¿Y esto de qué otra forma afecta a los usuarios? Pues como todos sabrán, la actual arquitectura de la web permite que cualquier persona pueda contribuir en algo. En mi caso, además de tener este blog, tengo un canal en YouTube, y en ningún momento mi intención ha sido lucrarme, sobre todo cuando se trata de contenidos que no son de mi propiedad. Por ejemplo, he subido varios temas de las primeras grabaciones de Don Tetto a YouTube, y ni siquiera he recibido una notificación de que haya cometido una infracción por violación de derechos de autor, pero subí apartes de un concierto que dieron en Bogotá y un sitio llamado Farolatino (ni siquiera la banda o su representante legal) hizo una reclamación al respecto como lo pueden ver en la imagen de aquí al lado. Al día de hoy no entiendo cómo no he sido expulsado si hasta el Representante Legal del Canal RCN me ha pedido que retire contenidos subidos por mí.
Quise traer este tema para discutir a propósito de la solicitud que un anónimo hizo a YouTube según la cual el video que la Nasa subió a su canal oficial oficial sobre la llegada del Curiosity a Marte no era de su propiedad. Así de absurdo es este sistema que cualquier persona, sin presentar ni una sola prueba, puede pedir que retiren un contenido de la web. Y son miles los abusos como éste que se ven todos los días en todo el mundo, porque inclusive con que en un video personal que solo quiero que vean mi familia y mis amigos aparezca de fondo una canción de un tercero la petición ya es válida.
¿Y qué decir de cuando los gobiernos se dan cuenta de que Internet tiene estos agujeros y lo usan para retirar contenidos en su conveniencia escudándose en los derechos de autor? Así pasó en Colombia con unos vídeos que denunciaban la infiltración paramilitar en las altas esferas del Estado.
Ya para cerrar, les dejo una entrevista a Aaron Swartz, cofundador de Reedit quien en julio de 2011 fuera arrestado bajo el delito de crímenes informáticos por descargar 4 millones de documentos académicos.
Resulta extraño que a más de 20 años de la aparición de la primera página web, algunos creadores de contenidos se nieguen a ver cómo ha cambiado el mundo en el último cuarto de siglo. Todo comenzó mucho antes de la era digital, eran los tiempos de la casetera y los sellos discográficos fueron los primeros en pegar un grito al cielo cuando se dieron cuenta de que cualquier disco compacto se podía copiar en un una cinta de audio y que ya no era necesario comprar música original. Desde entonces se volvió masiva la copia de música ya que antes de eso los formatos simplemente no lo permitían: un Long Play de siete pulgadas sigue siendo incómodo de copiar incluso hoy con todas las facilidades que nos da la tecnología. Pero finalmente ni la copia de casetes o CDS acabaron con la industria discográfica. En mi opinión ningún producto copiado físicamente ofrece la experiencia de uno comprado original. Por eso es que a veces hasta yo mismo compro música original, porque reconozco que la experiencia del librito impreso con las letras de las canciones no es igualada ni siquiera por esa sensación de revovinar una cinta con un bolígrafo. Y es que ante estos cambios que finalmente ni siquiera fueron un peligro para acabar con todo lo que representaba la industria musical en su momento, la paranoia sigue latente aún hoy 30 años después pero con una amenaza oculta en cada sitio web.
Y queda claro que hay una paranoia constante por parte de la industria cultural ante los nuevos medios, que según ellos les hace perder solo a Estados Unidos 58 mil millones de dólares y más de 300.000 empleos al año, cifras amañadas que, además de servir de caballito de batalla para pedirles a parlamentos y gobiernos de todo el mundo que hagan algo frente a la piratería, sirven también para que Internet se adapte a sus necesidades y no al revés, porque si algo hoy es obvio es que así como Internet está en el año 2012 la industria cultural se quedó estancada como en los 90. Nos podemos dar cuenta de eso si intentamos ver una serie «legalmente» por streaming. Son tantas las trabas que pone el sistema, que la salida más fácil, y legal en muchos países, es bajarse por torrent o P2P todas las temporadas o DVD de nuestro programa favorito de televisión antes de que los titulares de los derechos crean que ya es hora de que servicios como Netflix o Crackle los exploten comercialmente, lo que normalmente toma años.