El lunes 26 de septiembre de 2016 será recordado como uno de los días más importantes de la historia de Colombia, el día en que el Gobierno Colombiano y la guerrilla más antigua de América Latina firmaron un acuerdo de paz que le ponía punto final al enfrentamiento entre el Estado Colombiano y las Farc como movimiento armado.

Quizás no lo sepan, pero en los inicios de este blog el conflicto armado en Colombia era un tema muy recurrente. 2008, año en que este blog publicó por primera vez, fue una época en la que el conflicto armado se había recrudecido tanto, que las Farc habían acabado de asesinar un año atrás a 11 secuestrados. Varios meses después, en 2008, la convocatoria un millón de voces contra las Farc, iniciada en Facebook, hizo que millones de personas salieran a las calles bajo la consigna NO MÁS FARC (imagen que aparece al inicio de este post). 

Para la época, si me preguntaban, el secretariado de las FARC daba «tanto o más asco que Fernando Londoño Hoyos, José Obdulio Gaviria y Salvatore Mancuso juntos», como llegué a leer en un artículo titulado como las patrañas de Iván Márquez.

En los 20 años anteriores a eso, las Farc habían llegado a ser tan poderosas, que llegaron a controlar una zona del tamaño de Suiza en la época del fallido proceso de paz en el Caguán (1999-2002). Cometieron un atentado terrorista el día de la posesión del ex presidente Uribe en 2002 e incluso fueron acusados de explotar el Club el Nogal al norte de Bogotá en 2003, dejando 36 civiles muertos y 158 heridos

Sin embargo, ya desde el año 2001, y tras la aprobación del Plan Colombia y el inicio del Plan Patriota, el escenario se había comenzado a revertir cuando se acaban los diálogos de paz iniciados en 1999. Inicialmente en el Gobierno Pastrana y después por el Gobierno Uribe, serían estos dos gobiernos el punto de quiebre para que menos de una década después empezaran a caer uno a uno los máximos líderes de las Farc.

Si bien a los gobiernos Pastrana y Uribe (especialmente a este último) les debemos que el Estado haya recuperado el uso legítimo de la fuerza, fue también la opinión pública la que se empezó a agotar de que personas inocentes fueran víctimas de las Farc.

Quizás ya estábamos cansados, pero la evolución de los medios de comunicación lo hizo más visible y nos llevó a tomar acciones que las propias Farc llegaron a sentir.


El desarme


En Colombia hay miles de minas a lo largo de todo el territorio sembradas por las Farc, que van a explotar e incluso matar si alguien las llega a pisar
, sin distinguir entre civiles y militares. Colombia es incluso el segundo país del mundo con más minas antipersona. Esta situación, muy común en conflictos degradados, la podemos apreciar en la película En Tierra de Nadie, que cuenta cómo en la guerra de los balcanes, entre Bosnia y Serbia, un soldado cae encima de una mina que explota solo en el momento en que el peso es retirado de encima, sin que las partes involucradas en el conflicto o la comunidad internacional puedan mover un dedo.

Ese quizás es uno los motivos más esperanzadores de un acuerdo final entre el Gobierno y las Farc. Vamos a retirar todas las minas que fueron sembradas por ellos, y podremos caminar en paz por zonas que hasta hace unos años fueron siempre territorio de guerra. Podríamos incluso seguirnos matando, mandando a la guerra a personas pobres que no tenían muchas oportunidades en la vida mientras otros veíamos el conflicto por televisión, pero eso no iba a llevar a ningún lado. Acabar con un grupo armado como las Farc implica matar hasta a su último hombre, y eso puede tomar décadas en suceder. Ahora podremos utilizar los mismos recursos militares para enfrentar a otros grupos armados, traquetos, y organizaciones ilegales de menor tamaño.

De ahí que desarmar a un movimiento armado y obligarlo a defender sus ideas como movimiento político vale la pena, pues desde el momento en que se firma la paz son cientos de personas que van a dejar de morir o ser obligadas a ir a la guerra por causa del enfrentamiento Estado-Farc.

Dicho esto, hasta cierto punto tuvo sentido hacer uso legítimo de la fuerza para agotar al adversario y forzarlo a negociar, como se hizo desde el final del Gobierno Pastrana (año 2002), todo el Gobierno Uribe (2002-2010) y parte del Gobierno Santos (2010-2016). Mientras cada uno de esos gobiernos usó la fuerza, siempre hubo un canal de negociación secreto que ni en las peores circunstancias se llegó a cerrar. Llama la atención, de hecho, que la propuesta número 41 del candidato Álvaro Uribe en 2002 era negociar con los grupos armados (documento completo aquí). Y el objetivo final del uso legítimo de la fuerza debería ser ese: llevar al desarme del adversario.


Las críticas

 


Muchas de las críticas al proceso de paz tienen que ver con la impunidad. Hay otros incluso tan perdidos, como en el vídeo de arriba, que hablan de que las Farc se tomaron el poder y que dentro de poco estaremos en condiciones muy parecidas a las de Cuba o Venezuela, cuando ni siquiera se negoció el modelo económico y las Farc al día de hoy no acumulan un solo voto en las urnas, porque lo que se decide en las urnas después de la firma del acuerdo final no es sino la refrendación de ese acuerdo por parte del pueblo colombiano.

Si bien las Farc tendrán representación política, será una minoría al lado de la aplanadora bancada del gobierno e incluso la oposición. Si como movimiento político las Farc se quieren ganar un voto, con el fin de superar el umbral que les permita seguir existiendo en futuras elecciones, tienen primero que cumplir con la justicia transicional al confesar sus delitos, pedir perdón a las víctimas y garantizar la no repetición. Solo así podrán ganar credibilidad que se convierta en votos. Una explicación muy detallada hizo +Freddy Vega en el canal de YouTube de Platzi (vídeo de abajo).


Quizás no lo sepan, pero en el año 2003 hubo una reforma política que obligó a los partidos políticos a tener un mínimo de votos para seguir existiendo. Por eso es que hoy ni siquiera existe un partido del M-19, que firmó la paz en 1991. Tuvieron que cambiarse el nombre a Partido Verde y dar un giro a su ideario político para seguir existiendo. Las Farc van a tener que pasar y superar ese proceso si se quieren convertir en una fuerza política relevante.

¿Qué les hace pensar a las personas que una vez firmada la paz va a ser fácil para las Farc como movimiento político convertir a Colombia en una dictadura comunista de la noche a la mañana? Hoy para cambiar una sola cosa de nuestro sistema es necesario todo un trámite y aprobación en el Congreso, promulgación del Presidente y que no haya nada por fuera de la constitución. De hecho, pensar en que Timochenko va a ser presidente deja por fuera dos cosas: un Presidente no es nada sin el apoyo del Congreso y en Colombia ni siquiera la izquierda que siempre estuvo dentro de la legalidad ha ganado unas elecciones presidenciales. ¿Por qué habría de pasar lo contrario con las Farc?

Si eventualmente llegase a pasar algún día, no hay evidencia de que vaya a pasar lo mismo que en Venezuela, Cuba o Nicaragua, pues no estamos hablando de ciencias exactas, en que un experimento en 10 lugares diferentes y con los mismos componentes va a tener los mismos resultados. Aquí ni siquiera los componentes son iguales.

O podría pasar lo contrario, como Brasil o Chile, que hubo una izquierda democrática que no acabó con las instituciones ni el equilibrio de poderes.

A unas horas de depositar mi voto por el SÍ, quería recapitular las razones por las que este blog nació y que siguen guiando mi forma de pensar: más racional y menos emocional. A final de cuentas, el diálogo con argumentos y el no uso de la violencia, ni siquiera de forma escrita, será lo que nos conduzca a la paz. Por eso voto Sí al acuerdo de paz con las Farc.

Cuando te des cuenta de que las Farc no se tomaron el poder: