2013 no fue un año fácil para mí. No se había terminado enero todavía y ya me había quedado sin trabajo. Eso me quedaba tras haber firmado unos meses atrás un contrato que rayaba de lo ilegal con una temporal (no con mi empleador) y con el que me podían decir ‘adiós’ en cualquier momento. Así sucedió, y contrario a lo que toda la sociedad esperaba de mí, no empecé a buscar trabajo inmediatamente. 

Pensando en que no quería quedarme un solo día en mi casa sin hacer absolutamente nada, como ya me había pasado cuando me gradué de la universidad, tuve un plan: al día siguiente ya me encontraba trabajando en otro lado, una empresa pequeña de marketing digital de 3 amigos donde solo éramos 4 personas y que no tenía más de un año de haber sido creada para entonces.

 Esto significó salir de mi zona de confort. Pasé de la comodidad de ganar un sueldo fijo cada 2 semanas a ganar mucho menos. Además me había propuesto aprender portugués, así que el poco dinero que me quedaba era para pagar mis clases. Esto vino acompañado de salir menos con mis amigos y dejar de comprar cosas de las que me antojaba cada vez que tuviera plata en el bolsillo. Eso explica por qué este año estuve perdido para muchas personas.

 Así, mientras veía que todos mis amigos con los que me gradué tenían buenos trabajos con buenos sueldos, mi cabeza estaba en otro lado. En los pocos meses que viví en Washington aprendí que hay gente dispuesta a trabajar gratis durante varias temporadas con el fin de asegurarse un mejor futuro

En Estados Unidos la cultura del Internship, que acá conocemos como de la práctica, es vista como una inversión de largo plazo. Yo lo explico así: vivo con mi familia; no me hace falta nada; voy a trabajar durante 1 año sin paga; pero a cambio voy a ganar experiencia y voy a saber realmente lo que me gusta hacer.

 En contraste, culturalmente en Colombia se piensa que uno sale de la universidad y que hay que conseguir un trabajo en lo que sea, así no tenga nada que ver con la carrera que estudiamos. Solo importa que paguen. Eso implica en muchos casos tener un trabajo rutinario en el que paguen mal y que al cabo de unas semanas uno va a terminar odiando

Este es el tipo de persona que los va atender en un banco o que los va a llamar a venderles algún producto por teléfono. Yo no quería eso. 

Así que una enseñanza que saqué de lo que significa el Internship en Colombia y Estados Unidos fue que nada me impedía trabajar durante un año ganando menos dinero, si a cambio estaba trabajando en algo que realmente me apasionara, que me fuera a servir en mi futuro y de lo que pudiera aprender mucho. No quería dentro de unos años estar sentado en un escritorio haciendo algo que odiaba.

 Digo esto porque hoy sé que un alto porcentaje de la gente que se gradúa de la universidad termina en un trabajo que odian, esperando a que sean las 6 de la tarde y a que llegue el fin de semana para empezar a vivir. Si se sienten identificados, lo siento por ustedes.

 Antes de perder mi trabajo en enero mi vida era más o menos así, pues no me gustaba lo que hacía, me estaba quemando y tarde o temprano iba a acabar por odiar lo que estaba haciendo: era Community Manager de una marca que me encantaba, pero no podía proponer nada nuevo ni novedoso porque todas las órdenes venían de arriba y desde abajo yo solo tenía que dedicarme a hacer mi trabajo. 

También era Blogger para Agua Brisa. Esto también me gustaba, pues estábamos educando a la gente sobre temas relacionados con el medio ambiente. El problema era que todo el proyecto lo habían negociado antes de que yo entrara a trabajar allá, entre personas que no tenían ni idea de blogs o de SEO, así que en el corto plazo yo sabía que el proyecto no iba para ningún lado. Por otro lado, con el blog ya corriendo, entre mis funciones no estaba hacer sugerencias ni recomendaciones.

Junto a esto, en ese lugar no tenía ninguna posibilidad económica ni profesional de crecer, a menos que me llamaran para irme a trabajar a otro lado. Esto último hubiera sido interesante.


Cambiando de aires




Hoy veo cómo pasaron las cosas, y viendo todo este año de manera global, entiendo por qué pasó todo de esta forma (y entendí las palabras de Steve Jobs). Desde febrero pasado estuve haciendo algo que me gustaba y de lo que aprendí bastante y eso no tiene precio. Además trabajé con personas increíbles que siempre valoraron mi conocimiento y mis ideas, y dejándome crecer profesionalmente. 


Para resumirles: lo que he estado haciendo en estos últimos meses tiene todo mucho que ver con blogs, tema con el que me empecé a involucrar por allá en 2008, y del que se desprenden áreas como SEO e Inbound Marketing. Además, partiendo de que éramos una pequeña empresa con menos de 1 año de vida cuando entré, el ambiente era tipo Startup, algo que me llama la atención desde hace varios años. 

 Mi conclusión al cabo de 11 meses es que trabajar bajo este ambiente fue posible gracias a que solo tengo 23 años, no tengo deudas ni familia que sostener. Cuando tenga unos años más, tenga más responsabilidades personales y los bancos estén respirando detrás de mi para que les pague las deudas, no quiero estar pensando en cómo hubieran sido las cosas si cuando tuve la oportunidad me hubiera dedicado a hacer lo que más me gustaba.

A esto le agregaría algo más: la universidad lo prepara a uno para cumplir órdenes y a aceptar el primer trabajo que nos ofrezcan. Esto mata la creatividad. Yo solo quería poner un grano de arena para que la sociedad dejara de comportarse así.

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La foto con la que inicié este post la saqué hace unos días. Según la aplicación de Nike+ llegué a 1.000 Km recorridos. Entre las metas que me propuse hace 1 año estaba salir a correr de 3 a 4 veces por semana y esos fueron los resultados.