Con la popularización de Internet de los últimos 10 años, hubo una explosión de oferta de servicios que antes no existía o que se ofrecía de formas no del todo legales. Si bien antes no existía Spotify, existía Napster, que era gratis, mas eso no les gustaba a los artistas y a la industria de la música en general.

Con velocidades de Internet cada vez más altas, penetración en los lugares más recónditos, así como la reducción de los precios de los equipos móviles y de escritorio, hoy el número de personas dispuestas a acceder tanto a servicios gratuitos como de pago por Internet está alcanzando lo que en su momento fue el sueño de la globalización y del libre mercado: que los productos sean libres de transitar entre fronteras con poco o ningún control de los gobiernos.

Esto implica que si hace 30 años había una sobreoferta de bienes de consumo físicos y apenas una pequeña oferta de servicios (financieros, de turismo, salud, televisión satelital), hoy prácticamente todo es un servicio que usted puede contratar por Internet. Tim Ferriss habla de hecho que contrata desde Estados Unidos personas en la India para que hagan el trabajo que él mismo debería hacer pero que le quita mucho tiempo. 30 Años después tenemos una sobreoferta no solo de productos sino de servicios de todo tipo (¿alguien recuerda la historia del tipo que trabajaba en Verizon y les pagaba a chinos para que hicieran su trabajo, mientras veía videos de gatos y hacía compras por Internet?)


Hoy hasta en algo tan simple como comprar un celular existe la oferta de un servicio: hasta hace no mucho tiempo todo el servicio que eso incluía era una garantía ante cualquier tipo de daño de fábrica. Hoy si usted compra un computador marca Apple se lo enseñan a utilizar en la misma tienda.

Vamos a ver: usted puede contratar Dropbox, Google Drive, Netflix, Spotify, Amazon Prime, Evernote y Skype. La mayoría de estos servicios o son de pago mensual o uno paga un crédito que se vence en la medida en la que uno lo consuma. Solo para poner un número al asar, digamos que lo de arriba cuesta unos $50 dólares mensuales, y el salario mínimo de una persona en un país en vías de desarrollo es de $250 dólares. Claro que una persona con un salario mínimo no paga por todos esos servicios, pero con que contrate uno solo, ya es un porcentaje X menos de su salario que no podrá invertir en otras cosas (alimentación, ropa, ahorro, vivienda).

Lo que quiero decir con esto es que hoy es evidente que hay una sobreoferta de servicios que utilizamos y pagamos por Internet, y seguirán siendo cada vez más. Todo Silicon Valley en Estados Unidos está empeñado para que así sea, y en la medida en la que el número de empresas ofreciendo estos servicios sea mayor, estaremos cada vez accediendo a más servicios, lo que por otro lado significa la posibilidad de que invirtamos menos dinero en productos físicos.

Y si bien esas industrias también se adaptan, como lo pueden demostrar Amazon, Linio u otros E-commerce, el surgimiento de estas plataformas también cambia la forma en que los productos son adquiridos, así como también readapta la economía y el mercado de trabajo. Piensen en que muchos empleos dependen hoy todavía de personas que venden estos productos en puntos físicos o que trabajan llevando las mercancías de la fábrica al punto de venta. Si se intensifica la oferta de servicios, muchos de esos trabajos van a desaparecer.

Entonces dos cosas hasta aquí: uno, vamos a invertir cada vez más una parte de nuestro salario en servicios y menos en productos físicos y, dos, algunos empleos irán desapareciendo.

¿Qué pasa cuando son destruidos esos empleos, que en el fondo son de gente menos cualificada y con una grande posibilidad de que sean hechos por cualquier persona? Pasa que el mercado laboral se satura de gente que no tiene competencias que las diferencien del resto. Cuando eso pasa, las condiciones de empleo se vuelven más precarias y las personas acaban aceptando empleos por salarios más bajos o con menos prestaciones laborales.

Si bien por otro lado se están generando empleos de gente que desarrolla y vende esos servicios de los que hablé al principio, estas son personas más cualificadas y que proporcionalmente en número son mucho menos que aquellos que se están quedando sin empleo. De alguna forma esto va a hacerle daño a la economía, pues es cada vez más gente ganando mucho menos, gastando mucho menos y consumiendo menos productos que también le dan trabajo a otras personas. ¿Tiene sentido?

Entonces, en este mismo instante se está creando una brecha que seguirá creciendo: personas con muy altas cualificaciones que pueden hacer trabajos muy especializados y personas que en muchos casos ni siquiera acabaron la universidad y están abiertos a trabajar en cualquier cosa por el salario que sea porque de algo tienen que vivir. Ahora, volviendo a lo mencionado en el primer párrafo, comparemos: ¿qué porcentaje del salario una persona ganando $250 dólares al mes (que cada vez son más) representan los $7 dólares que cuesta un mes de Netflix?, ¿cuanto representa para alguien cuyo salario son $2.000 dólares al mes (que cada vez son menos)? Solo me pregunto para saber si todo esto es sostenible en el largo plazo. Bien, mientras el crédito y los bancos estén ahí, parece sostenible.

Imagen: Luis Colás