
Salimos de casa el miércoles pasado en la madrugada hacia el aeropuerto de Congonhas en Sao Paulo, un aeropuerto pequeño de vuelos nacionales que queda dentro de la ciudad. Íbamos mi hermano y yo, y un amigo mío nos hizo el favor de llevarnos. Debíamos tomar un vuelo que nos llevara a Brasilia y lo recomendable es llegar 2 horas antes. Ese día había muchos chilenos y colombianos en el aeropuerto. Chilenos haciendo conexión para llegar a Río al partido entre Chile y España ese día, y colombianos con el sueño de ver después de 16 años a Colombia en un mundial al día siguiente contra Costa de Marfil.
Si leyeron el primer párrafo y no entendieron algo, puedo explicarles. En 2012 tras haber vivido en Washington quise inaugurar vamos a llamarlo una categoría en este blog sobre mis experiencias de viaje. Hay entradas de Washington DC, Nueva York I y II, Baltimore y uno que otro post sobre Sao Paulo como este y este. Por eso hoy quiero contar cómo nos fue viajando por una semana en Brasilia y Belo Horizonte. Hace unos días escribí en Facebook:
Todos los que viven fuera o simplemente les gusta viajar deberían tener un blog y escribir sobre los lugares que conocen. Los recuerdos se borran, por más fotos que tengamos.
Viajamos a Brasilia por Avianca. Si están pendientes y compran con tiempo, hay tarifas muy baratas para viajar dentro de Brasil. Por $100 USD pueden comprar un trayecto. Eso sí, hay que tener en cuenta que Brasil es muy grande y no cuesta lo mismo viajar en el sur, entre ciudades como Sao Paulo, Río, Porto Alegre o Curitiba, que entre Manaos y Salvador, por ejemplo. A estas últimas ciudades, y sobre todo las que están al norte, salen menos vuelos y cuesta más.
Acá yo uso Despegar (Decolar en Brasil) para consultar entre varias empresas y si me llama la atención el precio, voy directamente a la página de la aerolínea. Otra página recomendada para hacer este tipo de consultas es Skyskanner.
Hablo de esto y no solo del viaje todavía porque son temas que salen eventualmente en conversaciones con otras personas con las que uno habla y que no tienen ni idea de cómo buscar pasajes en Internet. Eso explica por qué existen todavía las agencias de viajes.
En fin, para viajar dentro de Brasil o entrar al país por turismo, se puede hacer sin pasaporte siempre y cuando seamos ciudadanos de algún país miembro del Mercosur, y así fuimos, con cédula de ciudadanía colombiana de Sao Paulo a Brasilia, un vuelo de un poco menos de 2 horas. Ahí llegamos al Aeropuerto Internacional Presidente Juscelino Kubitschek a las 8 de la mañana. El aeropuerto queda adentro de la ciudad (aunque no en toda la mitad como Congonhas de Sao Paulo) y hay buses saliendo todo el tiempo que nos pueden llevar a alguna avenida principal, a una estación del metro o a la rodoviaria, nombre con el que se le conoce a la estación de buses en portugués. El precio no supera los R$3 (menos de $2 USD), pues son buses pequeños.
Quiero mencionar acá que Brasilia fue una ciudad construída desde ceros en una región central del país. Es decir, no fue como la mayoría de ciudades latinoamericanas que comenzaron a construirse alrededor de una iglesia o una plaza, sino que en la década de los 50 el presidente Kubitschek (por eso el nombre del aeropuerto) propuso trasladar la capital desde Río a Brasilia, que sería construída y planeada para unir el norte con el sur del país y poblar la zona. Además, por razones geopolíticas era algo que se tenía planeado desde varias décadas atrás.
La primera impresión que uno tiene al ver las calles de Brasilia es de una ciudad perfecta, ordenada y limpia. Todo está en su lugar, y me parece que como todos vinieron desde afuera para su construcción, tienen una cultura de cuidar las cosas que no se ve en Sao Paulo. Sobre esto, vale la pena decir que en la planeación de la ciudad estaba que cada «barrio», solo por darle un nombre, debía haber lo necesario para que la gente no tuviera que ir a otras partes de la ciudad, como centros comerciales, centros médicos, restaurantes, supermercados. Por eso mientras uno camina las calles son exactamente iguales a las de 2 kilómetros atrás. Esto, sin embargo, se siente más en el ala norte y en el ala sur, que fue donde comenzó la construcción de la ciudad.
Nosotros nos dirigíamos hacia el ala sur. Nos quedaríamos donde un amigo nuestro que vive en Brasilia y llegamos caminando después de haber tomado el bus desde el aeroperto. Los brasilienses son muy amables y nos ayudaron sin siquiera preguntarles cuando nos veían con un mapa en la mano.
Ya instalados, el resto del día fue para encontrarnos con varios amigos que estaban en otra parte de la ciudad para después ir al Fifa Fan Fest, un evento organizado en cada ciudad anfitriona del mundial, donde hay pantallas gigantes transmitiendo los partidos. A diferencia de Sao Paulo, donde el Fan Fest es en un punto central y de fácil acceso con varias líneas del metro, en Brasilia el evento quedaba tanto lejos de una estación del metro, como en un punto al que era difícil llegar, incluso conociendo la ciudad.
Para llegar al Fifa Fan Fest había que llegar en metro a la estación Praça do Relógio y ahí caminar al menos 40 minutos. Buses pasaban muy poco y según las indicaciones daba para llegar caminando. Si no estoy mal, el precio del pasaje de metro es de R$3, igual al de bus, solo que hay que comprarlo antes de ingresar. No se puede pagar dentro.
En ese Fifa Fan Fest, viendo a Chile clasificándose y eliminando a España, y con una parranda vallenata que llevaron al evento, acabó nuestro primer día en Brasilia. Debíamos dormir y aguardar por el segundo juego de Colombia al día siguiente.
Esperen la segunda parte de este post con la continuación.
Yo también sigo a Héctor García hace años y de su trabajo me gusta lo que tú dices de compartir sus experiencias con imágenes y escritos. De hecho escribió un libro, ¿no?
A él sí que le va bien con lo de los blogs.
Saludos!