
¿Colapso de los blogs?, ¿cuál colapso? Estoy leyendo esta entrada en un blog (!)
Es una buena pregunta. Podríamos hablar también del colapso del periodismo y de los medios de comunicación, ¿no?
En realidad, el periodismo impreso sí que colapsó. En los puestos de revistas de Sao Paulo (imagen abajo) es normal encontrar ventas de periódicos viejos para las necesidades del perro. Los venden en bloques de 2 Kg con varias ediciones amarradas con una cuerda, como si fueran ladrillos. Es el símbolo de lo que algún día fue grande y hoy ya no es nada. Si pudieran, los darían gratis. Al final, solo está ocupando espacio físico y nadie los va a leer.
En algún momento, los periódicos eran vendidos en los semáforos, y había quien pagaba por una suscripción para recibirlo todos los días. Uno a uno, esto generaba una audiencia que les era vendida a los anunciantes. Y ese fue el modelo de negocio durante siglos desde que Guttenberg inventara la imprenta.
Antes de escribir El Capital, Marx y Engels escribían como corresponsales en periódicos de la época, y el periodismo era una profesión muy respetada. No que hoy no lo sea, pero hoy los periodistas se confunden entre multitudes de opinadores aficionados sobre cualquier tema. Todo es muy difuso, y todo el mundo pasó a reclamar que su opinión tenía que ser respetada, así se estuviera defendiendo un genocidio (!).
Solo en los 2 últimos años vimos de la nada surgir especialistas en geopolítica cuando Estados Unidos se terminó de retirar de Afganistán después de 20 años; especialistas en vacunación e infecciones respiratorias cuando finalmente tuvimos una vacuna contra el COVID-19; especialistas en ciencias políticas, opinando sobre lo que pasaba en Brasil, Cuba o Venezuela. Todos, sin siquiera haber salido de casa o haber leído un libro sobre el tema. Eran opinadores con una cuenta en Twitter, reclamando su derecho a ser escuchados, como si la opinión de todo el mundo tuviera el mismo peso.
Los más extremistas, seguidores de líderes como Donald Trump y Jair Bolsonaro, se atreverían a decir que la verdad no existe, y que ellos tienen derecho a creer en sus propias verdades. Hoy a esto se le conoce como Post Verdad. El éxito del fascismo y de líderes populistas contemporáneos está, según Federico Finchelstein, autor del libro breve historia de las mentiras fascistas, en que estas figuras se muestran como los únicos seres sobre la faz de la tierra capaces de interpretar la verdad invisible a los ojos de todos, así esta vaya en contra de cualquier evidencia y contra la propia realidad. En realidad, solo están cumpliendo su papel de decir lo que su base de seguidores quiere oír, por más absurda que suene.
El colapso del periodismo
El periodismo impreso colapsó porque la información a la accedemos por Internet es gratis. Si antes pagábamos por una revista o un periódico, hoy vamos al portal de noticias y lo leemos todo gratis.
El periodismo fue una de las industrias que nunca se adaptó a la disrupción tecnológica, con excepción de un par de medios de comunicación como The Guardian (Reino Unido), UOL (Brasil) o The Wall Street Journal (Estados Unidos). Cuando Internet se empezó a masificar en los años 90, a los directores de los medios impresos les seguían llegando cheques de anunciantes y suscriptores por debajo de la puerta. Prefirieron dejar que los suscriptores accedieran al contenido gratis mientras siguieran llegando esos cheques. Esto les iba a permitir mostrar como algo atractivo el número de visitas, lectores, clicks, etc., números que podrían mostrar a sus anunciantes para que les siguieran entregando cheques.
Cuando esos mismos anunciantes migraron hacia plataformas de publicidad como Google y Facebook, y los suscriptores pasaron a informarse desde la pantalla de sus celulares, ya era demasiado tarde. De hecho, siguieron haciendo exactamente lo mismo. Seguían cabando un agujero para salir del agujero (!).
Las revistas no están del todo muertas. Los periódicos tampoco. Algunos intentaron tímidamente migrar a lo digital, bloqueando sus contenidos y exigiendo un pago para acceder al 100% de las noticias, en lo que se conoce como Paywall.
Perdón decirlo ahora, pero creo que llegan unos 20 años tarde, ¿no creen?, ¿por qué te iba a dar los números de mi tarjeta de crédito, cuando hay mil medios de comunicación más ahí afuera?, ¿qué tienes tú de especial que los otros no tengan? Hay algunos con mucha más experiencia, generando contenido para Internet y por los que estaría dispuesto a pagar sí o sí. Por eso a la gente no le duele pagar por servicios como Netflix o Spotify, porque están 100% seguros de lo que van a recibir, pero medios periodísticos hay por montones (y gratis)…
Sobre este tema publiqué un post en el año 2015 titulado un modelo de negocio para el periodismo digital, en el que resumí y comenté la investigación de post doctorado del periodista brasilero Caio Tulio Costa sobre lo que él llama de periodismo post industrial.
El papel de los blogs
Y si aquí estamos hablando de medios periodísticos, que históricamente tenían un papel dentro de la sociedad como el cuarto poder y contaban con un modelo de negocio, ¿qué podríamos decir de los blogs, que no tienen ni 30 años de vida y ni un modelo de negocio rentable en la mayoría de los casos?
Los blogs nacieron, crecieron y simplemente pararon de crecer. Cuando pararon de crecer fueron siendo abandonados poco a poco y al final nunca desaparecieron del todo. Como decíamos al inicio de esta entrada, ¿de qué colapso estamos hablando si siguen existiendo blogs?
En gran parte, el formato fue apropiado por empresas que adhirieron a estrategias de Inbound Marketing y SEO para posicionarse en Google. Otros medios periodisticos con una presencia en la red montaban blogs para decir que tenían diversidad de opiniones. Muchos blogs de viajes, una de las categorías que siguió siendo muy fuerte a pesar de las redes sociales, tuvieron que monetizar a como dé lugar con el fin de seguir dándoles de qué comer a sus autores, que mostraban estilos de vida poco creibles a sus seguidores en las redes sociales (como muestra el vídeo de arriba). Otros prefirieron migrar a YouTube, donde siguió habiendo espacio y audiencia para contenidos largos, con la única diferencia de que era en formato audiovisual y no escrito. Y unos pocos lograron publicar libros, al tiempo que siguieron con un blog relevante a pesar de las circunstancias.
Un buen ejemplo de esto último es el de Camila Coutinho, que creó uno de los primeros blogs de moda en Brasil, llamado de Garotas Estúpidas. El blog se acabó convirtiendo en el libro estúpida eu?, llevó a Camila a ser una referencia en la industria de la moda brasilera, no sin tener una presencia en otras redes sociales. Lo necesitaba para seguir en contacto con sus seguidores. Hoy tiene un negocio que gira alrededor del blog.
En otras palabras, los blogs siguieron existiendo, pero siempre con la mano invisible del mercado intentando monetizarlos, cada vez más lejos de lo que fueron en su momento, un espacio para compartir opiniones de forma desinteresada. Los autores de esos blogs migraron en muchos casos a otras plataformas o abandonaron.
Los blogs, en vía de extinción (?)
Los blogs como los conocimos hasta los años 2015/2016 ya no existen. Están en vía de extinción. Esta fecha yo la uso como referencia personal, cuando me di cuenta de que las personas simplemente olvidaron que existía el sistemas de comentarios.
Otras métricas de otras plataformas pasaron a ganar más relevancia. Nos pasaron a importar más los Likes de las fotos que subiéramos a Instagram, el número de personas que vieron nuestras Stories, las respuestas en Twitter, etc., mientras que el número de visitantes únicos a los blogs que seguían existiendo se fue deteriorando. Priorizamos la gratificación instantánea de las notificaciones sobre el contenido de calidad que seguían ofreciendo algunos blogs. Hasta que los autores de esos blogs se volvieron adultos y siguieron con sus vidas en otras redes sociales.
En últimas, era más fácil producir y consumir contenidos cortos dentro de una aplicación que ya estaba instalada en nuestro celular, que abrir el navegador, digitar la URL de un blog y ver si había algo nuevo para leer. Podría ser más fácil, pero en 2013 Google mató Google Reader, un servicio desde el cual era muy fácil, inclusive desde un celular, seguir decenas de blogs con unos pocos clicks, de la misma forma en que uno sigue cuentas en Twitter o Instagram. Surgieron otros servicios como Feedly para llenar ese vacío, pero ya no era lo mismo. El vínculo entre lectores y creadores de contenido se rompió para siempre.
¿Y qué fue lo que nos quedó de todo esto? Es solo ir a la pantalla principal de nuestro celular y ver cuáles han sido las aplicaciones que más usamos en la última semana. La mayoría deben ser o redes sociales o plataformas de mensajería instantánea. TikTok, Instagram y YouTube pasaron a concentrar la mayoría del tiempo que pasamos viendo vídeos desde el celular. Dudo mucho que alguien use Medium, una de las pocas plataformas de blogs que sigue viva a estas alturas.
Muchos de esos generadores de contenido, que en algún momento tuvieron un blog, siguieron con su vida desde otras plataformas. Algunos se volvieron aspiradores a YouTubers o Influencers de alguna otra red social, siempre con la esperanza de que desde alguna de estas plataformas iba a ser más fácil llegar a ese primer millón (de seguidores o de dinero en la cuenta del banco).
Por suerte, las plataformas en sí siguieron existiendo. Este blog está escrito en WordPress, pero hay otras opciones como Blogger, Medium o Tumblr. ¿Qué va a pasar cuando estos servicios dejen de existir? No sería la primera vez que algo así pase. Sería como volver a los años 90, en que había que tener conocimientos bastante técnicos para montar un sitio web para compartir cualquier cosa. Siendo sinceros, no creo que esto pase.
Imagen: Erick Shoemaker