A menos de 1 mes de las elecciones legislativas en Colombia, donde los colombianos elegiremos Senado, Cámara y Parlamento Andino que nos representen durante los próximos 4 años, y a 3 meses en los que en las urnas decidiremos si Juan Manuel Santos continúa o no con su mandato, ha surgido una propuesta que mucho se parece a lo que en 2010 conocimos como la Ola Verde, en la que un amplio sector de la población se manifestó en contra de la política tradicional.
Aunque en aquella oportunidad las maquinarias ganaron, esta fue una de las pocas veces en las que el voto de opinión tuvo un impacto significante en cuanto a la movilización de una propuesta política en Colombia, llegando hasta segunda vuelta con un candidato que no tenía ninguna oportunidad. En 2006 Antanas Mockus había conseguido el 1.2% de los votos.
Ya en 1991 un efecto similar lo había conseguido el movimiento estudiantil, convocando a una Asamblea Nacional Constituyente, y 20 años después los colombianos pedían nuevamente un cambio en la política tradicional que finalmente no se dio.
Esta vez, en 2014, se trata de hacer campaña por el voto en blanco, una tradición casi inexistente en nuestro país, pues si cerca del 50% de la población es abstensionista y desconoce el real alcance de su voto, mucho menos va a conocer el poder del voto en blanco, que en las presidenciales de 2010 registró el 1.53% del electorado.
Esta vez, en 2014, se trata de hacer campaña por el voto en blanco, una tradición casi inexistente en nuestro país, pues si cerca del 50% de la población es abstensionista y desconoce el real alcance de su voto, mucho menos va a conocer el poder del voto en blanco, que en las presidenciales de 2010 registró el 1.53% del electorado.
Se ha hablado mucho en las últimas semanas sobre el voto en blanco. Hay quienes están a favor, y quienes están en contra. Quienes lo apoyan hablan de un castigo en contra de la política tradicional y de cambiar a todos los candidatos. Quienes se oponen dicen que realmente no serviría de nada, pues lo máximo que podría llegar a pasar sería que los partidos que no superen el umbral no se vuelvan a presentar, y los que sí lo superen sencillamente se volverían a presentar. En elecciones presidenciales los partidos podrían cambiar de candidatos y habría nuevas elecciones.
Desde mi punto de vista, son 2 argumentos válidos. Están los que al ver a Horacio Serpa y a Roberto Gerlein como cabezas de lista de los partidos Liberal y Conservador no pueden aspirar a una gran renovación del Conrgeso, y se han dado cuenta de que el voto en blanco en una opción válida aún cuando haya cientos de candidatos que seguramente podrían llegar al Congreso a trabajar de verdad.
Pero también están quienes lo ven como algo inútil. ¿Qué sentido tiene apoyar el voto en blanco si de todas formas al final van a quedar exactamente los mismos movimientos políticos en el Congreso?, ¿podría ganar unas elecciones el voto en blanco y que no pase absolutamente nada, como sucedió con el Parlamento Andino hace 4 años?, ¿podría ganar el voto en blanco y aún así los partidos de la U, Liberal Conservador, Cambio Radical y el Polo presentar las mismas listas?
Las respuestas a estas preguntas desanimarían a cualquiera que se plantee el voto en blanco como una opción. De hecho eso le quita fuerza a la propuesta, y mucha. Seguramente habría más adeptos si ese voto en blanco pudiera representar por lo menos una silla vacía, pero por cultura política en Colombia preferimos «no perder el voto» y votar por un candidato que pueda ser tangible. Por eso es muy común gente cambiando de opinión, de votar a última hora por el candidato que va adelante en las encuestas y quitarle el apoyo a ese que más lo necesita. En opinión pública a eso se le conoce como el ‘efecto del carro ganador‘, y es ese efecto el que infortunadamente, junto al voto comprado, el que realmente gobierna en Colombia.
En este punto, cuando estamos a unas semanas conocer el verdadero alcance de una campaña a favor del voto en blanco, que por cierto va bien en las encuestas, hay varios políticos y movimientos haciéndole contracampaña, con el Senador Robledo a la cabeza. Le tienen miedo, lo desprestigian y todo porque su movimiento podría llegar a desaparecer si no supera el umbral. Eso en cuanto a los partidos pequeños. A los grandes los debe tener sin cuidado porque igual con las maquinarias aceitadas van a entrar y en mayoría, pero si con el voto en blanco evitamos que se queden por fuera figuras políticas como Álvaro Uribe, Roy Barreras o Juan Manuel Corzo, la tarea estará hecha.
Y la tarea también estará hecha porque tendremos un Congreso ilegítimo, que habrá llegado no porque hizo los méritos para ser elegido, sino porque las reglas están hechas para favorecerlo. Y ojalá el Congreso se llene de corruptos para que la gente se dé cuenta del poder de su voto.
Y la tarea también estará hecha porque tendremos un Congreso ilegítimo, que habrá llegado no porque hizo los méritos para ser elegido, sino porque las reglas están hechas para favorecerlo. Y ojalá el Congreso se llene de corruptos para que la gente se dé cuenta del poder de su voto.
El otro punto positivo será que el voto en blanco habrá hecho su tarea educar y poner a debatir al electorado sobre si votar (así sea en blanco) realmente sirve de algo. Dejar esa inquietud abierta y permitir que cada ciudadano tome de manera libre la decisión de si votar por un candidato o hacerlo en blanco es un logro mucho más significativo que lo conseguido por cualquier miembro aspirante a nuestro honorable Congreso de la República. Por eso es que el voto en blanco vale la pena.
Daniel Afanador
Twitter: @daniel_afanador
https://www.youtube.com/watch?v=IhA_WANsSkA