Una pregunta que les quita el sueño a productores, sellos discográficos, estudios de cine y hasta a legisladores, pero no porque no sepan la respuesta sino porque no les cabe en la cabeza que otro mundo es posible. Uno en el que los discos físicos, los libros de papel y las películas de Betamax y VHS han dejado de ser productos que se comercializan bajo nuevos modelos de negocio que, según ellos, les hace perder cientos de millones de dólares. Bajo esa perspectiva, hay quienes piensan que Amazon, iTunes y Netflix están acabando con miles de empleos, y por esa misma razón les gustaría acabar con ellos, para que las personas comunes y corrientes que disfrutamos viendo películas y series de televisión o leyendo libros en nuevos formatos volvamos al frente del televisor. Pero no lo van a lograr, más allá de lo que puedan llegar a lograr contra sitios aislados como Cuevana, The Pirate Bay o TVShack, o de lo que pase con las leyes Sinde, Hadopi, Sopa o Leylleras. Finalmente eso no importa porque siempre habrá más de una alternativa, no importa si es legal o ilegal, con lo que queda abierta la pregunta: ¿es posible vivir sin descargas «ilegales»?
Es difícil responder esta pregunta cuando prácticamente desde que hay una conexión de Internet en mi casa he descargado contenido que no es de mi propiedad e incluso cuando mucho antes de que pudiéramos conectarnos con computadores del otro lado del planeta ya teníamos cientos de casetes con música copiada o películas en VHS que grabábamos del televisor. Lo grave es que en esos tiempos los mismos amos y señores de la industria cultural que hoy se rasgan las vestiduras porque los estamos condenando a la miseria cada vez que bajamos una canción creían que con el casete tendrían que decir adiós a su jugoso negocio. ¿Hoy dónde están todas esas cintas? ¿Alguien se hizo millonario con ellas? De todos modos estamos en otros tiempos y la pregunta debe ser replanteada hoy.
La pregunta que da origen a esta entrada me la hice por estos días mientras veía una película prestada en DVD, ya que en el lugar donde vivo actualmente, en algún lugar de Estados Unidos, no hay televisión por cable, ni siquiera los canales gratuitos que todo el mundo debería tener, Cuevana está bloqueado y Netflix no funciona en Linux, como ya en alguna oportunidad lo mencioné. Así las cosas, estoy limitado a entretenerme «legalmente», refiriéndome a lo que pueda ver desde el celular, casi siempre Netflix y un sitio que hace poco descubrí llamado Crackle. Pero no más. Incluso, como en este país descargar contenido protegido por derecho de autor es un delito grave, aunque aún no tengo claro en qué áreas, con la música he estado tratando de hacer un experimento que podría resultar interesante: música sólo de artistas que distribuyan su música de forma gratuita para escucharla en Google Play Music o SoundCloud, aunque para todo lo demás ahí está YouTube. Por ahora tengo pendiente de echarle una ojeada a the Free Music Archive, donde es posible descargar música de manera legal y gratuita debido a las licencias que usan los artistas. Por ahora les dejo estos dos enlaces también de dos bandas de rock colombianas que distribuyen gratuitamente su música para que descarguen sus discos (enlace 1, enlace 2).
Todo esto me recuerda al Internet de final de los años 90, cuando bajar música por Napster era algo de otro mundo, las librerías no tenían más de 100 canciones y uno realmente disfrutaba lo poco que tenía. Hoy tal vez esto nos ayude a encontrar alternativas para enfrentar la piratería, como ya en alguna oportunidad debí mencionarlo, aunque, claro, sin olvidar que la piratería no es del todo mala.
Nota después de publicado el artículo: en los comentarios un usuario me recomendó Jamendo. No lo conocía y funciona bastante bien.
Nuestro amigo Kurioso hizo una lista de recursos legales para entretenimiento en su blog: compartan
http://kurioso.es/2012/01/09/compartecultura/
Imagen propiedad de RocketRaccoon
jamendo también