Handmaid's Tale Gilead
No ha pasado un mes desde la victoria de Lula sobre Bolsonaro en primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil. La diferencia, de 48 a 43%, fueron alrededor de 6 millones de votos, en un país en el que el voto es obligatorio. A una semana de segunda vuelta, el clima es bastante tenso en redes sociales, donde proliferan ‘fake news’ de la campaña de Bolsonaro y declaraciones absurdas, pero reales, del propio Bolsonaro, siendo divulgadas por el otro lado de la campaña. No es el mejor momento para informarse por redes sociales si uno quiere estar bien emocionalmente. TikTok y Kwai están fuera de control, dando alcance de forma indiferente a contenidos reales y falsos.

Yo no uso ni TikTok, ni Kwai e Instagram lo desinstalo de vez en cuando. Ahora solo estoy en Twitter, aunque a veces con pocas ganas de entrar por lo pesado del ambiente. Solo me quedó venir al blog, que es el único espacio que no sé si alguien lee todavía.

Quería contar un poco con cabeza fría lo que significan las elecciones de Brasil de este año. Lejos de las redes sociales, donde queda poco espacio para el análisis, llegué a intentarlo en Twitter con un par de hilos que escribí durante la semana (este en español y este en portugués) y en Instagram con una historia que publiqué. Tuvieron una buena acogida, pero infelizmente el contenido en esas plataformas es efímero, se olvida rápidamente y en 24 horas desaparece. Ya el blog es todo lo contrario. Es permanente y hay análisis. El costo de esto es que llego a menos gente: las personas no leen. Unas por otras.

Brasil, la República de las Milicias

Siempre he leído mucho sobre la historia de Brasil, historia mundial, fascismo, comunismo, ‘Fake News’, entre otras cosas y, más importante, vivo en Brasil, y creo que tengo conocimientos suficientes para saber de lo que estoy hablando. No es algo que me llegó por una cadena de WhatsApp lo que estoy escribiendo aquí. Hay años de reflexión y análisis, y los que siguen este blog lo saben. No es la primera vez que escribo sobre el tema.

Un paréntesis: estos son algunos de los posts sirven para entender el asunto:


La República de las Milicias es un libro (en portugués), escrito por Bruno Paes Manso, que cuenta cómo funciona la relación entre la clase política y el crimen organizado en la ciudad de Río de Janeiro, el fortín electoral de la Familia Bolsonaro. Gilead, por otro lado, es el escenario del Cuento de la Criada, la obra de Margaret Atwood llevada a la televisión (ahora en su quinta temporada). En la serie, tras un golpe de Estado en Estados Unidos, el poder lo ostentan unos fanáticos religiosos que basan su visión del mundo en el Antiguo Testamento. Las mujeres no tienen derechos, trabajan como esclavas, son consideradas seres inferiores y solo sirven para procrear. Ya volveremos a esta referencia (trailer en español a continuación).

Río de Janeiro y el crimen organizado

A nivel Brasil, el crimen organizado es muy complejo para entender. Por su tamaño continental, es mejor analizar la problemática a nivel local. El Estado de Río de Janeiro tiene una población mayor que varios países de Latinoamérica: 17 millones de habitantes. La capital, que lleva el mismo nombre, tiene cerca de un tercio del total: 6 millones de habitantes. Hago énfasis en Río de Janeiro porque en Sao Paulo y en otras grandes capitales, por ejemplo, el crimen organizado tiene otras dinámicas y eso me daría para escribir otro post.

Río de Janeiro, que fue la capital de Brasil hasta 1960, fue una ciudad que creció de forma desorganizada. Situada al lado del mar, cuenta con muchas montañas, mejor conocidas como morros. Las favelas, donde viven las personas más humildes, suelen vivir allí, muchas veces lejos del centro de la ciudad. O hay también barrios de lujo al lado de las favelas, que son controladas por traficantes de drogas. Históricamente, cada zona de la ciudad ha estado bajo control del crimen organizado. Poco a poco, quienes se hacían llamar a sí mismos como ciudadanos de bien empezaron a buscar sus propias soluciones, pues no podían convivir con el crimen.

El paisaje de Río de Janeiro se confunde entre montañas, favelas, barrios de lujo y la playa
Policías militares corruptos, ex policías y civiles empezaron a tomar control de la situación con sus propias manos. Si el Estado no se hacía presente, alguien más lo tenía que hacer, y fueron estos ciudadanos de bien los que se atribuyeron la responsabilidad de poner la casa en orden, creando grupos paramilitares, conocidos como milicias, que le hicieran contrapeso al tráfico de drogas. Muchas zonas de Río de Janeiro, que antes eran controladas por el trafico de drogas, pasaron a ser controladas por las milicias. El problema es que para entrar en una guerra de ese calibre hacen falta mucho dinero y armas, haciendo que las milicias resulten apelando a los mismos métodos de sus enemigos: una economía ilegal.

Las milicias en Río de Janeiro ganan dinero con la compra y venta de armas, contrabando, apuestas, y servicios irregulares como transporte, instalación y venta de gas, televisión por cable y cobro por seguridad privada, cuenta Manso en el libro. Tienen que financiar su guerra contra el crimen organizado. De ahí una famosa frase de Bolsonaro: bandido bueno es el bandido muerto. No importa quién haga el trabajo. Y hay muchos que se sienten identificados con la idea de hacer justicia con la propia mano. El 43% de los electores le dio su voto a Bolsonaro en la primera vuelta.

Con esto, las milicias ocupan el lugar del Estado. El problema es que estos grupos van a buscar expandirse y controlar más territorios, lo cual en algún momento acaba tomando el control de las instituciones legítimamente constituidas como la Policía, las Asambleas, el Congreso y hasta la Presidencia de la República. Son dineros sucios circulando de lado a lado para comprar poder.

Las milicias y la familia Bolsonaro

Durante mucho tiempo, la Familia Bolsonaro se ha mostrado afín con las milicias. Los casos más sonados son los de Queiroz y de Adriano de Nóbrega. La periodista Juliana dal Piva, de UOL, lanzó un podcast llamado ‘la vida secreta de Jair’, en que explica todos los detalles de esta relación.

Queiroz, quien llegó a ser preso por el caso, era un Policía Militar al que hoy se le acusa de participar en un esquema de corrupción, según el cual el gabinete de Flavio Bolsonaro, uno de los hijos del Presidente, contrataba funcionarios fantasmas que ni siquiera tenían que ir a trabajar, pero que tenían que devolver hasta el 90% de sus salarios: un delito que se conoce como peculado. Antes de la elección de 2022, estalló un escándalo de que la Familia Bolsonaro estaba involucrada con la compra de 51 propiedades con dinero en efectivo. ¿Quién compra un apartamento con dinero en efectivo? El dinero en efectivo en grandes cantidades solo lo usan los bandidos para que no se pueda rastrear.

El caso de Adriano de Nóbrega, un ex policía militar, convertido en asesino a sueldo, fue homenajeado en múltiples oportunidades por la Familia Bolsonaro, gestos que parecían más hechos para provocar a los enemigos políticos de la familia. Adriano tenía familiares suyos trabajando con la Familia Bolsonaro, y años más tarde su nombre acabó estando relacionado con el asesinato de Marielle Franco, quien junto al hoy Diputado Federal Marcelo Freixó, expuso cómo funcionaban las milicias en Río de Janeiro. Más de 250 personas fueron presas en su momento y el tema ganó notoriedad desde finales de los años 2000. Adriano de Nóbrega, que sabía mucha información que comprometía a personas de mucho poder,  fue asesinado en un operativo militar. Las películas de Tropa de Élite (lanzadas en 2007 y 2010) ya advertían sobre el problema hace más de una década.

Tropa de Élite advirtió hace más de una década sobre la relación promiscua entre el crimen, las milicias y la clase política en Brasil

Extremistas religiosos

La ascensión del bolsonarismo se dio en el mismo momento en que la extrema derecha y el fascismo usaron la democracia para llegar al poder en otros países (antes de intentar destruirla). Pasó con Trump en Estados Unidos, con Víctor Orban en Hungría, con Nayib Bukele en El Salvador y ahora recién con Giorgia Meloni en Italia. En el caso de Brasil con Bolsonaro, el discurso de las milicias no es suficiente para llegar a la presidencia. Han debido de aliarse ideológicamente con fanáticos religiosos, anti vacunas, nazis y militares, entre otros, para construir un discurso que parezca consistente para todos.

Sin Bolsonaro ser un fascista al pie de la letra, utiliza en su discurso un recurso de crear una realidad paralela construida a partir de noticias falsas y narrativas fantásticas, como que Brasil fue mejor durante la dictadura militar. O siempre culpar a un grupo específico dentro la población de todos los problemas: fueron los chinos durante la pandemia, la izquierda, cualquier minoría, los medios de comunicación, la Corte Suprema, etc. En el discurso bolsonarista, siempre hay alguien a quien culpar y este ha de ser exterminado o al menos llevado hasta su más mínima expresión.

Volviendo a Gilead, donde se desarrolla El Cuento de la Criada, podemos ver la transición de cuando Estados Unidos era una sociedad democrática y pasa a ser una República Teocrática. De la noche a la mañana, son congeladas todas las cuentas bancarias de las mujeres y todas pierden el empleo. Las mujeres ya no eran sujetos de derechos, sino objetos. Tras un golpe de Estado dado por fanáticos evangélicos, habían perdido todos los derechos que durante siglos les había tomado en conquistar. Ahora, mujeres que hasta ayer tenían trabajos comunes y corrientes estaban al servicio de Dios para parir los hijos de los altos mandos del Estado. Se basaban en un fragmento del antiguo testamento:

“Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero. Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre? Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella. Así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella. Y concibió Bilha, y dio a luz un hijo a Jacob”.

Génesis 30: 1–5.
¿Qué tienen que ver Gilead, Brasil y la familia Bolsonaro? El proyecto de Bolsonaro, apoyado por fanáticos religiosos y otros grupos que no creen en la ciencia, consiste en llevar hasta su más mínima expresión a todos aquellos que sean diferentes a ellos. Ya lo dijo Bolsonaro una vez: las minorías se deben curvar ante las mayorías. Bajo esta lógica, todas las demás religiones que no coincidan con las creencias de la iglesias evangélicas que lo apoyan deben aceptar lo que sea que diga la Biblia, aunque muchos sectores de la sociedad ni siquiera compartan esas creencias. Si del bolsonarismo dependiera, la izquierda debería ser exterminada. Y pasa lo mismo con quienes viven en las favelas: en un debate televisado entre primera y segunda vuelta, Bolsonaro dio a entender que todas las personas que viven en la favela eran criminales, ni siquiera personas trabajadoras.

Las mujeres en Handmaid’s Tale, como símbolo de la resistencia

Los militares contra la izquierda

Lo que Brasil está viviendo en las elecciones de 2022 es la evolución de las protestas del año 2013. En la elección de 2014 Bolsonaro llegó a ser candidato, pero obviamente nadie se lo tomó en serio. Bolsonaro, sin embargo, siguió adelante con sus declaraciones incendiarias y se agarró de ese momento para mostrarse como un candidato que decía lo que todo el mundo quería oír: que el Congreso no servía para nada y que, si fuera presidente, lo cerraría. Su hijo Eduardo Bolsonaro llegó a sugerir cómo se podía cerrar el Congreso. Bolsonaro acabó mostrándose como el candidato de extrema derecha más radical y auténtico. Pedía el regreso de la dictadura y durante el proceso de impeachment de Dilma Rouseff le hizo un homenaje a un militar que había torturado a la propia presidente en ese momento. Los militares abrazaron la causa y tanto en 2018 como en 2022 su candidato a vicepresidente fueron militares, con una nostalgia de lo que fue la dictadura militar entre 1964 y 1985. El propio Bolsonaro había pertenecido al Ejército en esos tiempos.

A propósito, fue también un militar sin experiencia quien estuvo al frente del Ministerio de Salud durante la mayor parte de la pandemia: el General Pazuello. Resultado: 700.000 muertos y retraso en la compra de las vacunas. Antes de eso, el mayor número de muertos en la historia del país había sido en la Guerra de Paraguay, que enfrentó a Brasil, Argentina y Uruguay contra Paraguay entre 1864 y 1870: 100.000 muertos del lado de Brasil.

A diferencia de Chile, donde Salvador Allende ganó unas elecciones y la izquierda asumió el poder, o de Colombia, donde las Farc eran literalmente indestructibles y una amenaza para tomarse el poder, en Brasil el comunismo no era una amenaza de esas proporciones. La guerrilla de Araguaia fue neutralizada y por la vía democrática el Partido Comunista nunca iba a ganar las elecciones. La película de Mariguella (trailer abajo en español) muestra cómo fue la lucha de la dictadura militar contra la izquierda armada, que al final no lograría tomarse el poder en Brasil, lo cual hacía inecesesaria la continuidad de la dictadura.

Con ambos frentes controlados, los militares en Brasil creyeron que no era suficiente y se quedaron atornillados en el poder durante 3 décadas. En ese medio tiempo, explica el libro de la República de las Milicias, crearon la teoría de que el comunismo se iba a implantar por medio de la cultura: los medios de comunicación, la filosofía, la educación sexual y todo lo que fuera en contra de su visión de mundo. Se basaban en escritos de Gramsci, un comunista italiano de los años 30, muerto bajo el régimen de Mussolini, quien en efecto hablaba sobre la relación entre la revolución comunista y la cultura. Es decir, se agarraron de escritos filosóficos de comienzos del siglo para destruir la joven democracia brasilera durante 20 años: acabaron con la libertad de expresión, los derechos políticos de quien pensaba diferente y mataron a 434 personas.

Una vez los militares tuvieron que dar un paso al costado y permitir elecciones libres y una nueva constitución, pasó como con los fascistas después de la segunda guerra mundial o con la extrema derecha en Estados Unidos cuando Barack Obama fue elegido Presidente: no podían soportar que el voto popular le diera la razón a quien ellos mismos habían intentado destruir años atrás. Los militares trabajaron callados desde entonces, y cuando vieron que un candidato glorificaba el regreso de la dictadura, se aferraron junto a otros grupos de dudosa reputación que también rodeaban a la familia Bolsonaro.

La segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil pone como opción a un candidato cercano a las milicias, a los fanáticos religiosos y a defensores de la dictadura. La República de las Milicias no es un proyecto tan diferente del de Gilead.