Antes de todo eso Google ya existía. Gmail también. Sin embargo, es increíble que hace solo 5 años apenas estábamos comenzando a ver los primeros smartphones. El primero que yo tuve fue en el año 2011, en una época en la que BlackBerry era muy popular, BBM era más usado que WhatsApp y Nokia todavía existía.

Cuando en las facultades de comunicación y periodismo se habla del antes y el ahora de los medios de comunicación, es decir de los medios online y offline, análogos y digitales, se hace referencia a cómo funcionaban por allá a comienzos del siglo pasado desde que los hermanos Lumiére inventaron el cine, pasando por el nacimiento de la radio y la popularización de la televisión a partir de los años 50, un período que se extiende hasta finales de los 80 y mediados de los 90, años en los que se popularizó la televisión por cable y satelital.

Solo después de eso se habla de los medios digitales, todos aquellos que nacen alrededor de Internet. Se dice que son bidireccionales porque las personas, supuestamente, pueden crear sus propios mensajes o responder de una forma que, por ejemplo, un noticiero en televisión no hubiera permitido.

Sin embargo, hay un vacío poco explorado en medio de esos dos momentos. Si hoy es normal haya Wifi de la misma forma en que hay oxígeno dentro de una habitación, hubo un momento en el que no lo fue. ¿Cómo podemos describir ese momento en que empezamos la transición de lo análogo a lo digital?

Primero aclaremos algo. Esa tal transición, según autores como Henry Jenkins o Pierre Levy, no existe. Simplemente hay una convergencia en la que todos los medios de comunicación interactúan en la vida de las personas. No existe un mundo virtual y un mundo real. Los dos son uno solo. Dicho esto, la pregunta correcta sería: ¿cómo se dio inicio a lo que esos autores llaman como cultura de la convergencia o cibercultura, la misma en la que vivimos hoy?

Podemos hablar de esos inicios en los años 80, pero no quiero ir tan atrás a un período en el que ni siquiera yo había nacido. Quiero detenerme en el período que conozco mejor: desde mediados de los 90, época en la que llega el Internet de 56 KB a los hogares de este lado del mundo por primera vez, hasta mediados de los años 2000, cuando nacen Facebook, Twitter, Spotify y YouTube.

 

El Internet de ayer


Un detalle importante del Internet de hoy es que pasamos el 90% del tiempo entre apenas un par de aplicaciones y sitios web. Yo estaba extremamente equivocado cuando hace un par de años dije que el futuro de la Internet eran los blogs, el RSS y los podcasts: los blogs sobreviven por el amor al arte de unos cuantos, el deseo de hacer dinero rápido de otros y los posts de superación personal publicados en Medium. Al RSS lo mataron Facebook y Twitter. Y los podcast quizás todavía tengan una oportunidad algún día.

Pensemos lo siguiente: YouTube y Netflix son las plataformas de vídeo más vistas del planeta (para competirles tendríamos que juntar a todos los canales de televisión del mundo). Esto es así porque existe una necesidad de consumir vídeos online. Pasa lo mismo con Spotify, Pandora o Deezer: la necesidad de escuchar música online siempre existió desde que hay Internet. Y lo podemos ampliar para absolutamente todo lo que genere dinero por Internet: necesidad de alquilar un hospedaje vacacional (Airbnb y Booking.com), necesidad de movilidad (Uber, Lyft, 99Taxis), necesidad por sistemas financieros eficientes (Nubank y Transferwise), etc.

El origen de todas esas necesidades lo podemos rastrear con lo que pasaba hace 2 décadas, época en la que estábamos apenas entendiendo cómo funcionaba Internet. Nos dimos cuenta de que había una necesidad por escuchar música online y alguien creó un sistema para compartir archivos de audio de nuestro computador con otras personas que también estuvieran conectadas a Internet. Ese sistema se llamaba Napster y más allá del sistema P2P que conectaba a las personas, tenía sus orígenes en el cotidiano de las personas: los usuarios que compartían música por ese medio tenían que convertir las pistas de un disco compacto, un casette o un vinilo a un formato digital como lo era el MP3. Esos archivos eran guardados en una carpeta del computador que prácticamente era pública si utilizábamos Napster, Kazaa o Ares.

Después vino la evolución de los torrents, que descentralizó aún más el asunto. Un archivo en formato .torrent que se descargaba desde The Pirate Bay o Iso Hunt contenía todas las rutas hacia otros lugares en Internet desde las cuales el archivo que queríamos se podía bajar. Este archivo era independiente del software utilizado para hacer la descarga. De esta forma, era humanamente imposible perseguir a quienes pirateaban obras de propiedad intelectual. Pasaría lo mismo que pasó con Napster: si lo cierran, van a surgir 10 más. Si cierran un sitio para descargar torrents o el software utilizado para bajar los archivos, van a aparecer 10 más y van a hacerles prensa gratis a estas tecnologías.

Y esto fue lo que dio inicio al streaming de música: el darnos cuenta de que había gente que quería música en formato digital y no en formato físico. Al respecto de ese momento intermedio, recuerdo incluso que mucho antes de que existiera YouTube había gente que grababa en un VHS vídeos musicales en MTV o capítulos de series (Los Simpson, X Files, Dragon Ball, etc.) Era algo parecido al grabar música de emisora en un casette, que muchos llegaron a ver como el fin de la industria de la música. Según ellos, las personas no iban a querer comprar más música (?).

Lo que en realidad significaba que hubiera gente grabando contenidos de la radio y la TV era que algunos espectadores querían tener bajo su control lo que querían ver y escuchar. Es decir, no estar a la merced de las estrictas programaciones de los canales y emisoras, sino de tener la opción de ver en cualquier momento eso que en el pasado les gustó y grabaron. Como anécdota personal recuerdo que MTV Latinoamérica era capaz de dejar en el TOP 20 una misma canción durante unas 20 semanas para luego desaparecerla por completo. Un éxito del año 99 nunca más lo íbamos a ver porque MTV tenía más interés en promocionar artistas y discos recientes.

Entre los años 2001 y 2002 quise en algún momento ver los primeros vídeos musicales de Blink 182 y Green Day, o ver el MTV Unplugged de Nirvana completo, todos contenidos de mediados de los 90. Para entonces era humanamente imposible acceder a esos contenidos. ¿Por qué MTV pasaría vídeos de una década atrás? A raíz de esto alcancé a grabar en varias cintas de VHS vídeos que creí que nunca más iba a volver a ver. Años más tarde, ese tipo de contenidos serían los que popularizaron a YouTube. Todo aquello a lo que no se podía acceder de una forma fácil en formato vídeo iba a estar en YouTube.

El primer vídeo en alcanzar un millón de visitas en YouTube fue un comercial de Nike en el que aparecía Ronaldinho. De alguna forma un comercial quería ser visto y no ignorado como suele pasar con los cortes comerciales en televisión. Si no hubiera sido por YouTube, ¿cómo alguien lo iba a encontrar? La única forma era esperando a que un canal de televisión quisiera emitirlo o a que una grabación en VHS cayera en las manos correctas. ¿Llegaría eso a pasar? Por supuesto que no, como tampoco pasó años antes con MTV. 

Con la música pasó algo parecido. Había, a finales de los años 90, discos que solo se conseguían en Estados Unidos o bandas locales que sacaban tan pocas copias, que era normal que apenas 100 personas tuvieran todas las copias originales de un álbum lanzado por una banda. La primera grabación de Blink 182 fue un casette, una grabación casera, que durante años fue más un mito que algo real. Era algo de lo que se hablaba en foros en Internet, pero que nadie había logrado convertir en formato MP3 y por consiguiente nadie había escuchado. Aun hoy es difícil conseguir algunas de esas grabaciones. Hoy más de 15 años después continúo recibiendo correos de personas que quieren que les comparta discos de bandas tan underground que nunca estarán en Spotify y tan antiguos que se agotaron hace años de donde sea que los hayan llegado a vender.


Los ejemplos mencionados hasta aquí del streaming de vídeo y la popularización del formato MP3 son parte de la historia no contada de lo que estamos viviendo hoy. Ahora quien quiera se crea una cuenta gratuita en Spotify o va a YouTube y va a encontrar contenidos que hace 20 años teníamos que grabar en cintas físicas si algún día las queríamos volver a ver. Esta es la historia de cómo los formatos digitales empezaron a acabar con los formatos físicos y los medios tradicionales de comunicación. Claro que ambas cosas existen, pero el día en que queramos ver cómo empezaron a desaparecer tendremos que ir a la época en la que la radio y la televisión no entendían lo que realmente querían las audiencias. A final de cuentas, las audiencias fueron las que pasaron a la acción y empezaron a buscar y a compartir lo que no encontraban en la televisión o en radio para que otros con la misma necesidad pudieran acceder a ello.