día del juego, a las 4 de la tarde. En vez de ir directamente a la estación Maracaná —que queda justo al lado del estadio— fui a eso de las 2:30 cerca del Shopping (centro comercial) Tijuca a comer y tomar una cerveza antes del juego. Esto quedaba en la Avenida Maracaná y desde ahí se podía llegar caminando.

En medio de todo eso me llamó mucho la atención algo que nunca vi en Bogotá ni en Sao Paulo: hinchas de equipos rivales caminando en la misma calle hacia al estadio. No hubo agresiones ni irrespeto en ningún momento. Estaban hasta tomando cerveza juntos, y —de hecho— en la tribuna en que me senté estaban todos mezclados. Eso sí, ya dentro del estadio, las barras bravas se ubican cada una en un extremo diferente: norte Flamengo y sur Fluminense.

Y sin grandes comentarios para hacer respecto a los 90 minutos de juego —porque no soy especialista en el tema— Flamengo derrotó 1-3 en condición de visitante a Fluminense. No jugaron Ronaldinho ni Fred para Fluminense ni Paolo Guerrero para Flamengo, que sí contó con Pablo Armero en los primeros 45 minutos. El show se lo llevó la hinchada de Flamengo, algo que hasta ahora solo he visto en vivo y en directo en el Estadio el Campín de Bogotá con la hinchada de Millonarios y quizás Corinthians en el Estadio Itaquera. Estadio con 59.999 asistentes. El lado de Flamengo lleno total, y unos vacíos en el lado de Fluminense.

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