A medida que la Internet se masifica y llega a más hogares y oficinas en todo el mundo, lo mismo sucede con otros productos y servicios derivados que le dan gracia y sentido a la red como la conocemos. No sería muy útil si pudiéramos intercambiar datos a altas velocidades y lo único que pudiéramos hacer fuera enviar y recibir correos. Es por eso que mientras la demanda por dispositivos móviles, como tabletas o celulares, aumenta, lo mismo sucede con servicios que ofrecen comunicación y entretenimiento.
Es por eso que ya no tenemos solo a Netflix y a WhatsApp, sino también un puñado de servicios con prácticamente las mismas características. Crackle, Hulu y Amazon Instant Vídeo, luchando por un pedazo de la torta de los servicios de streaming de películas y series, por un lado; y por otro lado a LINE, Kakao Talk, BlackBerry Messenger y Google Hangouts, queriendo arrebatarle algo de mercado a WhatsApp, el nuevo servicio de Facebook.
De esta forma, a medida que la Internet llega a más gente, más personas se conectan para utilizar estos servicios, que si no son gratuitos, al menos tienen costos muy bajos y accesibles para cualquier persona. Por no más de $10 USD cualquier persona con una tarjeta de crédito puede utilizar servicios como Netflix o Spotify y acceder a un catálogo con miles de contenidos por los que antes pagábamos hasta 3 veces más y teníamos un número limitado de minutos de entretenimiento.
Lo bueno de todo esto es que se está «democratizando» el entretenimiento, y está llegando cada vez a más personas. Lo malo es que siempre nos vamos a encontrar con manos oportunistas queriendo sacar provecho de este tipo de situaciones.
Desde Telefónica, por ejemplo, se sugirió cobrar una tasa a aquellos servicios que utilicen sus redes, y de esta forma «compensar» a sus inversores. O el caso de Verizon, al que Netflix le solicicitó que no interfiera con la neutralidad en la red, pues estaba reduciendo la velocidad de conexión a algunos usuarios que utilizaban el servicio.
Con lo anterior nos podríamos enfrentar a 2 posibles escenarios. El primero es que si una empresa como Telefónica decide cobrarle a WhatsApp una tasa por utilizar su red, volveríamos a los viejos tiempos de los mensajes de texto, en los que pagábamos ¿10 centavos de dólar por mensaje? por mensaje enviado. Y esto debido a que WhatsApp tendría que recuperar de alguna manera lo que tiene que pagar por utilizar la red, viéndose forzado a subir los costos de su servicio.
Lo más seguro es que, si así sucede, al ser gratuitos, otros servicios terminen matando a WhatsApp de la misma forma en que este lo hizo con los SMS.
El segundo escenario sería el de las mismas ISP degradando la velocidad de algunos de los servicios más utilizados para imponer el uso de otros que consumen menos ancho de banda o son propios. Así, sabemos que si Claro o HBO, en sociedad con Directv, tienen un servicio de series y películas por Streaming, les va a convenir que estos sean aparentemente más rápidos y «mejores».
De esta manera, a pesar de que tengamos velocidades increíblemente altas de descarga por las que estamos pagando, va a llevar a que en algún momento nos cansemos y terminemos, o cancelando el servicio, o yéndonos con aquel que nuestra ISP quiere que utilicemos.
Afortunadamente hasta ahora ninguno de estos 2 escenarios ha llegado. Si en este momento una empresa prestadora de servicios de Internet llegara a afectar la experiencia de sus usuarios por darle prioridad a uno de sus propios servicios, o por complacer a sus inversores, sería tan fácil como cambiarnos de operadora y quedarnos con una que nos dé prioridad como usuarios.
El problema sería si todas las ISP se pusieran de acuerdo en degradar la velocidad de YouTube y Netflix.
En Colombia, por ejemplo, era imposible en algunas ocasiones ver vídeos en la más alta calidad si nuestro operador era Claro (Telmex), como lo advirtió John Freddy Vega en su momento
Llegados a este punto, si queremos evitar este torpe comportamiento de las empresas que nos prestan servicios de Internet, comportamiento similar al descrito por Enrique Dans cuando se refiere a la «mentalidad operadora», sería urgente tomar medidas en favor de la neutralidad en la red, y facilitar que más empresas que no estén dispuestas a ello entren a competir en el mercado.
Daniel Afanador
Twitter: @daniel_afanador
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