El fin de semana pasado, participé como asistente de una hackathon organizada por Facebook y MasterCard. Los participantes debían integrar dos APIs, una de MasterCard y otra de Facebook, en un prototipo de aplicación en menos de 24 horas. Uno de los objetivos de esta hackathon era encontrar soluciones para que más personas adoptaran el dinero plástico. En Brasil el 85% de las transacciones se realiza con dinero físico, y el plan a largo plazo es que este escenario se revierta. Para eso los fabricantes de tarjetas desempeñan un papel muy importante, al tener en sus manos la tecnología para que el dinero plástico sea más atractivo que el de papel.

La razón por la que fui a una hackathon es la misma por la que, como mencioné hace poco, he empezado a participar de espacios de emprendimiento. He querido conocer el ecosistema y a las personas que lo componen en Brasil. Tengo claro que, si no me quiero quedar sin trabajo el día de mañana, tengo que empezar a conocer personalmente a las personas que toman las decisiones de las empresas que están siendo creadas ahora mismo.

Como sabrán, hoy conseguir un trabajo no es cuestión de imprimir unas cuantas hojas de vida y dejarlas en todas las oficinas que se nos ocurra. Ahora las cosas son sumamente complejas, y nos saldrían raíces si pretendiéramos encontrar un buen trabajo utilizando los métodos que funcionaban en los tiempos de nuestros padres. Hace 40 años las cosas funcionaban de otra manera, simplemente porque no había muchos profesionales preparados. Hoy en cambio el mercado está saturado y hay que sobresalir de una forma que vaya más allá de la preparación académica.


Participar de una hackathon, incluso como observador que fue mi caso, fue todo un choque al darme cuenta de que no sé absolutamente nada de programación. Fue un llamado de atención a mí mismo de que, así no pretenda convertirme en desarrollador de aplicaciones, debo aprender lo mínimo para sobrevivir en un mundo que cada vez se vuelve más competitivo. Digo que debo aprender «lo mínimo» porque ese es apenas el primer paso para lo que sea que vaya a hacer después. Mientras hago eso, también tengo que seguir desarrollando las habilidades que ya tengo.

Desde ese punto de vista, entiendo que hay todo un movimiento de los medios que cubren tecnología, cultura emprendedora e Internet para que las personas aprendan a programar (o incluso para que no vayan a la universidad). Tiene sentido, pues la automatización y la inteligencia artificial están evolucionando tan rápido, que no es necesario solo mano de obra para construir las herramientas, aplicaciones y servicios que ya estamos empezando a utilizar. Además de eso, necesitamos personas que trabajen en áreas de ventas y soporte que sepan muy bien lo que tienen entre manos y lo que les están ofreciendo a sus clientes. Y de ahí se desprenden otras cosas: reclutadores que sepan contratar a las personas que sepan de estos temas y departamentos de recursos humanos que sepan lidiar con ellos. Y así va a pasar con todas las áreas de la empresa. El día de mañana, todas las empresas van a ser de tecnología, o de lo contrario van a desaparecer, como ya está pasando con la prensa escrita, la industria de los taxis y de forma insignificante con los bancos.

Entender todo este panorama desde adentro y no desde afuera como usuarios/observadores es lo que dentro de poco hará la diferencia entre un profesional cualificado (o no). Yo lo veo más desde mi punto de vista profesional: ¿cómo la tecnología tiene un impacto en la comunicación y el periodismo, carrera que estudié en la universidad? Casi todo lo que aprendí en el pregrado eran cosas que funcionaban hace 20 años, pero a la velocidad que se mueven las cosas, mucho lo tuve que aprender por cuenta propia, y muchas otras cosas que aprendí en su momento lo tuve que desaprender porque nunca lo iba a necesitar.

Solo en el último año conocí 2 herramientas que van a cambiar para siempre cómo las empresas se comunican internamente: Facebook at Work y Slack. Piensen en una empresa con miles de empleados y con sede en los principales mercados de cada continente. Hasta hace 10 años todavía se hablaba de Intranet. Y es un concepto que muchas personas conocen. Desde un punto de vista práctico, se trata de una tecnología de cuando Internet era reciente. Otras empresas se comunican por correo electrónico o Skype. Y no está mal. Es lo que la mayoría de las empresas apenas conoce. Lo que hay que mostrarles, y es ahí donde un comunicador con conocimientos actualizados puede cumplir un papel importante, es que hay canales 100 veces más eficientes que una intranet o un correo electrónico.

Respecto a las herramientas que conocí recientemente, Facebook at Work funciona porque se trata de una interfaz exactamente igual a la de Facebook y en la que todas las comunicaciones se dan vía grupos o Messenger. Con una interfaz así es más fácil familiarizarse y las personas se animan más a trabajar en equipo porque es algo que nadie va a tener que aprender a usar de ceros. Queda un histórico organizado por grupos con toda la información que pueda ser útil para otro equipo. Así, si uno tiene una pregunta y uno es bueno buscando información, seguramente habrá alguien que ya tocó el asunto que uno necesita en algún grupo, o si no es tan fácil como enviar un mensaje utilizando Messenger. Slack, por otro lado, tiene una interfaz diferente, pero que también busca hacer más eficientes las comunicaciones entre equipos grandes (ver vídeo de abajo). Slack es un producto tan bueno, que al día de hoy la compañía está avaluada en $1,12 billones de dólares sin siquiera tener un equipo de ventas. En Latinoamérica lo utiliza Hashtag 700, y otras empresas como Airbnb, Expedia, LinkedIn y BuzzFeed. Sé, porque ya usé Facebook at Work y Slack, que son la mejor solución hoy para la comunicación interna de una empresa grande.


Todo esto es algo que aprendí por fuera de la universidad. Me costó tener que olvidar cosas que generaciones anteriores que estudiaron lo mismo que yo daban como verdades incuestionables. Pasó algo parecido con cosas que no me fueron enseñadas. Por ejemplo, algo que no aprendí en la universidad es el largo proceso que existe entre una empresa y sus clientes potenciales, hasta convertirlos en clientes satisfechos. ¿Qué es lo que hace que una empresa desconocida para muchos en algún momento como Netflix o Spotify tengan millones de usuarios con una tarjeta de crédito registrada cobrando mes a mes?

Algo de ese proceso debería haber aprendido en la universidad, teniendo en cuenta que el periodismo se financia en gran parte gracias a la publicidad. A final de cuentas, la preparación sobre ventas en un curso de comunicación y periodismo es inexistente. Una pregunta que valdría la pena hacerle a quien estudiaba esa carrera sería: ¿cuál es el camino por el que pasa una empresa, que nunca consideró en crear un anuncio de publicidad, para terminar haciéndolo mes a mes sin siquiera saber si está funcionando? Eso fue lo que mantuvo (y todavía mantiene) en pie a los periódicos impresos durante varios siglos.

Supe de la existencia de equipos comerciales en las empresas solo cuando salí de la universidad y trabajé en un par de agencias de publicidad. Antes de eso asumía que las personas compraban productos de manera libre sin ser influenciadas al momento de la compra. La verdad es que el proceso es mucho más complejo que eso, e involucra publicidad, relaciones públicas, servicio al cliente, competencia, situación económica y muchas otras variables. 

Al igual que me pasó en la hackathon a la que fui solamente a ver, es un choque ver cómo las cosas funcionan en la vida real y que todo lo que uno aprende tiene que ser actualizado de forma permanente. Y a final de cuentas eso es lo que hace la diferencia entre tener o no trabajo hoy en día. O también podemos no hacer nada y esperar a que un robot haga nuestro trabajo sin cobrar por un salario ni exigir derechos laborales.